La soberbia y el exceso de confianza en Morena los está llevando a cometer errores que llegado el momento tendrán un alto costo. Si prevalecen esas actitudes seguramente el partido del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, enfrentará una elección complicada en Tlaxcala, porque el bloque opositor amplio que anoche se confirmó entre el PAN, PRI, PRD, PAC y el PS muestra todo lo contrario que no se observa en los impulsores de la Cuarta Transformación.

 

Morena enfrenta un enturbiado proceso interno por la designación de su candidato a la gubernatura. La polarización de los tres grupos que se disputan la nominación es evidente, al grado que se espera una fractura en ese partido, el cual tiene una buena precandidata con posicionamiento y respaldo ciudadano como es Lorena Cuéllar Cisneros, sin embargo su limitado ejercicio de hacer política le ha impedido sumar liderazgos de la Cuarta Transformación y la ha mostrado como una aspirante cerrada y sin capacidad de lograr acuerdos.

 

La otra aspirante, la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, sigue sin crecer en las encuestas y a la par que intenta aumentar su posicionamiento entre los tlaxcaltecas se dedica a descalificar a sus adversarias bajo pueriles argumentos de que ninguna trabajó en la fundación de Morena y que tampoco representan los intereses de los pobres porque pertenecen a una clase acomodada.

 

Dulce Silva Hernández sigue en lo suyo y con la cartera abierta financia cualquier ocurrencia que le ayude a mantener el ritmo de crecimiento que ha logrado en las últimas semanas. Nadie podría negar el posicionamiento que ha conseguido esa bisoña política, pero lo que tampoco se puede ocultar es que también se han incrementado sus negativos y la percepción de que no conoce el estado y que sus acuerdos con ciertos grupos y personajes son contrarios a los ideales de la Cuarta Transformación.

 

El partido de López Obrador en Tlaxcala goza en estos momentos de un claro respaldo ciudadano que lo pone a la cabeza en las preferencias rumbo a la gubernatura, pero la realidad es que su estructura partidista y de militantes no se ve por ningún lado, la unidad interna no existe, el desánimo entre los aspirantes a las diputaciones locales, alcaldías y presidencias de comunidad es mayúsculo porque no hay rumbo ni liderazgo que garantice que serán designados los mejores candidatos para los comicios del 6 de junio.

 

La atomización de la fuerza de Morena en la entidad es una realidad. La soberbia ha sido una mala consejera para las aspirantes a la gubernatura de ese partido, ya que piensan que el efecto López Obrador sigue vigente y que éste será determinante para repetir en el 2021 las copiosas votaciones que se alcanzaron en el 2018, situación que no es así porque hoy el adversario es diferente y éste se viene preparando de una manera muy diferente.

 

Morena ya perdió la agenda mediática de la sucesión y también la agenda política del estado. El bloque opositor amplio integrado por PAN, PRI, PRD, PAC y el PS ya marca los tiempos y el desarrollo de las elecciones, las cuales pareciera que se lleva conforme al cronograma de esa alianza y en sintonía con los convenencieros y dóciles consejeros del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones.

 

Mientras el boa cuenta con una estructura real y visible de operadores y militantes, una ruta crítica, tiempos y acuerdos concretos respecto a la repartición de cargos de elección popular, así como una asesora de lujo en el diseño de campañas y estrategias de marketing político como es Gisela Rubac, las aspirantes morenistas a la gubernatura que en su momento encabezarán una alianza con el PT, el PVEM y los partidos locales como Nueva Alianza y Encuentro Social de Tlaxcala, siguen sin mostrar músculo en sus equipos y la improvisación es la constante.

 

Sólo con ver la desastrosa comunicación que tienen en práctica las tres aspirantes de Morena a la candidatura del gobierno del estado se puede uno imaginar el bajo nivel que traen. Es obvio que les urge cambiar su estrategia si es que realmente quieren mantener la ventaja que hoy les dan los diferentes estudios de opinión.

 

En el boa se da como un hecho que la priista Anabell Ávalos Zempoalteca y la panista Minerva Hernández Ramos serán las únicas dos contendientes que serán medidas para determinar quién de ellas encabezará la alianza de ese grupo opositor, situación que resulta positiva porque entre ambas hay acuerdos y se descarta que haya algún tipo de confrontación.

 

El escenario para Morena no es del todo alentador. A partir de ayer enfrentan una competencia real y les puedo asegurar que no será nada fácil ganar la gubernatura de Tlaxcala el próximo 6 de junio. Al tiempo.