La pregunta no es menor, ni tan poco fácil de contestar.

 

 

 

La alianza entre Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente nacional del PRI y la aún senadora y ex gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes Rangel, se rompió y es cuestión de días o semanas para que se empiecen a ver las consecuencias.

 

Alejandro Moreno logró prolongar su permanencia en la dirigencia del partido tras la Asamblea Nacional del pasado fin de semana, pese al rechazo de ex gobernadores y militantes de peso, quienes exigían que dejara el liderazgo del PRI para que otros miembros pudieran asumir el control y trazar un nuevo rumbo.

 

Los adversarios y críticos de Alejandro Moreno fracasaron y éste operó para seguir mandando en el ex partidazo. El ex gobernador de Campeche ha mantenido un férreo poder en el PRI, pues todo lo que en su momento le ha estorbado lo ha expulsado o retirado de las áreas de influencia, de ahí que ahora sólo falta saber cuál será el futuro de ese instituto político en Tlaxcala, sobre todo porque viene en caída libre y con contados liderazgos de peso.

 

Moreno Cárdenas sabe que Beatriz Paredes controla el partido en Tlaxcala y que ella puso al actual líder, el longevo Ernesto García Sarmiento, una vez que Anabell Ávalos Zempoalteca, actual senadora electa, dejó esa responsabilidad para participar en el pasado proceso electoral donde tuvo una acertada labor.

 

Si el dirigente nacional mantiene su modus operandi, seguramente en unas semanas o quizá meses optará por recuperar y entregar el partido a un incondicional en Tlaxcala, pero ese proceso no será fácil ni terso porque Beatriz Paredes no cederá esa posición tan fácil y ahora menos cuando hizo público su rechazo a que Morena Cárdenas siguiera al frente del tricolor.

 

La cara más visible del grupo de Alejandro Moreno en la entidad era la del aún diputado federal, Mariano González Aguirre, sin embargo como su mujer Alejandra del Moral Vela, ex candidata del PRI a la gubernatura del Estado de México, renunció el ex partidazo para ponerse a las órdenes de la futura presidenta del país, la morenista Claudia Sheinbaum Pardo, ésta le jaló la correa al bisoño político tlaxcalteca y también anunció su salida del tricolor, de ahí que hasta ahora es complicado visualizar quiénes son los priistas y las priistas que estarían jugando con “Alito”.

 

Pronto aparecerán nombres, porque si alguien sabe operar al interior del PRI es Alejandro Moreno.

 

Descarte de esa lista el nombre de Anabell Ávalos. La senadora electa está concentrada en su preparación para llegar a la Cámara Alta del Congreso de la Unión y por lo que se sabe no tiene ningún interés en asumir nuevamente la dirigencia estatal del PRI.

 

Por cierto, la priista y ex alcaldesa capitalina se mantendrá firme en su partido y está descartada cualquier posibilidad de que renuncie a su militancia para sumarse a otra bancada o instituto político.

 

Ella es una de los pocos liderazgos que le quedan al PRI. Los resultados de los pasado comicios lo demuestran al sumar 150 mil sufragios, es decir, 80 mil menos de los obtenidos en los comicios del 2021 cuando compitió por la gubernatura y que alcanzó 230 mil votos.

 

Los votos que sumó son reales y de personas que confían en ella. Su campaña fue austera y su éxito quizá se debe a que caminó y tocó puertas, lo cual le permitió garantizar su llegada al Senado cuando era evidente que había otros proyectos con más recursos y con el respaldo de la estructura gubernamental que no pudo ganar esa posición como fue el caso del ex secretario de Gobierno, Sergio González Hernández.

 

El PRI sumó en la elección de diputados locales del pasado 2 de junio más de 63 mil votos, lo que le permitió ubicarse como la cuarta fuerza política en la entidad. Fue superado por Movimiento Ciudadano que rebasó los 79 mil sufragios, así como por el PT que obtuvo más de 101 mil votos y Morena que alcanzó la cifra de más de 156 mil sufragios.

 

Bajo este contexto, es obvio que Alejandro Moreno debe ser prudente y muy inteligente a la hora de asumir el control del PRI en Tlaxcala, porque una mala decisión podría llevar a que el partido pierda más presencia y fuerza, porque es difícil visualizar al ex partidazo sin el respaldo de Beatriz Paredes o de Anabell Ávalos.

 

El escenario para el PRI luce muy complicado.

 

A un mes de las elecciones del pasado 2 de junio, los rumores de cambios y ajustes en el gabinete de Lorena Cuéllar Cisneros son constantes.

 

Ayer, por ejemplo se empezó a escuchar que Erick Sergio Ramírez Manzur, director de Inteligencia para la Prevención y Guadalupe Ballesteros Arellano, secretario técnico de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Tlaxcala, dejarán sus cargos a finales de este mes, debido a las insuperables diferencias que sostienen con el responsable de esa dependencia Alberto Perea Marrufo.

 

Son varios rumores que hasta ahora sólo el que se tiene confirmado es la salida del secretario de Cultura, Antonio Martínez Velázquez, pero hasta ahora ni uno más se ha podido verificar su veracidad.

 

La actitud de algunos políticos y políticas de criticar y no proceder en consecuencia los deja muy mal parados ante la opinión pública.

 

Y me explico, el aún secretario de Cultura se quejó de que había personas simulaban pertenecer a la comunidad LGBT+ para acceder a un cargo de elección popular como sería el caso de Aurora Villeda Temoltzin, quien resultó electa diputada local, sin embargo el funcionario no presentó ningún recurso legal para evitar esa supuesta irregularidad, por lo que es cómplice de esa anomalía que le guste o no la avaló y la solapó su partido Morena.

 

Otra política que le ha entrado al pueril debate y que seguramente le saldrá contraproducente por los antecedentes que tiene de golpear a una catedrática de la UATx que era la ex mujer de su actual esposo, es la diputada local del PAC, Alejandra Ramírez Ortiz, quien en redes sociales escribió que “Ahora las acciones afirmativas se cumplen con tener muchos amigos”.

 

Ella fue dirigente del PAC y aún milita en ese partido, sin embargo su representante legal ante el ITE no presentó ningún recurso legal para cuestionar el registró y el triunfo de Aurora Villeda, situación que obviamente los hace cómplice en caso de que fuera cierto que la líder del Partido Redes Sociales Progresistas mintió al declararse miembro de la comunidad LGBT+.

 

Me queda claro que el nivel de la clase política es muy bajo.

 

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