En el siguiente mes comprobaremos sí la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros salva los obstáculos que le impedirían ratificar a su principal equipo de colaboradores y operadores para encaminarse a cerrar su período como mandataria estatal.

 

 

 

Hace meses ordenó el cambio de la Constitución para imponer al morelense Luis Antonio Ramírez Hernández como titular de la Secretaría de Gobierno, cargo que dejó el cansado Sergio González Hernández para cumplir su ridículo sueño de ser senador.

 

También alentó una reforma legal fast-track para convertir la Procuraduría General de Justicia del Estado en Fiscalía General de Justicia de Tlaxcala y simular en el Congreso del Estado un proceso de elección para imponer como fiscal a la que se venía desempeñando como procuradora, Ernestina Carro Roldán, una de las pocas funcionaria que puede presumir una real cercanía con la gobernadora Cuéllar.

 

En las elecciones pasadas del 2 de junio, la intención de la mandataria tlaxcalteca era concretar la continuidad de la impopular Marcela González Castillo como diputado local, de ahí que esa mujer encabezó la lista de candidatos plurinominales, sin embargo al lograr Morena y sus aliados el triunfo en los 15 distritos de mayoría “la operadora estrella” no logró la reelección como legisladora.

 

Lo anterior derivó en sacrificar a la candidata morenista Ana Bertha Mastranzo Corona que ganó con una votación cerrada el distrito local de San Pablo del Monte. Después del 2 de junio fue abandonada a su suerte porque funcionarios de la Segob se dieron a la tarea de respaldar y armar la impugnación del abanderado de Movimiento Ciudadano, Guillermo Hueyotlipan Barrón, quien ante una cuestionada resolución del Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET) fue declarado triunfador de los comicios y al mismo tiempo se ordenó al Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE) entregarle su constancia de mayoría y reasignar las diputaciones plurinominales.

 

Fue así que el pasado sábado fue declarado diputado electo el nuevo aliado del lorenismo Guillermo Hueyotlipan y también se confirmó la reelección de la morenista Marcela González luego que el sumiso y obediente ITE le quitara la diputación plurinominal a la abanderada de Nueva Alianza, Engracia Morales Delgado.

 

Es evidente que el lorenismo hizo localmente todo lo que estuvo a su alcance para lograr la reelección de Marcela Castillo como legisladora local, evidenciando que la gobernadora Cuéllar no confía en nadie más la operación política de la próxima Legislatura.

 

Ahora, sólo falta ver si los resortes de fuerza de la gobernadora llegan hasta los magistrados de la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para que ratifiquen el fallo del TET y quede firme la continuidad de Marcela Castillo, porque si la decisión es contraria a sus intereses y se reconoce el triunfo inicial de Ana Bertha Mastranzo se complicará el control de la próxima legislatura porque entre los morenistas habrá desconfianza.

 

Las decisiones de la gobernadora Lorena Cuéllar de cogobernar con el morelense Luis Antonio Ramírez, con la nuera del ex gobernador tlaxcalteca Alfonso Sánchez Anaya y esposa del presidente municipal electo de Tlaxcala, Alfonso Sánchez García, la diputada Marcela González, así como con la próxima fiscal Ernestina Carro Roldán, no han sido bien vistas por los ciudadanos y las ciudadanos que lo han dejado claro en sus comentarios crecientes de rechazo a través de las redes sociales.

 

En menos de un mes comprobaremos si la operación “salvemos” a Marcela González es un éxito o si ésta fracasó en la justicia federal.

 

Resulta evidente que a la gobernadora no le preocupa ni le inquieta otros cambios en su administración que están cantados con las salidas de Josefina Rodríguez Zamora y de Antonio Martínez Velázquez, quienes dejará las secretarías de Turismo y Cultura, respectivamente, para incorporarse al gobierno de la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo.

 

Se habla de otros cambios en el gobierno de Tlaxcala y la llegada de más funcionarios foráneos, lo que confirmará que la mandataria no confía en los tlaxcaltecas ni en su equipo de trabajo para ciertas tareas y responsabilidades.

 

Si alguien piensa que la actual administración tendrá un cambio radical luego de cumplir tres años en el poder se equivoca. Lorena Cuéllar se siente cómoda y satisfecha con lo que ha logrado y por eso está empeñada en seguir contando con la “ayuda” de sus tres principales operadores que al parecer a ella le han dado resultados, como Luis Antonio Ramírez, Marcela González y Ernestina Carro.

 

En los tres años que le faltan a la administración lorenista, sólo estarán en condiciones de tener un impulso mediático las hijas de la gobernadora, Mariana y Fernanda Espinosa de los Monteros Cuéllar y su gallo para sucederle en el puesto que hasta ahorita no es más que el amaestrado alcalde electo de Tlaxcala, Alfonso Sánchez García.

 

Los demás funcionarios estatales pasarán sin pena ni gloria.

 

El lorenismo no es más que un triunvirato.

 

Así de simple.

 

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