Una de las dependencias que al final del gobierno Mariano González Zarur padeció el abandono fue la Secretaría de Salud, el cual se pensó que sería superado una vez que la administración de Marco Antonio Mena Rodríguez la incluyó en su triángulo de prioridades, sin embargo eso no ha sucedido y los problemas que tenía se han agravado por el pésimo trabajo que ha realizado el hidalguense Alberto Jonguitud Falcón.
Al igual que sucedió con otros funcionarios foráneos que se incrustaron en el gobierno del estado a principios del 2017 presumiendo sus currículum y su amplia trayectoria administrativa, Alberto Jonguitud Falcón asumió el control de la Secretaría de Salud en Tlaxcala sin aportar ninguna novedad o algún cambio sustancial en la operación de esa dependencia.
Han pasado casi 20 meses desde que llegó a Tlaxcala y la Secretaría de Salud padece los mismos problemas que en el gobierno pasado, pues la falta de personal y equipo es la constante, así como de otros insumos necesarios para ofrecer un aceptable servicio a la población.
Resulta lamentable que por la negligencia de los funcionarios de esa dependencia que dice controlar Jonguitud Falcón se tenga escasez de vacunas, pues resulta que se les olvidó girar un oficio para comprar esas inmunizaciones que hoy simplemente no se encuentran en las clínicas y hospitales de Tlaxcala.
También resulta grave que los pacientes que acuden a un hospital tengan que desembolsar fuertes cantidades de dinero para pagar intervenciones quirúrgicas porque según el personal médico no existen los especialistas, cuando en realidad se trata de doctores que si están disponibles pero que aprovechan la desesperación de los familiares de los enfermos para hacer negocio.
Los que conocen las entrañas de la Secretaría de Salud en Tlaxcala dicen que existe un desorden no sólo en la atención médica, sino administrativamente al grado que la cuenta pública del 2017 de esa dependencia tiene graves inconsistencias que de no ser perdonadas por los diputados locales será reprobada.
Esa fue una de las razones por las cuales hace unas semanas el ex diputado local Mario Hernández Ramírez fue cesado de la dirección Administrativa de la Sesa. Su lugar fue ocupado por Guadalupe Zamora Rodríguez, quien ha tenido serias dificultades para corregir las fallas y errores que se cometieron durante más de un año en esa dependencia.
Nadie se explica porque la Secretaria de Salud se encuentra abandonada y con tal desbarajuste si en teoría Alberto Jonguitud presumió su amplia experiencia obtenida en Hidalgo, ya que ocupó la titularidad de esa área en el gobierno de Manuel Ángel Núñez Soto y otros dos en la administración del ex mandatario Miguel Ángel Osorio Chong.
El descuido de Jonguitud Falcón es tal que los indicadores de ciertos rubros de la Secretaría de Salud de Tlaxcala han venido a la baja, lo que comprobaría que ese funcionario sólo llegó a cobrar a Tlaxcala.
Si se llevara a cabo una evaluación sobre el desempeño y logros de los actuales funcionarios que integran el gabinete estatal, sin dudas el secretario de Salud estaría reprobado en todos los sentidos, sin embargo aun así tiene la fortuna de presumir que está lejos de dejar su puesto porque ha tenido la fortuna de asumir un bajísimo perfil que casi lo ha hecho imperceptible como su trabajo que dice realizar.
Tlaxcala merece funcionarios comprometidos y no simuladores que su labor tarde o temprano afectará la imagen del gobierno.
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