La danza de los políticos tlaxcaltecas que aspiran a brincar a otro cargo empezó a notarse con más fuerza esta semana cuando diputados y alcaldes dejaron sus actuales responsabilidades para buscar competir en los comicios locales del 6 de junio. Sus números y la realidad que ellos tienen y ven es muy distinta a las que perciben y observan los ciudadanos.

 

 

 

 

Un dato que no debería pasar desapercibido para ellos es que casi siete de cada 10 tlaxcaltecas desaprueba que los alcaldes y diputados dejen sus puestos para ir por otro cargo, sobre todo cuando sus resultados han sido no tan favorables.

 

En la actual legislatura, van cinco diputados que han solicitado licencia para participar como aspirantes a alcaldes. De ellos quizá sólo una se dedicó con tiempo a trabajar su proyecto y hoy tiene posibilidades reales de ganar las elecciones. El resto tienen que ver con un capricho, una necedad familiar, la conveniencia del género  y el oportunismo de pertenecer a un partido que hoy goza de gran respaldo ciudadano.

 

La perredista Laura Yamili Flores Lozano siempre mostró su interés por convertirse en alcaldesa del municipio de Benito Juárez, de ahí que nunca ha dejado de realizar trabajo político para conseguir ese objetivo.

 

Los diputados de Morena Jesús Rolando Pérez Saavedra y Miguel Piedras Díaz aspiran obtener la candidatura de su partido para participar en los comicios a fin de ganar los ayuntamientos de Ixtacuixtla y Apizaco, respectivamente, lo cual se ve complicado porque ambos son grises y carecen de méritos y trayectoria.

 

Miguel Piedras es tan mal diputado y peor político que ante sus nulas posibilidades de conseguir la candidatura en Morena, se ha dado a la tarea de tantear en otros partidos la posibilidad de ser nominado a alcalde de Apizaco, bajo el ridículo argumento de que goza de un alto posicionamiento y aceptación ciudadana.

 

A ese truculento concesionario del transporte público de pasajeros se le ha visto en pláticas con el Partido Encuentro Social de Tlaxcala, Fuerza por México y últimamente con Redes Sociales Progresistas, pues asegura que si Lorena Cuéllar Cisneros, la virtual aspirante a la gubernatura de Morena, PT, PVEM, Nueva Alianza y el PEST no le cumple y lo hace candidato a presidente municipal de la ciudad rielera, hará todo lo posible por jugar las contras porque, según él, su vasto capital político puede hacer ganar a otro proyecto.

 

La bisoña legisladora del Partido del Trabajo, María Félix Pluma Flores, sigue siendo el títere preferido de su papá el alcalde de Tlaltelulco, Rubén Pluma Morales, quien tiene la estúpida obsesión de heredar a como dé lugar la presidencia municipal a su limitada hija para que su familia siga manteniendo sus lujos y privilegios, pero sobre todos los negocios que hacen al amparo del poder público.

 

Una reciente encuesta que se llevó a cabo en ese municipio para medir la intención del voto de los aspirantes a la alcaldía, arrojó que la pazguata María Félix Pluma está lejos de pelear la presidencia municipal, pues apenas si logra el 4.6 por ciento de las preferencias. Los punteros en este estudio superan los 15 puntos porcentuales y su crecimiento en las últimas semanas ha sido gradual y constante.

 

Otra diputada de Morena que se separó de su cargo para tratar de gobernar a partir de septiembre de este año el municipio de Xaltocan es Mayra Vázquez Velázquez, quien le apuesta más al empuje y al arrastre de su partido y de su candidata al gobierno del estado para ganar que a su trabajo político.

 

Aún faltan varios diputados por separarse de cargo para ir por otra posición. En unos meses veremos cuántos logran realmente su objetivo y cuántos fracasan. Los números y el respaldo ciudadanos no les son favorables, pero eso quizás no les importa mucho porque ellos tienen otros datos y por supuesto, otra realidad.

 

En otra entrega veremos el caso de los alcaldes que aspiran a convertirse en diputados.

 

Por lo pronto, le puedo decir que hasta ahora no hay candidatos a alcaldes y diputados que emocionen o generen altas expectativas.

 

La clase política se ve muy devaluada.

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