Poco o casi nada tiene que festejar el ineficiente secretario de Seguridad Ciudadana de Tlaxcala, Alberto Perea Marrufo, quien sigue sumiendo a la entidad en un clima de terror, inseguridad y violencia que jamás se ha visto.
Lo único que puede alardear el capitán de la Marina, es que ostenta el récord de ser el secretario de Seguridad que hasta ahora más ha durado (un año) en la administración de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, porque sus antecesores el ex policía federal Alfredo Álvarez Valenzuela, el General Brigadier del Estado Mayor en retiro, Raúl Ruiz García y el ex fiscal de Guerrero Ramón Celaya Gamboa permanecieron pocos meses con tal responsabilidad.
Pero lo que se percibe y preocupada cada vez más a los tlaxcaltecas, es que desde la llegada de Perea Marrufo los delitos de gran impacto se han multiplicado y ninguna estrategia ha servido para ya no diga inhibir a los maleantes, sino para detenerlos y llevarlos ante la justica.
Desde el inicio de la actual administración Tlaxcala se convirtió en un tiradero de cadáveres, lo cual sigue registrándose tres años después. El viernes nos enteramos que en el municipio de Tenancingo fueron abandonados cuatro cuerpos que correspondían a poblanos que según las investigaciones radicaban en la población de Amozoc del estado de Puebla.
El grupo criminal que los asesinó no tuvo ningún problema para recorrer varios kilómetros y adentrarse en Tlaxcala para tirar los cadáveres, tal y como ha pasado en otras ocasiones.
Por lo que se ve, los delincuentes se trasladan a la entidad tlaxcalteca para dejar muertos. Hace unos días le tocó a una veracruzana que al parecer fue secuestrada al salir del antro Bora Bora del municipio de San Pablo del Monte, misma que después apareció asesinada en Tenancingo.
El domingo se reportó la presencia de otro cadáver más en el municipio de Ixtacuixtla, lo que resulta preocupante porque según la información disponible se habla que en una semana mataron a diez personas en Tlaxcala.
La estrategia de seguridad no ha funcionado ni se ve que vaya a funcionar mientras esa responsabilidad recaiga en Alberto Perea, quien actúa con una brutal incongruencia que asusta. Hace unos días presumió y repitió la cantaleta de que Tlaxcala es de los estados más seguros del país y que la incidencia delictiva va a la baja, pero ayer el gobierno lorenista da a conocer que para reforzar las labores de seguridad llegaron 300 elementos del Ejército y de la Guardia Nacional.
Si somos el estado más seguro entonces para que vienen fuerza federales a reforzar la seguridad en Tlaxcala.
La realidad es que el clima de inseguridad ha venido creciendo y multiplicándose de una manera preocupante. El fin de semana quedó demostrado, porque nuevamente se registró un hecho violento en un centro nocturno de la entidad, donde según los reportes unos clientes pudieron ingresar armados y atacar al personal de un table dance del municipio de Apetatitlán.
En Apizaco un hombre fue cobardemente atacado a balazos dentro de un bar ubicado en el boulevar Emilio Sánchez Piedras del municipio de Apizaco.
Y por si fuera poco también conmovió el hallazgo del cadáver de una mujer con aparentes signos de violencia. La víctima fue localizada en la quinta sección de la comunidad de Chiautzingo, en el municipio de Tetla de la Solidaridad.
Su cuerpo estaba al interior de su vivienda. La mujer estaba desvestida y con marcas de violencia en diversas partes de su cuerpo.
Lamentablemente las dependencias estatales se han relajado y al parecer han caído en prácticas de corrupción, porque no es normal que en un fin de semana se registren dos ataques armados en bares y que ya nadie respete el mentado decreto aprobado en septiembre del 2022 por el gobierno lorenista para regular y establecer las limitantes y los horarios para la operación de los establecimientos destinados a la venta y consumo de bebidas alcohólicas en el estado.
Al gobierno de Lorena Cuéllar le urge un cambo y revisar sus estrategias. Pronto cumplirá tres años en el poder y empezará su cuenta regresiva. Los ciudadanos y las ciudadanas quieren resultados, porque los discursos oficiales que destacan que por casi dos años los índices delictivos de Tlaxcala van a la baja no convencen a nadie.
La inseguridad sigue siendo el punto vulnerable de la actual administración.
Así de fácil.
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