Sería injusto no reconocer que la actual administración estatal ha tenido logros en el combate a la delincuencia en Tlaxcala, pues pese a heredar una tendencia a la alza en la incidencia de varios delitos del fuero común ha podido revertir ese fenómeno, sin que eso quiera decir que el problema de la inseguridad está resuelto y que no haya situaciones como el despunte de los ilícitos de alto impacto que urge frenar.
El inexorable paso del tiempo empieza a jugar un papel importante porque por un lado pone sobre la mesa los avances, pero también los errores e inconsistencias que han afectado la estrategia de seguridad en la entidad.
Los datos confirman que Tlaxcala sigue siendo de los estados más seguros del país, pero la rotación de cinco responsables de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, las filtraciones, las disputas y diferencias internas, la rivalidad entre las dependencias encargadas de la seguridad y su escasa coordinación son factores que han permeado más que los logros.
Para mala suerte de las autoridades estatales, hoy en día los ciudadanos y las ciudadanas tlaxcaltecas consideran que el principal problema que afecta y que se debería atender por parte del gobierno es la seguridad.
Los estudios de opinión pública no mienten y éstos confirman que un porcentaje importante de personas se siente insegura en su casa, en su negocio, en su trabajo, en el transporte público, en las carreteras y cuando sale a divertirse o a realizar otra actividad, lo cual se debe a que es común enterarse de delitos de diversos tipos que se cometen y que impactan al imaginario colectivo.
Por ejemplo, de qué sirve presumir o destacar que se ha logrado disminuir el robo de automóviles en Tlaxcala cuando por otro lado se revela que el 95 por ciento de los atracos de ese tipo se cometen por tipos armados con pistolas.
O usted cree que los empresarios que han sido asaltados en sus casas por comandos armados piensan lo mismo que el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) delegación Tlaxcala, Carlos Alberto Tamayo Chavero, quien avaló las cifras en materia de seguridad del primer trimestre año y destacó que en ese lapso de tiempo no se hubiera registrado un solo asalta al transporte de carga.
Dudo que su tío que dirige una importante empresa de transporte piense lo mismo y que esté contento con la seguridad, sobre todo cuando hombres armados entraron a su casa para robar.
Creo que el gobierno estatal se equivoca al pretender culpar a las redes sociales y a los medios de comunicación de la percepción de inseguridad que existe en Tlaxcala.
El secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, fiel a su estilo de evadir responsabilidades y culpar a otros de las críticas que se lanzan contra la actual administración, no sólo desestimó el trabajo del 911 y de sus folios que los mismos policías se encargan de filtrar a los reporteros, sino que pretendió dar clases de periodismo al solicitar que se los reporteros comprueben o verifiquen los datos que van a publicar porque, según él, muchas veces se trata de información falsa o sin fundamento.
El problema es que nadie en el gobierno te confirma o desmiente la información, empezando por ellos mismos, pues la descoordinación entre las dependencias y la falta de datos duros es la constante.
Un ejemplo claro de lo anterior tiene que ver con el ineficiente secretario de Seguridad Ciudadana de Tlaxcala, Ramón Celaya Gamboa, quien durante una entrevista reveló que en el presente año se habían registrado dos secuestros y por el otro la Procuraduría General de Justicia en el Estado negó ese hecho en su informe trimestral que fue presentado el pasado viernes.
Y si en verdad el secretario de Gobierno quiere que los medios de comunicación informen hechos reales, entonces porque no hizo público el escándalo que el pasado miércoles agentes ministeriales de la PGJE cometieron en presunto estado de ebriedad, quienes inventaron un ataque a balazos que provocó una movilización del personal de esa dependencia y de otras corporaciones.
Se dice que el comandante Carlos Leal, encargado del área de Secuestros fue el responsable de denunciar ese supuesto ataque y para que no diga Sergio González que se trató de una mentira le puedo proporcionar las grabaciones en los que se escucha cómo se solicitó ayuda y cómo se asegura que fueron agredidos por pasajeros de un automóvil Dodge Charger que no se sabía si era de color negro o rojo.
Sólo bastaría con revisar el chat de la procuraduría para comprobar que ese hecho sí pasó y que el comandante involucrado es el mismo que hace unos días atropelló a una mejor en Axotla del Río, comunidad perteneciente al municipio de Totolac y es el responsable de chocar una camioneta Ford Lobo asignada al área de secuestros.
El comandante Leopoldo Tepox fue el que se percató del invento y de los excesos de su amigo Carlos Leal y de inmediato procedió a cancelar el operativo porque comprobó que a su camarada se le habían pasado las copas.
Si los mandos de las dependencias estatales no ocultaran la información y maquillaran las cifras en materia de seguridad, quizá los jefes tendrían datos más certeros y duros que les permitieran actuar en consecuencia.
El problema de la seguridad se ha convertido en un dolor de cabeza para la actual administración, la cual se encamina a su segundo año sin poder mejorar la percepción entre los ciudadanos y las ciudadanas, razón por la cual debería revisar en qué está fallando para tratar de corregir el rumbo y la estrategia para que los avances que ha logrado realmente sean visualizados por la población.
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