El mandatario Mariano González Zarur ya comprobó que también fue víctima de la delincuencia. Hace unos días los hampones se llevaron tres vehículos Tsuru propiedad del gobierno del estado. En uno iba el dinero que el hacendado dio para la compra de los arcones navideños que pretendía regalar.

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El gobernador Mariano González Zarur antes de cerrar su última maleta para irse y abandonar el poder se prepara para imponer a la persona que ocupará el cargo de magistrado una vez que Ramón Rafael Rodríguez Mendoza deje su posición en el Tribunal Superior de Justicia del Estado.

En breve se dará a conocer la terna que tendrá el manchisello de la casa para que quede claro que los rancios chicarrones del mandatario aún truenan. Incluirá el nombre de Karina Edith Torres Vázquez, quien hasta hace dos días se desempeñaba como presidenta de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de Tlaxcala.

La abogada es la favorita para llegar al TSJE y con ella el hacendado buscaría tener influencia en el Poder Judicial aún cuando ya no sea gobernador de Tlaxcala, pues al menos cuatro de los ocho magistrados estarían a sus órdenes por la sencilla razón que él los puso en esas posiciones de la burocracia dorada.

Mariano González tiene actualmente como subordinados a los magistrados Leticia Ramos Cuahutle, Rebeca Xicohténcatl Corona y Héctor Maldonado Bonilla, de ahí que espera incorporar a Karina Edith Torres Vázquez para cerrar su círculo de influencia.

Para nadie es desconocido que el gobernador perdió la confianza en la magistrada presidenta del TSJE, Elsa Cordero Martínez, quien a lo largo de su vida ha demostrado ser una mujer convenenciera que siempre gusta acomodarse a las circuntancias para nunca perder.

Antes de Torres Vázquez se analizaron otras opciones que por algunas razones no prosperaron. Una de ellas fue el de Orlando Santacruz Carreño, quien si no hubiera sido inhabilitado en noviembre pasado por un presunto desvío de 37 millones de pesos que cometió cuando se desempeño como alcalde de Apizaco estaría en la terna como el favorito.

La oportunidad del ex alcalde de despachar como magistrado la perdió cuando no pudo lograr a través de un amparo la suspensión provisional que frenara la inhabilitación que le impuso el Ayuntamiento de Apizaco, situación que lo mantiene irritado al grado que es muy común ver como el abogado explota al estilo manchis cuando alguien le toca el tema.

González Zarur está nerviso y temeroso de su futuro y el de su familia, por lo que no pierde cualquier oportunidad para dejar incondicionales en la estructura de poder que deberá entregar el próximo 31 de diciembre.

Por esa razón, dicen que el hacendado cada que puede exige al gobernador electo posiciones en la futura administración como la Procuraduría, la Secretario de Gobierno y la Dirección de Recusos Materiales y Adquisiciones dependiente de la Oficialia Mayor, pues según él, Marco Antonio Mena Rodríguez le debe el triunfo logrado en los pasados comicios.

Para atemperar los planteamientos de un soberbio González Zarur fue necesaria la intervención de Luis Álvarez, un enviado del CEN del PRI que sin duda ha sido una pieza clave en el proceso de transición.

El gobierno de MGZ víctima de la delincuencia

No lo cuente en voz alta porque si al mandatario le vuelven a tocar el tema de los tres vehículos Tsuru de la marca Nissan propiedad del gobierno del estado que fueron robados hace unos días corre el riesgo de que le recete una buena tanda de mentadas y groserías.

Una de las víctimas del hampa fue el incondicional Mauricio Federico Rugarcía Hernández, director Administrativo del Despacho del Gobernador.

Resulta que Rugarcía salió de las oficinas del Palacio de Gobierno con la encomienda y el dinero para comprar los arcones navideños que el hacendado gobernador pretende regalar a sus amigos. El iluso funcionario antes de llevar esa tarea decidió hacer una parada en las carnitas Purepechas que se ubican por la carretera de Santa Ana hacia Apizaco.

Maruricio Rugarcía estacionó el modesto Tsuru y entró al negocio dejándo al interior del vehículo el paquete de dinero que probablemente salió de los impuestos de los tlaxcaltecas. A los pocos munitos cuando pretendió retirarse en la unidad comprobó que ésta ya no estaba. Fue entonces que las carnitas se le subieron al cerebro y las náuseas se apoderaron de él.

Como es normal en el estado, pese al reporte inmediato que se hizo del robo, lo cierto es que el Tsuru desapareció junto con el dinero de los arcones. Cuando Rugarcía informó de lo sucedido al hacendado, éste montó en cólera y comprobó que Tlaxcala dejó de ser un estado seguro, pues en menos de cinco días los hampones ya se habían llevado tres vehículos de ese tipo que formaban parte de la flotilla del gobierno del estado.

Ni hablar, ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón.