Nunca faltan los enemigos de casa.

Nadie se iba a imaginar que el proyecto de la Cuarta Transformación en Tlaxcala sería traicionado por un soldado raso que en la primera oportunidad sacó el cobre y demostró que es un embustero.

 

A Carlos Luna Vázquez, delegado de programas de desarrollo de la Secretaría de Bienestar, le bastaron unos meses para destruir un trabajo y una credibilidad que tenía esa dependencia en Tlaxcala.

 

El viernes pasado lo que empezó a manejarse como un rumor terminó por confirmarse. El farsante funcionario del gobierno federal que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, autorizó que un “distinguido” y “privilegiado” miembro de la Cuarta Transformación, el ex gobernador de Tlaxcala y actual titular de la Unidad de Administración y Finanzas de la Secretaría de Gobernación, Alfonso Sánchez Anaya, fuera vacunado contra el Covid-19 junto con su esposa Maricarmen Ramírez García.

 

El hecho se registró la tarde del pasado viernes en el municipio de Santa Ana Nopalucan.

 

Pero no crea que esa acción fue casualidad.

 

Para llevar y concretar ese insultante acto de favoritismo se puso en marcha la maquinaria de la Cuarta Transformación, es que jura que no miente, que no roba y que no traiciona.

 

Alfonso Sánchez tuvo autorización de su jefa la impoluta Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila, secretaria de Gobernación para ausentarse de sus labores y acudir a Tlaxcala a un asunto personal, donde curiosamente lo esperaba su ex colaborador y amigo Jorge Atristain San Germán, subdelegado regional en el distrito federal 03 de la Secretaría de Bienestar para escoltar y procurar que el ex gobernador recibiera la inmunización.

 

Un día antes, el mediocre e incapaz Carlos Luna había montado en cólera contra los doctores y personal encargado de aplicar las vacunas porque un alcalde tlaxcalteca y cuatro personas más lograron infiltrarse para que se les aplicara el fármaco. Fue tal el enojo del incapaz funcionario que exigió levantar un acta para dejar bien claro el nombre de la doctora que autorizó esa irregularidad.

 

Cómo se podrá dar cuenta los protocolos para aplicar las vacunas contra el Covid no se acataron ni se respetaron en Tlaxcala.

 

Alfonso Sánchez y su esposa Maricarmen Ramírez forman parte del padrón de adultos mayores, lo que les garantiza recibir en esta etapa la inmunización, sin embargo el pasado viernes no les tocaba ni estaban en la lista de esas personas que pertenecían al municipio de Nopalucan.

 

El funcionario de la Delegación del Bienestar Jorge Atristain fue el que llamó a su jefe Carlos Luna para pedirle que autorizara la vacuna para el ex gobernador y su esposa, quienes según ese servil miembro de la Cuarta Transformación están muy preocupados y temerosos por contraer el virus y enfrentar la enfermedad, olvidando que esa situación la viven miles de adultos mayores que no tienen las influencias ni las palancas de Sánchez Anaya.

 

La familia Sánchez Anaya no llegó sola, pues aparte de exigir la vacuna para ellos querían con un insultante descaro que también se la aplicara a otros dos amigos.

 

Sentado en su sillón de la soberbia y mirándose en el espejo de la estupidez, el inútil de Carlos Luna autorizó la aplicación del fármaco para el ex gobernador tlaxcalteca olvidando por completo su berrinche de un día anterior.

 

La torpeza del delegado de la Secretaría de Bienestar fue tal que la doctora que había sido acusada de vacunar a un alcalde y sus colaboradores no perdió la oportunidad para asentar en una acta que Carlos Luna autorizó la aplicación de la vacuna a los políticos ya mencionados.

 

El error fue cometido. La injusticia quedó consumada. El insulto a los adultos mayores de Tlaxcala era una realidad.

 

Carlos Luna traicionó la confianza y el respaldo que recibió de Lorena Cuéllar Cisneros, ex delegada federal y virtual candidata a la gubernatura por la coalición “Juntos Haremos Historia por Tlaxcala” integrada por Morena, PT, PVEM, Nueva Alianza y el PEST.

 

En los casi dos años que Cuéllar Cisneros se desempeñó en el cargo que ocupa Carlos Luna nunca hubo algún tipo de favoritismo o privilegio para alguien, pero es obvio que el torpe comportamiento del ex alcalde de Amaxac dará elementos para que los rivales desacrediten el trabajo de la morenista, y sobre todo, tengan pretextos para asegurar que la Cuarta Transformación que impulsa el presidente de México es una farsa porque al final termina por privilegiar a militantes y funcionarios federales de alcurnia.

 

Han pasado seis días desde que se cometió ese atropello y no ha pasado nada.

 

El silencio cómplice de Olga María del Carmen Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, es insultante, al igual que la indiferencia de Javier May Rodríguez, titular de la Secretaría de Bienestar y de Gabriel García Hernández, Coordinador General de Programas Integrales de Desarrollo y responsable de los delegados estatales y regionales del gobierno federal.

 

Nadie quiere castigar el influyentismo de Alfonso Sánchez que no respeta nada ni a nadie. La vacuna le tocaba en otro lugar y en otro tiempo.

 

Tampoco hay un regaño o alguna amonestación para los funcionarios que se prestaron para quebrantar los protocolos y facilitar la inmunización del ex gobernador y su esposa.

 

Por dignidad y congruencia Carlos Luna debería renunciar a su actual cargo. Le quedó muy grande la silla y su proceder como funcionario federal deja mucho que desear. No acude a reuniones de trabajo ni le interesan temas y proyectos que la administración de López Obrador lleva a cabo en Tlaxcala.

 

Sólo necesitan preguntar si ese farsante funcionario se involucró en la estrategia de vacunación o si ha puesto interés para concretar el proyecto de modernización del mercado municipal de Tlaxcala.

 

Con esos amigos, Lorena Cuéllar para qué quiere enemigos.

 

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