Muy a pesar de los testimonios y las pruebas fundamentadas de una actuación demoledora de la salud, las autoridades recurrieron a la negación en primera instancia, como parte del cortoplacismo en el que se desenvuelven y la escasa memoria con la cual se conducen.
Reunidos con carácter urgente, funcionarios involucrados en el dispendio de recursos del Seguro Popular, para atender a cientos de pacientes del Hospital Infantil de Tlaxcala (HIT), así como otros servidores públicos con familiares dueños de farmacias, beneficiados con la compra inflada o triangulada de insumos, analizarían la tarde-noche de este miércoles, el tremendo problema en el que se metieron y, arrastraron a una multitud de enfermos.
Antes, los altos mandos del sector salud, efectuaron una predecible maniobra: recorrieron el HIT y confirmaron -así lo difunde el gobierno- que su funcionamiento ni atraviesa por fallas administrativas y, mucho menos se registra desatención o falta de medicamentos.
Es una verdad a medias.
Es la negación, en primera instancia de la más escandalosa atrocidad cometida en perjuicio de la endeble salud de enfermos de cáncer y otros males no menos delicados.
El peso de esta cadena de corruptelas, acreditadas con documentación oficial, es de tal magnitud, que la simpleza asumida resulta degradante a la expectativa de caja de cristal, planteada por el gobernador Mariano González Zarur, al asumir el poder.
Lejos de pensar en las consecuencias político-electorales (que a estas alturas pasan a segundo término) el atentado contra una de las partes más vulnerables del tejido social, conformada en su mayoría por familias pertenecientes a una clase media es un acto imperdonable que debe llevar a la cárcel a los responsables de los delitos de omisión y negligencia.
Lo menos que debe hacer el secretario de Salud, Jesús Fragoso Bernal, es presentar su renuncia, disculparse ante los tlaxcaltecas y enfrentar, a lado de una decena de cómplices los señalamientos, ante cuya claridad no existe salida posible.
Es menester que los tlaxcaltecas conozcan las amenazas contra e-consulta, salidas de la subsecretaría técnica de la oficina del despacho del gobernador.
Cubrir como los gatos sus despojos administrativos, llevándolos al terreno de la intimidación, es otra infamia agregada a la bandeja de desgracias de la talla de este vulgar acto de compras trianguladas, con beneficios puercos a empresarios afines y dispuestos a regalar autos último modelo, como ha ocurrido entre los encargados de realizar compras en el sector.
A Tlaxcala no se le debería ver como un botín tras las insistentes ofertas de pulcritud en el ideal gobierno laxo para la visión marianista del mando.
Existen evidencias que lastiman. Actos que avergüenzan. Dinero gastado a manos llenas, aun bajo la advertencia protocolar de la inversión casuística del seguro catastrófico, llamado Seguro Popular y hasta difundido como bandera partidaria por el presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Dejar las cosas en su actual estado evidenciaría la complicidad del Gobierno de la República, tan dedicado a autopromoverse en un plan que rechaza el término de su contrato inquilinario en Los Pinos.
Ignorar la burla cometida por este puñado de servidores públicos de cuño tan devaluado, sólo confirmaría el arte de las mentiras expresadas en forma infinita por el Presidente que ha desafiado al crimen organizado.
Pero el daño ocasionado al grupo indefenso y dependiente del recurso federal para que sus hijos no mueran, ese no tiene nombre.
Hacen falta gobernantes con liderazgo ganado a pulso. Estos ya demostraron que valen poco ante el infame placer del dinero fácil a costa de lastimar a gente indefensa.
Post Views: 32