Se avecina una elección con dos vertientes fuera de control, el PRI y una nueva legislación a modo, y un PAN sin saber lo que le aguarda con semejante alianza perversa
Es una suma de factores en favor del tricolor con la complicidad del PAN. Comenzamos con la manchirreforma electoral y la avasallante mayoría con adhesiones aleatorias de vividores con título de diputados.
Seguimos con una distritación, aprobada ya, que castra demarcaciones como Tlatelulco, incorporándola a Chiautempan, a ver, qué va a hacer el voto panista de los dominios de Polvo ante la cascada electoral de Santa Ana.
Pero eso no es todo. Hoy sabemos que el señor manchis jala todos los hilos posibles en el Senado de la República, para enjaretar a Ignacio Temoltzin como magistrado del Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET).
Así opera Mariano. Como gas pimienta entre la gente, a todos de alguna forma los dobla.
Entre aquella pachorra de los seis meses antes de asumir el mando y las jornadas con tiempo extra de hoy hay una diferencia notable.
Pero falta otra herramienta: el rumor; la guerra sucia, tan socorrida en el PRI y con objetivos claros dentro del propio instituto político.
Junto a dichas inmoralidades hay que mencionar la operación de la fábrica de susurros, localizada en la Secretaría de Gobierno, de donde ha salido el murmullo que considera a Ernesto Ordóñez Carrera como plan B, en vista de los magros resultados con Marco Mena como delfín.
El paquete va con la afirmación: a Noé, Anabell y Guadalupe Sánchez Santiago, los han bajado de la montura, y les han comunicado la decisión superior de jugarla con cartuchos tan quemados como Ordóñez que, por sí el runrún peca de ilógico.
Ninguno de los incómodos a Mariano ha dimitido, y según nos dicen, esperan el tiempo adecuado para lanzar sus posturas y descorrer así el velo de engaños (para eso sí sirve la Segob) salido del mismísimo Palacio.
Cambios con maña
Nos decían laboratorio de la política. En 1998 no nos fue difícil iniciar una aventura, cierto con sesgos de democracia, aunque protagonizada por los mismos tricolores herederos de Sánchez Piedras. Fue la época de Alfonso Sánchez Anaya y su sorprendente perredismo que tantos dividendos le dejó, y desde luego esos excesos de pareja que al final lo arruinaron.
En 2004 Héctor Ortiz, irrumpió con las siglas del PAN, pero con un antecedente idéntico al de Sánchez Anaya. Los dos provienen de ramificaciones con el sello de Beatriz Paredes Rangel. No fue una administración para sentirse orgulloso. Al contrario, alentó la esperanza de un cambio con el último de la foto, Mariano, quien en 2010 fue el menos malo en la contienda.
No sabíamos la clase de alacrán que nos caía en el pecho. Y a partir de entonces el estado detuvo su lento andar. Sobre todo en la etapa otoñal de dicha administración, cambios como los recién aprobados apuntan a un proyecto transexenal de un Mariano en la cúspide de la soberbia, aunque en el sótano infernal de los logros.
Ahí lo tiene. Haciendo por perpetuarse en el poder.
Omite, sin embargo su pertenencia a un partido donde el culto al próximo echará por tierra cuanto esfuerzo haya hecho el temperamental, tramposo, tahúr, y demás calificativos apropiados para entes tan perversos.
Su propio hijo lo desafía en el terreno de las candidaturas.
Pues los dos toparán con una gruesa pared cuando otra voluntad, aun superior a ellos, llegue con sus propias canicas a organizar el tema de candidaturas y el diseño de un Legislativo, hoy prostituido como no ocurría.
Renuncias en puerta
Según un rotativo local, la dirigencia estatal del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) analizó en reciente reunión renunciar a su militancia antes de ser llamados traidores, por el fundador de este proyecto, Andrés Manuel López Obrador, próximo a iniciar gira en Tlaxcala, el 17 de este mes.
Homero Meneses, dice esa crónica, asegura pender del hilo en que decante la conversación con su jefe, el ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya, la cual tendrá lugar mañana sábado cinco de septiembre.
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