El aún mandatario dejará el poder pero los tlaxcaltecas tendremos que padecer por unos años más su herencia tan corrupta y desleal que sin duda harán crecer la mala fama de su padre Mariano González que será recordado como el peor gobernador del estado de los últimos 36 años.
Por fin mañana concluirá el gobierno de Mariano González Zarur que siempre se mostró intolerante, insensible, corrupto, déspota y desleal. El hacendado ha sido tan incongruente que los hechos demuestran que hizo todo lo contrario a lo que prometió cuando rindió protesta como gobernador de Tlaxcala.
El coordinador de los esfuerzos de los tlaxcaltecas resultó un viejo político amañado que desde el principio se puso su disfraz de autoritario y duro para generar miedo entre sus gobernados. Muchos le creyeron y optaron por un ostracismo pactado, pues sabían que ahora le correspondía a González Zarur beneficiarse económicamente.
Mariano González fue un desleal y una vez que tuvo en sus manos la constancia que lo acreditó como gobernador electo desconoció acuerdos y a los aliados que lo ayudaron a ganar la elección del 2010. El botín ya era suyo y sólo estaría dispuesto a compartirlo con sus hijos Mariana González Fuollón y Mariano González Aguirre, quienes al final se convirtieron en los únicos beneficiados de los negocios que se hicieron a través de las dependencias estatales.
Ahí están las empresas constructoras, las ganancias millonarias logradas a través de los desayunos escolares, la desaparición de miles de toneladas de fertilizantes y otros negocios más que conforme pasen los meses se empezarán a documentar.
Mariano González no está en condiciones de pedir lealtad a nadie cuando él no cumple su palabra. Esa característica fue bien heredada y aprendida por su hijo que pronto se desempeñará como diputado local.
El gobierno de Mariano González fue muy semejante al del ex panista Héctor Ortiz Ortiz. Fue la misma película y lo único que cambio fueron los personajes. Ambos acumularon riqueza. En el primer caso ayudaron al saqueo los hijos y en el segundo fueron los hermanos y los cuñados.
A partir del 1 de enero el hacendado sentirá la soledad de dejar el poder. Su celular ya no sonará tantas veces y nadie lo buscará más. Su amargura se acentuará en su desgastada figura y se negará a aceptar que es un ciudadano más y que será recordado como el peor gobernador de Tlaxcala de los últimos 36 años.
A lo largo de casi seis años denunciamos los excesos y abusos de Mariano González. Hoy hablar más de un cadáver político da hueva. Él ya se va y nosotros seguimos vigentes pese a los intentos que hubo por destruirnos.
Las piedras en los zapatos de Anabell
Al interior del equipo de la próxima presidenta municipal de Tlaxcala, Anabell Ávalos Zempoalteca, crece el malestar en torno a dos personajes grises que desde ahora buscan generar divisiones y tener un protagonismo que no merecen, porque su capacidad apenas si les alcanza para medio ejecutar las órdenes que reciben.
El primero es el eterno aspirante a la alcaldía de San Pablo Apetatitlán Víctor Gutiérrez, que como buen campeón de las derrotas electorales trata de imponer a los funcionarios de primer nivel que acompañarán a la alcaldesa.
Se siente poderoso y el hombre fuerte de la presidenta municipal, al grado que presume que él deberá dar el visto bueno a los futuros servidores públicos que entrarán a laborar en el ayuntamiento capitalino.
Como encargado del proceso de transición, el frustrado gutierritos que ya se presenta como el secretario general del ayuntamiento ofrece puestos y plazas, situación que ha generado confusión y malestar en algunos personajes que si tienen peso político.
Víctor Gutiérrez es lo opuesto a Anabell Ávalos, de ahí que verlo en la administración municipal desempeñando un cargo importante sería un error que sin duda tendrá implicaciones negativas para la gestión de la ex delgada de la Sedesol.
El otro personaje es Héctor Martínez que como síndico municipal electo trata desde ahora tener un marcado protagonismo. Quiere tener la misma relevancia y atención que concentra Ávalos Zempoalteca, cuando es un hombre acostumbrado a ser el segundo, a recibir órdenes y a cerrar la puerta cuando concluyen las reuniones de trabajo.
Su sueño de convertirse en alcalde capitalino ya lo heredó a su hijo del mismo nombre. Lejos de pensar en entregar buenos resultados, Héctor Martínez ya opera para promocionar a su cachorro como futuro candidato del PRI a diputado federal o local para los comicios del 2018, para luego encaminarlo a la presidencia municipal de Tlaxcala.
Es obvio que sus intenciones ya fueron descubiertas por los colaboradores de Anabell Ávalos, quienes están en contra de los planes tan adelantados del síndico municipal electo porque ya generó una división en un grupo que si quiere tener éxito deberá llegar y trabajar unido.
Con esos colaboradores quien necesita enemigos.
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