Pero los servidores públicos involucrados deben irse pues, los códigos marianistas de la intolerancia –propia de un contador haciéndola de político- no aceptarían ni la décima parte de esta ineficiencia, para correrlos, exhibirlos y no volverles a dar trabajo.
Niños con cáncer encabezando una manifestación. ¿Dónde se había visto algo así? Nada más aquí, donde la intolerancia hizo presas a casi todos los diputados tricolores y conexos, al ver la enjundia de esas pequeñas víctimas y sus papás, cuyo aplomo es mucho más alto que las justificaciones del secretario Fragoso y las intimidaciones de un tal Mario Armando.
Se armó en grande. No había de otra. ¿Apoco creyó usted aquello del recorrido por el HIT para comprobar que funcionaba sin irregularidades?
Eso es una burla. Se parece al oficio en manos de Jesús Fragoso Bernal, fechado por el proveedor de quimioterapias desde el día 15 de los corrientes, antes que enfermos y papás exhibieran las corruptelas del sector.
¿Ese documento es válido?, ¿Quién lo respalda?, ¿Mete usted las manos al fuego por este tipo de servidores públicos?
Lo bueno es el compromiso pactado por la administración estatal para superar esta crisis. En él va implícita la aceptación de que sus funcionarios fallaron. Y tienen que ser sustituidos. Carecen de credibilidad. Ya no hay confianza.
Los códigos marianistas de la intolerancia –propia de un contador haciendo el papel de político- no aceptarían ni la décima parte de la falla detectada a las Lilian, a las Karen y a su superior.
Creo inconveniente sostenerlas en cargos donde se privilegia la honestidad. Estos, y otros diez por lo menos, tendrían que devolver comisiones, Boras, y sobre todo resarcir el tejido social no nada más roto… humillado, burlado y pisoteado.
Ya vimos que la insensibilidad no puede llegar a semejantes límites.
Con la salud de los niños es imposible medrar. ¿Sabe?, esas comisiones de las que le hablo salieron demasiado caras a los pescadores en tiempos de este río revuelto.
Son una vergüenza.
Van tras las patentes de notario
No tiene usted idea del ímpetu marianista por eliminar las patentes incómodas de notario, al grado de iniciar todos los pleitos posibles ante cualquier instancia.
Prueba de ellos es la demanda interpuesta por Juan Ignacio Temoltzin Carreto (carnal del secre xolo…) ante la Sala Administrativa del Tribunal Superior de Justicia (TSJT), donde acuerdos cupulares garantizan el apoyo del Ejecutivo a los personajes afines a quienes hoy detentan el poder, a cambio de desaparecer las patentes que le comento.
Las agresiones son grotescas. Retención y negación de libros a los notarios –no a todos- es una de ellas, pareciera que a petición de una parte muy interesada en acaparar los negocios y los servicios propios de los notarios, aprovechando el entorno de amiguismo y al mismo tiempo de desprecio por aquellos al margen de la agenda de los afectos del amo.
Un vulgar mecanismo se ha puesto en práctica. A los hijos de los notarios “amigos” puede permitírseles el uso (y hasta se les provee) de los libros de papi; pero si no se cuenta con tal ventaja, entonces la que les espera.
Mire lo que ocurrió ayer mismo con la hija de Gonzalo Flores Montiel, cuando en la Dirección de Notarías se revisaban sus libros.
Sin razón de por medio fue despojada de aquellos. Y sus protestas se acallaron con la fuerza pública, vamos, a empellones y palabras impublicables cuando la directora supo que su acción era grabada en video.
Entonces llamó a la policía. Y la notaria Flores debió probar la hiel del maltrato en estos tiempos retro de los hacendados en pleno siglo XXI.
Pero cuando uno ve las ventajas de un cierto notario charro y sus dependientes o afines, como que se remonta a alguna cinta de la época de oro, en una casa llena de macetas y con Sara García (en blanco y negro, claro) esperando –con todo y puro- al mula de su enamorado hijo, víctima de los alcoholes que llegue a ingerir y de la pistolota al cinto con la cual, se mete en cada problema…
Yo pensaba que escenarios así se habían ido al baúl de los malos recuerdos, pero ya ve, así se las gasta en estos tiempos de cambio (ajá).
El frente número cien
Corresponde ahora a la Suprema Corte, resolver la disputa entre Silvano Báez y Felipe Badillo, respecto a la presidencia del Tribunal de Conciliación y Arbitraje, luego de sendas declaratorias de incompetencia por parte de la autoridad judicial.
Ninguno de los involucrados cede, y al contrario la lucha se torna tan intensa luego de dos amparos concedidos a Silvano que, en este momento sería imposible advertir alguna ventaja, por mínima que fuese.
Se trata de uno de los primeros descontones del marianismo a la herencia orticista en las instituciones. Engrosa una admirable fila de expedientes en este y otros casos, donde la ley se supedita a la política.
También es evidencia de la inefectiva estrategia del rompe y rasga bajo el egocentrismo del amo, el gobernante que de acuerdo con estadísticas serias abrió en el corto plazo el mayor número de frentes en todos los ámbitos… si el resentimiento fuese moneda de cuño corriente en esta administración, no requeriría de presupuestos para demostrar solvencia.
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