El desmantelamiento de la limitada educación superior en Tlaxcala es una realidad.
Los académicos y docentes que no apoyaron el actual proyecto político que gobierna a la entidad en los comicios del 2021 están siendo perseguidos y echados de sus centros de trabajo, sin importar sus cartas credenciales, su prestigio y su trayectoria, pues es necesario obtener sus plazas laborales para dar paso a improvisados, recomendados y a los compromisos establecidos durante la pasada campaña.
Hubo rectores como Enrique Padilla Sánchez que se hacía responsable de la Universidad Politécnica de Tlaxcala (UPTx) y Marco Antonio Castillo Hernández que controlaba la Universidad Tecnológica de Tlaxcala (UTT), que antes de iniciar la limpia del personal docente se dieron a la tarea de revisar sus antecedentes académicos y comprobar que en ambas instituciones había buenos perfiles que debería mantenerse en la nómina no sólo por la formación y educación de los alumnos, sino porque también apuntalaban el prestigio de ambas instituciones.
En esas universidades llegaron lorenistas a áreas administrativas y académicas que lejos de hacer su trabajo empezaron a recabar chismes para mal informar a la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, como fue el caso Lauro Sánchez Sánchez, Secretario Académico de la UPTx.
Hasta ahora es muy común escuchar que fulano había apoyado a zutano y que no debería seguir cobrando en tal Universidad porque era ajeno al proyecto lorenista y porque no trabajó para que Morena ganara la gubernatura.
Fue así como en marzo pasado se decidió la salida de Enrique Padilla de la rectoría de la Universidad Politécnica de Tlaxcala para entregar esa posición al longevo político Marco Antonio Castillo que a su vez dejó en manos de Moctezuma Bautista Vásquez la Universidad Tecnológica de Tlaxcala, funcionario que mal dirigía el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep).
Marco Antonio Castillo llegó a la UPTx mesurado pero soberbio, es decir, fue prudente a la hora de revisar y analizar los perfiles del personal académico, por lo que prácticamente no hizo cambios, sin embargo sí se negó a recibir a los docentes para no establecer ningún compromiso, pese a que la instrucción era correr a todo lo que oliera a Enrique Padilla y al PRI.
Hubo uno que otro movimiento y despido, pero en los hechos la mayoría de personal de esa Universidad se mantuvo, lo cual le generó problemas al rector porque no pudo incorporar en la UPTx a su asistente y al grupo de colaboradores que lo venía ayudando a dirigir la UTT.
En cambio, Moctezuma Bautista no dudó en cumplir ciegamente la instrucción de despedir a los docentes que no habían trabajado para apoyar a Lorena Cuéllar y a Morena. El personal con maestría, doctorado y con una buena trayectoria académica fue corrido para dar paso a puro maestro improvisado y recomendado que carece de experiencia y respaldo universitario.
Sus desatinadas decisiones fueron aplaudidas y hasta celebradas, razón por la cual ese inepto funcionario hoy hace y deshace en la Universidad Tecnológica de Tlaxcala sin que nadie le diga nada.
A Bautista Vásquez no se le reconoce ningún mérito o trayectoria académica para haber sido designado rector de la UTT. Era visto como un lorenista pusilánime al que todos ubican más por lambiscón e inepto que por su trabajo al frente del Conalep.
Si alguien tiene dudas sobre el desmantelamiento del personal académico que enfrentan las universidades bajo el control del gobierno estatal, sólo necesita comparar la planta docente que había con la actual para ver las marcadas diferencias curriculares.
Lo anterior confirmaría que a la Cuarta Transformación lo que menos le importa es la adecuada y profesional preparación de los estudiantes.
Preocupante lo que pasa, pero es la pura neta.
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