Alguien debería decirle al futuro presidente municipal de Tlaxcala, Alfonso Sánchez García, que se debe bajar de su nube y aceptar que vale y tiene el mismo peso político que el resto de los 59 alcaldes y alcaldesas electos en la entidad.
Su cercanía que dice tener con la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros no lo hace más importante y menos que su esposa, la engreída diputada con licencia Marcela González Castillo, presuma que es una de las principales operadoras de la mandataria tlaxcalteca, porque su arrogancia lo está llevando al aislamiento político.
Mientras los 40 ediles electos de Morena y de partidos aliados acudieron puntualmente a la capacitación que les ofreció el gobierno del estado, con el propósito de garantizar que encabecen a partir del próximo 31 de agosto gobiernos austeros, eficientes y bajo la órbita del poder del secretario de Gobierno, Luis Antonio Ramírez Hernández, el hijo del ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya no acudió a ninguna sesión, como si fuera un experto o tuviera una vasta experiencia en la administración pública.
Alfonso Sánchez no puede presumir ser un buen administrador y menos un eficiente funcionario, pues si se revisaran las porquerías que dejó en la Secretaría de Infraestructura cuando se desempeñó como titular, comprobaremos que es ineficiente, omiso, complaciente y desordenado y hasta corrupto.
Su arrogancia y actitud de sentirse un miembro privilegiado de la casta política tlaxcalteca le está generando rechazo y animadversión entre los presidentes y las presidentas municipales electas, quienes al enterarse el pasado fin de semana cuando concluyó la capacitación que el junior pretende encabezar la Asociación Estatal de Alcaldes de Tlaxcala, la gran mayoría mostró su rechazo porque no quieren que un bisoño político los represente.
Varios ediles que ganaron los comicios del pasado 2 de junio expresaron su desacuerdo y han empezado a organizarse para elegir a un alcalde o alcaldesa que realmente tenga el consenso de la mayoría, pues Alfonso Sánchez sólo reflectores y trabajar para su proyecto personal, es decir, la gubernatura de Tlaxcala en el 2027, sin embargo es una realidad que su ambición está muy lejos de enarbolar los intereses del pueblo.
Prueba de lo anterior, es que su síndica, la guapa maestra Ivonne Hernández Blancas, intentó, también el pasado fin de semana, sorprender a sus similares de otros ayuntamientos para convocarlos a una comida, con la intención de que la respalden para llegar a la presidencia de la Asociación de Síndicos Unidos del Estado de Tlaxcala.
La maniobra fue detectada por algunos presidentes municipales electos que de inmediato operaron con sus síndicos para frenar ese madruguete del grupo de los Sánchez Anaya.
Hizo muy mal Ponchito al ausentarse y despreciar los cursos de capacitación. Se le olvida que no existen alcaldes de primera ni alcaldes de segunda.
Su proyecto de querer convertirse en el sucesor de la gobernadora Lorena Cuéllar no tiene pies ni cabeza. Difícilmente va a conseguir respaldo de la clase morenista y de sus aliados en caso de mantener esa actitud pedante.
Su papá, el ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya ya no es el mismo después del infarto que sufrió el pasado 29 de mayo. Su ausencia en la operación y manejo político de su hijo Ponchito es evidente y me queda claro que la esposa del junior, Marcela González, es la que lo está manipulando para asumir una actitud sobrada.
Seguramente habrá presiones para que los presidentes y las presidentas municipales electas acepten que Alfonso Sánchez los representes, al igual que para los síndicos y síndicas, pero le puedo adelantar que no será una labor fácil porque el rechazo hacia el junior y a la inexperta Ivonne Hernández es real y eso no es un invento.
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