Pese a un discurso insustancial, a Lorena Cuéllar no le costó encumbrarse en las preferencias de la gente, según la encuesta de Ipsos-Bimsa, un trabajo que generó tremenda polémica pero que muestra la realidad actualmente en la política de Tlaxcala.
La polémica que levantó la encuesta de Ipsos-Bimsa en las llamadas propuestas ancla al Senado, ha servido para actualizar la situación por la que atraviesa la clase política de Tlaxcala.
Falta lo que digan otras casas encuestadoras, pero los resultados obtenidos por esta empresa, de origen francés, fundada en 1961, insistimos nos permite vislumbrar un escenario –cierto que muchos no esperaban- inédito.
Creo que parte del beneficio captado por la ex diputada priísta consistió en la constante descalificación del gobernador Mariano González Zarur, a las aspiraciones de aquella. Operó para cerrarle toda posibilidad en el PRI y desconoció el supuesto acuerdo mediante el cual su representante, Joaquín Cisneros Fernández, aceptaría las demandas de la sobrina.
Recordemos que Lorena aspira con obsesión, a ser gobernadora de Tlaxcala, pero en el reciente proceso priísta –donde Mariano resultó ungido candidato- la ex alcaldesa exigió desde lugares en el gabinete (por cierto ninguno le fue dado) hasta encabezar la fórmula al Senado.
No cabe duda que las descalificaciones hechas por el ejecutivo local fueron una campaña gratuita que victimizó a la Cuéllar.
Después, la dirigencia tricolor se encargaría de sepultarla en el ámbito de su partido, pero según vemos en los resultados obtenidos por Ipsos-Bimsa, ello activaría en el subconsciente colectivo la conmiseración necesaria para tender la mano a una tlaxcalteca bregando en un entorno dominado por la misoginia.
González Zarur debería atender las consecuencias de las condenas a sus enemigos políticos, pues si en el corto plazo consigue el vituperio, a la larga otra es la percepción popular; y se confirma que la gente tiende a solidarizarse con los personajes en desventaja (como el viacrucis de Cuéllar, con tintes de tragedia).
Hay que ver si el otro aspirante victimizado, Héctor Ortiz Ortiz, será también beneficiario de la persecución marianista y sus yerros legales, cuyas consecuencias son en primera instancia alertar a los seguidores… meterlos en una contienda anticipada por haber zarandeado a su líder el ex gobernador.
Falta ver si Ortiz deja al PAN luego de llegar a alguna negociación con Nueva Alianza, pero la buena calificación alcanzada por su compañera de fórmula en el PAN, Adriana Dávila Fernández, por lo menos no lo exhibe aniquilado, en la segunda posición de la fórmula albiazul.
El de setenta que se siente de cincuenta
Joaquín Cisneros Fernández, es el menos favorecido con el trabajo de Ipsos-Bimsa.
Los 17 puntos alcanzados desde luego que obedecen a la nula voluntad del electorado por impulsar a un longevo priísta, millonario y que ya tuvo su oportunidad de ser gobernador en 1998, frustrada por Alfonso Sánchez Anaya, perredista en ese entonces por conveniencia, pero por lo menos propuesta alterna en la boleta.
Tras dicho descalabro electoral, Cisneros fue senador en un entorno de franca arrogancia pues dio la espalda a las delegaciones federales, ofrecidas como premio de consolación por el entonces gobierno encabezado por Ernesto Zedillo.
Convencido que la elección le había sido robada, Cisneros supuso que el tiempo lo haría un extraordinario activo de su partido, pero tuvo que ceder el lugar a otro elemento lleno de autosuficiencia, Mariano González Zarur, quien en 2004 sería vencido en las urnas por el panista –por conveniencia- Héctor Ortiz Ortiz.
Doce años fuera de Palacio y una opositora, Adriana Dávila Fernández, de errático proceder, permitieron al tricolor retornar al poder, pero con ímpetus indomables y resentimientos desbordados.
Y ese es el ambiente que hoy cubre al poder en Tlaxcala.
Por eso, cuando Lorena asomó la cabeza y pidió una oportunidad, ese sistema de odios se encargó de hacerla polvo, aunque hoy, a toro pasado vemos que las intenciones de Mariano le funcionaron a la inversa.
La disputa por La Luz
Los medios hermanos José Juan Temoltzin Durante y José Gilberto Temoltzin Martínez, se han malquerido con tal vehemencia hasta que el segundo fue recluido en el Centro de Readaptación Social de Tlaxcala, acusado de fraude por más de 36 millones de pesos.
Las razones de esa malquerencia se fundan en una impresionante y añosa disputa patrimonial que los ha llevado a asquerosas demostraciones de violencia, como si no existiera gente a su alrededor, como si el ser millonarios les diera derecho a contratar sicarios para intimidarse mutuamente.
El conflicto parte del equivocado nombramiento como albacea en la persona de José Gilberto, hoy a la sombra y con una fianza fijada en 35 millones de pesos.
Y tenía que llegar una administración con una procuradora dispuesta a tender la mano a un funcionario consecuentado por el gobernador y actuando con evidentes ventajas, en el puesto de espionaje e inteligencia que hoy vemos, detentaría para su propio beneficio.
Ninguna de las partes tiene derecho a seguir molestando a un pueblo con sus odios bíblicos, hoy empeorados con la injerencia de la autoridad en turno.
Ojalá esos bienes en discordia fuesen diluidos como un acto de justeza de la autoridad, apoyando a los pobres y acabando con la razón de tantas amenazas y vergonzantes enfrentamientos.
El desquiciante papel del gobierno lo ha convertido ahora en cómplice de una de las partes en esta mala copia de Los Ricos también lloran, y nos muestra como, cuando hay ganas (como las que podemos apreciar) el monopolio de la violencia en manos del Estado se utiliza como quien demanda un equipo de cargadores para hacer una mudanza.
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