Es obvio que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador sigue contando con el respaldo de los ciudadanos y ciudadanas que lo apoyaron para ganar las elecciones del pasado 1 de julio, pero el cambio de su comportamiento y de discurso sin dudas dejó un mal sabor de boca entre sus futuros colaboradores tlaxcaltecas y los legisladores locales y federales que formaron parte de la coalición “Juntos Haremos Historia” integrada por Morena, el PT y el PES.

El apapacho y manto protector que López Obrador extendió al gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, quien en un momento formó parte de lo que el tabasqueño consideraba la “mafia en el poder”, cayó como un balde de agua fría para los futuros colaboradores tlaxcaltecas del gobierno federal que recibieron la instrucción de respetar, alabar, adorar y aceptar las instrucciones del primer priista en el estado para garantizar la armonía entre el gobierno federal y local.

Los señalamientos de corruptos y bandidos que merecieron los priistas de Tlaxcala quedaron atrás. Ahora que López Obrador se convertirá en el futuro presidente amoroso de México parece que su memoria se borró, de ahí que sus súbditos deberán someterse, porque él así lo decidió, a la voluntad del gobernador Mena.

Lo anterior quedo más que claro en la reunión que el presidente electo sostuvo con el mandatario, miembros del gabinete estatal y los diputados locales y federales y los senadores, quienes no sólo observaron el espaldarazo que recibió Marco Mena, sino que López Obrador dejó en claro que el coordinador de las acciones del gobierno federal será el priista y que su representante en Tlaxcala, la aún diputada federal, Lorena Cuéllar Cisneros, será la que realice el trabajo administrativo.

Andrés Manuel López se dejó apapachar y querer por los priistas locales. La alcaldesa capitalina Anabell Ávalos Zempoalteca no pudo ocultar su emoción de recibir y aparecer unos minutos al lado del futuro presidente y el gobernador. Los funcionarios estatales disfrutaron que en la reunión con el futuro mero mero del país hayan ocupado los lugares principales y que los diputados de Morena, el PT y el PES fueron enviados hasta atrás como sí sólo hubieran sido invitados de relleno.

Legisladores locales y federales acudieron al llamado. Una ausencia notable -quizá la única que mostró dignidad- fue la de Adriana Dávila Fernández, quien siendo diputada federal panista no acudió al hipócrita encuentro donde sí estuvo la senadora de su partido Minerva Hernández Ramos.

La ex gobernadora y senadora del PRI, Beatriz Paredes Rangel, se mostró más que cómoda en la reunión, al grado que opacó a senadores como Ana Lilia Rivera Rivera y José Antonio Álvarez Lima, quienes demostraron que son dos morenistas aplicados que sólo harán lo que se les ordene y que su voluntad y disposición fue secuestrada por sus jefes políticos.

Lorena Cuéllar fue disminuida y al final se convirtió en una invitada más, como si la intención fuera enviar un mensaje.

Joel Molina Ramírez, el ex priista y líder de Morena que logró mantener a su hija como aviadora en el gobierno de su amigo y aliado Mariano González Zarur, se adjudicó el derecho de admisión para los eventos que tuvo López Obrador en Tlaxcala.

Los amigos y aliados de Joel Molina recibieron un gafete para estar en el templete al lado del presidente electo y los que no están en su círculo obtuvieron una invitación normal que no les asignaba un lugar destacado, situación que provocó la molestia de algunos legisladores locales y federales que tuvieron que aceptar un mal trato que avaló Víctor Báez López, presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso del Estado.

El desprestigiado líder estatal del PT y diputado federal, Silvano Garay Ulloa, prácticamente fue ignorado en el evento que el tabasqueño sostuvo por la tarde de ayer en el zócalo de Tlaxcala y su enojo fue más que evidente, al grado que dejó entrever el posible rompimiento de la alianza legislativa que su partido mantiene con Morena.

Pero no crea que fueron los únicos absurdos, pues los funcionarios priistas del gobierno del estado también sacaron su lado incongruente al ofrecer toda la ayuda, equipo y seguridad para que la presencia de Andrés Manuel López fuera de lo más cómoda, cuando hace unos meses hicieron todo lo posible para que el PRI ganara las elecciones del 1 de julio.

Al revisar los detalles de la visita del presidente electo, los enviados del gobernador Mena no sólo mostraron su disposición de trabajar con el futuro presidente, sino que destacaron que los tlaxcaltecas son un pueblo de izquierda y partidario de la lucha social como la que lleva a cabo López Obrador, según las palabras de Heladia Torres Muñoz, secretaria particular del mandatario local, quien opacó al gris secretario de Gobierno, José Aarón Pérez Carro, que siempre termina por asumir su papel de chalán.

Andrés Manuel López Obrador está irreconocible. Su incongruencia es mayúscula y lo único que demuestra es que utilizó el gran malestar de los mexicanos para ganar y satisfacer su ego.