Sea de una forma u otra, en Tlaxcala siempre existe una cadena de complicidades que impide la impartición de justicia. En la actualidad hay una fuerza que en estos momentos ayuda a los ex presidentes municipales a salir avantes en los procesos penales que enfrentan por estar ligados a posibles actos de corrupción cometidos en sus administraciones.

corruptelas

Mientras los magistrados del Tribunal Superior de Justicia del Estado tuerzan la ley para proteger a ex presidentes municipales que enfrentan denuncias penales por uso indebido del cargo y robarse cuentas públicas del último trimestre de sus administraciones, difícilmente veremos a alguien en la cárcel para que pague por sus excesos y actos de corrupción.

Lo increíble de esta historia, es que los magistrados del TSJE encargados de impartir justicia utilizan sus posiciones para amparar y defender a los ex alcaldes panistas y a un priísta, con el propósito de esconder su verdadera intención de salvar el pellejo a ex autoridades que gobernaron sus municipios bajo los colores del PAN.

Resulta que los procesos de entrega recepción en varios municipios no se pudieron concretar debido a que los ex ediles no pusieron a disposición de las nuevas autoridades la cuenta pública correspondiente al último trimestre del 2016 y lo que es peor se llevaron la documentación oficial y la computadora del OFS que almacenaba la infomación contable de sus administraciones.

Lo anterior obligó a los nuevos alcaldes a presentar las denuncias correspondientes ante la Procuraduría General de Justicia en el Estado para deslindar responsabilidades, sin embargo unas semanas después algo raro paso porque el magistrado responsable de la Sala Administrativa del TSJE, Elías Cortés Roa, emitió un mandato judicial para obligar a los presidentes municipales en funciones a recibir la infomación de la cuenta pública correspondiente al último trimestre del 2016.

Como buen abogado, Elías Cortés torció la ley y sin importarle que hubiera investigaciones penales contra esos ex ediles sacó su corazón panista y optó por defender a esos ex servidores públicos acusados de malversar recursos de los ayuntamientos.

Elías Cortés está convertido en abogado defensor de los ex presidentes municipales y utiliza a un diligenciario para llevar las cuentas públicas del último trimestre del 2016 en aquellos ayuntamientos cuyos ediles presentaron una denuncia.

Arropado por el poder, ese diligenciario saca la prepotencia que caracteriza a los magistrados y con oficio en mano acude a los ayuntamientos. Una vez ahí ordena que le reciban la documentación y a la primera negativa levanta una acta y deja tirados los documentos oficiales y asienta que la cuenta pública del último trimestre del 2016 fue entregada oficialmente.

Con esa triquiñuela se pretende dejar sin efecto las denuncias penales que existen contra los ex presidentes municipales, pues la lógica de ellos es que el ministerio público no podrá seguir investigando un supuesto delito cuando la documentación oficial ya está en manos de los alcaldes en funciones.

Lo grave del caso, es que la presidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Elsa Cordero Martínez, sabe perfectamente de las maniobras legaloides y excesos de su camarada, pero aún así ha permitido ese comportamiento que demuestran que en Tlaxcala la justicia siempre está al servicio del mejor postor.

Pronto Elías Cortés y Elsa Cordero enfrentarán un juicio político y un procedimiento para exigir su destitución como magistrados, pues está documentada su complicidad y protección a los ex presidentes municipales del PAN.

Dicen que la cachetona magistrada Cordero Martínez fue alertada con tiempo del caso, no obstante al constatar las anomalías de Cortés Roa optaría por dejarlo actuar libremente y al mismo tiempo utilizar esa información para desacreditar al responsable de la Sala Administrativa del TSJE.

Difícil de creer pero sí, el Tribunal Superior de Justicia del Estado es el mejor aliados de los ex alcaldes acusados de corrupción.

Con esos magistrados la impartición de justicia en Tlaxcala es una quimera, de ahí que los ciudadanos estamos jodidos, ni hablar.