En todo caso, quien debería enfrentar a los diputados es el propio ejecutivo, pues es él quien hace la chamba de sus pasivos subordinados
¿Por qué Mariano impide que sus subordinados comparezcan ante los integrantes de la actual Legislatura?
Igual que ocurrió el trienio anterior, se ha constituido en el obstáculo que impide a los diputados cumplir con la evaluación de los integrantes de su gabinete.
Y en un contexto de opacidad y corrupción, el gobernador protege a un puñado de sinvergüenzas que hacen y deshacen presupuestos y programas, conscientes que su póliza cubre cualquier intento serio y formal de revisión a la situación que guarda el estado.
1.- Su protagonismo, prácticamente lo lleva a tomar las decisiones en cada ámbito, haciendo inútil la existencia de secretarios y de la plantilla burocrática concentrada en atender sus respectivos temas. Al final, se limitan a una decisión cupular, desinformada y superficial, y por consecuencia muy firme en no permitir que se abran rendijas a través de las comparecencias.
2.- Es tanta la incapacidad de sus incondicionales en el Congreso que no se arriesga a enviar a sus secretarios… la mayoría que alcanzan priístas, perredistas y demás rémoras, no le da la suficiente confianza como para exponer a sus secretarios en tanto factores de altísimo riesgo que pudieran dar pie a fisuras en la represa de corrupción que, ya alcanzó niveles por los cuales no tenemos para cuándo dejar de ser el estado más pobre del país.
3.- Son secretarios de utilería, ocupando un puesto no para tomar decisiones, sino para acatar fielmente órdenes superiores, cuadrar abusos, ocultar negocios familiares y tener el presupuesto a disposición. A cambio, reciben la inmunidad necesaria como para que ningún diputado los pueda tener a su alcance para reclamarles este sistema pernicioso que tiene agotada a la entidad.
4.- Tendría que comparecer el propio jefe del ejecutivo, pues es quien en realidad hace el trabajo de cada secretario. ¿Es capaz?, bueno, lo intenta a través de largas jornadas que le permiten conocer a detalle las nóminas, dándose el gusto de correr a la gente sospechosa. En eso le va la vida… priorizando una conducta gerencial, francamente opuesta a la ilusión de estadista que porta tan a flor de piel, que no ha desaprovechado para adjudicársela al Presidente en su pasada visita.
Responsable solidario
Mientras el presidente Enrique Peña Nieto, aprovecha las individualidades en cada área de su gobierno para dar paso a actividades superiores, el raro gobernador de acá tiene metida la nariz y las orejas en cada secretaría.
Cuando el Poder Legislativo llama a algún miembro del gabinete presidencial, acude, aclara las dudas, debate con diputados o senadores… aporta la versión del Ejecutivo y da sus razones.
Aquí en cambio, la relación entre poderes es voracidad compartida a través del ocultismo.
El señor Mena cumple… y en la medida de su desnutrido parlamentarismo, lidia con los de su equipo, unos abstractos y otros, interesados en seguir con su carrera política, pero todos dispuestos a seguir cotizando su culto mariano. Total, si algo tiene la historia que cobrarles, que lo haga… pero después.
Hacen el equipo invulnerable. El muro de piedra volcánica contra el cual nada puede hacer la transparencia y mucho menos el derecho social a no habitar en una entidad retrógrada.
Con razón dice el ilustre mandatario: como antaño, para gobernar a Tlaxcala no le hacen falta más que un tesorero, un jefe de la policía… ah, y su fiel chofer.
Entonces, ¿por qué crecieron las bardas de la Casa de Gobierno?
Y las estadísticas nos colocan entre los más atrasados, los más corruptos, los que más atentan contra los derechos humanos y los menos aptos para recibir inversiones.
¿Luminarias en el gabinete?
¿Ordóñez, Velasco, Temoltzin, May, Munive, Guarneros?
¿Incapaces de comparecer?
Para su fortuna, es vigente esa relación insana entre poderes.
Y mientras ellos se presten a llenar los huecos (y otros más cercanos a tomar las decisiones) el estado sigue igual… cuesta abajo.
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