Ahora falta que le cumplan al ex notario y gran perdedor, Rubén Flores Leal, a quien Mariano prometió la secretaría de Gobierno, a cambio de dimitir en este pleito para defender el nombramiento, amañado, pero producto de un completo proceso.


José Germán Alberto Escobar y Arrona y Rubén Flores Leal, son los ex notarios que quedaron fuera del grupo de fedatarios al cual amparó la justicia federal tras un minucioso estudio cuya conclusión exhibe al magistrado de la Sala Electoral Administrativa, Silvestre Lara Amador, como juzgador parcial e interesado en perjudicar a 16 notarios nombrados durante el mandato del panista Héctor Ortiz Ortiz.

Causas de peso, como la promesa de ser nombrado secretario de Gobierno a Flores Leal, apartaron a dichos profesionales del Derecho, del litigio que solicitó a la Justicia Federal impedir cualquier cambio de aquella demanda oficial, vulnerable como lo mostró con el tiempo y, con más interés de borrar de un plumazo al nombramiento en cuestión, tras el cual se dio todo un proceso, amañado, pero al fin y al cabo, respetuoso de plazos, exámenes y finalmente el éxito de una maniobra orticista de largo plazo.

La renuncia de Escobar y Arrona, a pelear por su patente quedará quizás en el más profundo misterio, pero es la derrota más estrepitosa de este enfrentamiento.

¿Qué ocurre con las capacidades legales del gobierno marianista?

En su momento lo señaló la titular de Notarías en Tlaxcala, María Estela Sánchez Gracia, quien advirtió al gobernador Mariano González Zarur, del peligro que representaba seguir confiando en su equipo de litigantes, superficial, inexperto e improvisado.

De aquella petición vendría contratar a un despacho de abogados con sede en la ciudad de Puebla, mas el planteamiento tenía fallas de origen, al grado que la contraparte nada más pidió a la justicia federal, impedir cualquier cambio, como insistentemente se pretendió.

Pese a su natural oposición, la ex candidata panista a gobernadora, Adriana Dávila Fernández, dijo antes de su registro como aspirante a la candidatura a senadora que el de González Zarur, es un gobierno rencoroso, vengativo y, según este sonoro fracaso legal: inconsistente.

Tal vez a esa descalificación adrianista habría que sumar el destiempo.

Mariano debió ser gobernador hace por lo menos veinticinco años, cuando se encontraba en plenitud y a su actuar lo dominaba una vocación de servir que, con el tiempo se desgastó y devino en una profunda gana destructiva, en un cúmulo de razones –las suyas- para odiar a quienes no cumplen con el acto legítimo de –el suyo- de, “sumar, sumarse y sumirse”.

Hace 25 años, el PRI hegemónico se daba el lujo de respaldar con resultados positivos, estilos como el marianismo, avasallantes y centralizadores del poder, conscientes de la fuerza que le asistía merced a recursos infinitos cuyo origen en la cultura presidencialista garantizaba impunidad.

En una reciente intervención, ante pensionados y jubilados, Mariano comenzó a esbozar frases en un marco de aceptación de la competencia: “yo explico y convenzo”, y tendientes a la convivencia en un esquema de equilibrio: “tiene que haber quien piense distinto”.

Para su desgracia, este proceso de aprendizaje en su condición de adulto en plenitud, se da en una administración pobre, no solo de recursos sino de ilusiones para conseguir mejores estadios para la patria chica.

En su primer informe de gobierno, destacan la feria, la presentación de Plácido Domingo y la construcción de guarniciones y banquetas.

Ojalá reserve un espacio para informar al pueblo respecto al caro proceso de aprendizaje que, toma su memoria cortoplacista ó, concentrada en evocar nada más al sanchezpiedrismo, para ofrecer un estilo sustentado en el culto a su persona, el maltrato a quienes lo rodean y una bajísima perspectiva de quienes habitamos a la entidad de la cual es gobernante.

En el caso de los notarios, es de comentar el ocultamiento de libros, el cobro de nuevos y onerosos impuestos y las largas sesiones de espera para ser recibidos, invariablemente con respuestas adversas.

Vino entonces el pacto con Rubén Flores Leal. Me ayudas a doblegar al grupo y te doy la secretaría de Gobierno. Ahora falta que le cumpla.

Supuso que recuperando a ese abogado con semejante ofrecimiento, el resto por añadidura se doblegaría. Un análisis demasiado superficial de pleito en contra de profesionales del Derecho decididos a dar la vida en la defensa de su patrimonio, era un asunto superado una vez sumado Flores Leal, a su feudo.

No resultó.

En otra ubicación, la escasez de ética en el solitario juzgador dispuesto a cambiar fallos históricos a cambio de dinerito constante y sonante, tampoco tuvo el suficiente cimiento como para refrenar a los catorce, heridos de muerte, defendiéndose como gatos panza arriba.

Los daños económicos ocasionados por este desplante político son incuantificables.

Cientos de particulares realizando escrituraciones principalmente tuvieron que dirigirse al notario, pescador ganón en este río revuelto: el charro Macías.

El único beneficiado con este pleito. Qué interesante sería ver el movimiento de sus cuentas bancarias. Y todavía más lo será conocer lo que diga a quien escuchó sus consejos basados en la no aceptación del cambio generacional en el ámbito notarial.

Haga usted de cuenta que son condes, señores feudales recurriendo a la guerra sucia para sumar tierras a sus infinitas propiedades.

A eso juega el gobierno.

Quién dijo que lo encabeza un hacendado.