Resulta increíble la actitud rapaz del hidalguense Alberto Jonguitud Falcón y de Mario Hernández Ramírez, titular de la Secretaría de Salud en Tlaxcala y Director Administrativo de la dependencia, respectivamente, quienes por ahorrar unos pesos desmadraron la vida a varios enfermos renales que exigen castigo por el daño que sufrieron.
La negligencia que hace unas semanas se detectó en el Hospital General de Tlaxcala en el área de hemodiálisis y que las autoridades han tratado de ocultar por todos los medios pronto se hará pública, pues en dos Subsecretarías de la Secretaría de Salud a nivel federal no conciben que después de las graves irregularidades detectadas no se haya sancionado y despedido a los responsables.
Resulta que el personal contratado para llevar las labores de limpieza y desinfectar la sala de hemodiálisis notificó a su jefe inmediato que el líquido químico empleado para esa tarea estaba caducado y necesitaba ser reemplazado, por lo que la petición empezó a encontrar negativas durante la larga cadena de mando establecida hasta llegar al director Administrativa de la SESA, Mario Hernández Ramírez, quien mostró su ignorancia y aprovechando su cercanía con el vicegobernador mandó al carajo a todos y ordenó que siguieran usando la mencionada sustancia hasta agotar el último envase.
Mario Hernández que presume haber sido diputado local, presidente municipal de Amaxac y director Administrativo del Hospital Infantil de Tlaxcala se olvidó del asunto y siguió en su postura arrogante de presionar y hostigar a los trabajadores de la dependencia y de realizar negocios al amparo del poder.
Al poco tiempo, los doctores encargados de atender a los cientos de pacientes que acuden al Hospital General de Tlaxcala para practicarse una diálisis detectaron que algunos registraban un cuadro infeccioso que complicaba su de por sí precaria salud.
Los casos se fueron multiplicando hasta que fue necesaria la intervención de la Secretaría de Salud a nivel federal que emprendió una investigación para detectar cual era el origen y la causa del problema que ya había afectado a 50 pacientes tlaxcaltecas.
La Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud cuenta con documentos que demuestran que la causa que daño la salud de cerca de 50 enfermos renales fue una bacteria que se ubicó en el área de hemodiálisis del mencionado hospital, la cual no era eliminada porque el líquido empleado no cumplía con los estándares de desinfección requeridos porque el químico usado estaba caduco.
Dicen que fue entonces que el despistado titular de la Sesa el hidalguense Alberto Jonguitud Falcón se enteró de la gravedad del problema.
De inmediato se armó toda una cadena de encubrimiento para evitar que los pacientes y sus familiares se enteraran de esa terrible negligencia de las autoridades de la Secretaría de Salud, pues la intención de los directivos de la SESA era evitar un escándalo que podría alcanzar proporciones mayúsculas.
Hay oficios y documentos que demuestran esa negligencia, los cuales podrían hacerse públicos de un momento a otro.
Hasta ahora hay una versión que apunta que el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez conoce el problema y giró instrucciones precisas para corregir esa anomalía, aunque también hay otra que Alberto Jonguitud le ha ocultado el caso y por esa razón él y Mario Hernández conservan sus puestos en la Secretaría de Salud de Tlaxcala.
Ojalá que este grave caso de negligencia no termine en un mero acto de impunidad y protección en el gobierno del estado, porque sentaría un pésimo antecedente que sin dudas marcaría el futuro de la actual administración.
Si para presumir una política de ahorro presupuestal es necesario sacrificar vidas humanas, entonces sí que estamos jodidos. O no.
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