Al convulsionado e inestable proceso electoral de Tlaxcala que inició apenas el pasado domingo, habrá que sumar la incertidumbre que provocará la anulación de la reforma electoral por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, instancia que no aceptó la torpeza e ilegalidad con la que les gusta operar a los torpes diputados locales que fueron evidenciados como unos triquiñuelas.
La reforma se cayó porque los legisladores no pudieron integrar conforme a la ley la Mesa Directiva del Congreso del Estado que se eligió para presidir la sesión extraordinaria, en la cual se desahogaron los trabajos de análisis y aprobación de los cambios en materia electoral. Sencillamente violentaron el procedimiento legislativo, así de simple.
Los diputados locales que tuvieron tiempo de sobra para llevar a cabo una reforma electoral de avanzada, dejaron todo al último momento y los cambios que aprobaron el pasado 26 de agosto para garantizar la paridad de género y otras adecuaciones más que los benefician, simplemente quedaron sin efecto, situación que para desgracia de los partidos políticos viene a fortalecer al desgastado, omiso, ciego y mediocre Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE).
Para que tenga una idea de lo que provocará la anulación de la reforma electoral de Tlaxcala, le comento que existe una alta probabilidad que los lineamientos del ITE para garantizar la paridad de género en la designación de candidatos a diputados, alcaldes y presidentes de comunidad queden intactos.
Los argumentos de los partidos políticos para rechazar esos lineamientos se perdieron al quedar anulada la reforma electoral, de ahí que las mujeres terminarán por tener más espacios que los varones. Y lo que es peor es que los institutos tendrán serias dificultades para designar a sus candidatos y candidatas.
Los institutos políticos estarán obligados a armar una lista de los ayuntamientos empezando por los de alta competencia y concluir con los de más baja competencia, para después integrar cuatro bloques y así determinar cuáles serán encabezados por mujeres y cuáles por varones, lo que seguramente provocará confusiones y conflictos que deberán ser aclaradas por los convenencieros consejeros del ITE.
A esos lineamientos que se inclinan por favorecer a las mujeres porque tendrán más cargos de elección popular, los partidos políticos también tendrán que llevar a cabo ajustes para respetar los criterios que los obligan a incluir y garantizar la presencia de candidatos indígenas y jóvenes.
El revés que se esperaba para los excesivos e invasivos lineamientos del ITE en realidad fue para los torpes diputados que se la viven en conflictos internos y pugnas personales que los han llevado a cometer error tras error, ubicándolos como los integrantes de la peor Legislatura local que, para su mala suerte, los ciudadanos tlaxcaltecas perciben que está bajo el control de Morena y sus aliados el PT y el PES.
Aquellos 13 o 15 legisladores que tenían pensando brincar a otro cargos de elección popular o buscar la reelección en los comicios del próximo año y que estaban felices porque la reforma electoral que aprobaron les permitiría dejar el cargo un mes antes del día de las votaciones (6 de junio), ahora deberán separarse 60 días y aceptar la llegada de sus suplentes, lo cual muchos no querían porque mantienen una pésima relación con ellos y porque seguramente muchos intentarán concluir las labores como diputados locales que legalmente terminan a finales de agosto del 2021.
El inicio legal del proceso electoral de Tlaxcala no es nada alentador. Los actos anticipados de campaña son evidentes, así como la promoción ilegal de varios y varias aspirantes a un cargo de elección popular.
La pasividad de la autoridad electoral es ofensiva. La guerra sucia que existe entre algunos aspirantes a la gubernatura es innegable. Los gastos exagerados de algunos políticos son un insulto.
Si esto apenas comienza, imagínese el desorden y la ilegalidad que aún nos falta por ver.
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