La clase política es decepcionante… unos, los vivales todo lo ensuciaron defendiendo intereses superiores para desmantelar al país… los otros se quedaron como el chinito…
A la gente no se le puede pedir que celebre las atrocidades a través de las cuales hoy, la inconformidad ya alcanzó niveles de riesgo, la violencia está en pleno, la corrupción desborda y el dólar se cotiza en más de dieciséis pesos. Ese panorama no lo planteó el simpático candidato tricolor del singular copete y las ideas desbalagadas.
Tal vez ese sea uno de los motivos por los cuales Rosalinda, Anabell y Ricardo, ganaron la elección del domingo siete de junio, con apenas un voto de cada diez tlaxcaltecas con credencial de elector.
Su legitimidad es cuestionable. Es la coronación a un trabajo mapacheril planeado con tal grado de perversidad de quienes, por cierto solo asiste la idea de ganar, sin advertir los intereses a los que sirven… más bien los entusiasma la idea de participar en el saqueo del país.
Hoy se pavonean, ríen cuales hienas al presenciar la hoguera de la cual nada más son unos cuantos palitos, gracias a los cuales mientras el patrimonio de los millones que somos va en picada, la bonanza de unos cuantos les permite lisonjearse cada día, incluso utilizando a las Fuerzas Armadas para organizar homenajes a su chafes.
Ese pequeño porcentaje de participación en las urnas dejó fuera a sesenta de cada cien en su derecho y obligación de votar. Ni modo, ahora no podremos quejarnos. Fuimos víctimas de una intensa campaña desestimulante, de escenarios que nos replegaron, mientras los apoderados de los presupuestos usaron nuestro mismo dinero para hacer maravillas de engaños.
Esta vez, por ejemplo, 33 mil pantallas fueron prometidas mediante igual número de boletos a electores condicionados a recibirlas, siempre y cuando los resultados evidenciaran su copiosa y alegre votación por el… partido de las mayorías.
Se dieron cuenta que dar antes de votar no produce. Mejor esperar a los resultados.
La pregunta es, ¿y si los votos no los hubieran beneficiado, cuál sería el destino de las 33 mil pantallas?
Con el petate del muerto del apagón analógico –dificil de comprender- hurtan las ilusiones de los pobres, pasándoles los televisores por los bigotes… ¿quieres uno?, ¡vota! Ahí tienen ustedes los resultados.
Alguien pregunta si el alimento que los hijos de esos mapaches se llevan a la boca es bien habido… yo no sabría qué responder; pero ellos sí… ¡les vale madre!
Retrocedimos… Chiaufet, con todo y su gran panza, declara la guerra al Magisterio. Peña Nieto y su gran copete, advierte sobre la imposibilidad de frenar las reformas entreguistas. Mientras, pulula la gente con un regalito bajo el brazo. Y este va a dar a las tiendas de empeño porque la verdad, muchos aceptaron las pantallas por hambre.
Por cierto, todas estas fotografías de nuestra tragedia se dan al tiempo que el contralor de la presidencia, no ha encontrado la hebra para desatar el paquete de cochinadas de la Casa Blanca de Peña, la grosera casa de Videgaray, y demás propiedades ofensivas, como hoy las puede tener uno de los hombres más ricos de México… un tal Mariano, de la nueva lista de millonetas, ¿nada más vendiendo toros que no embisten?… ¡no me digan!
Cambrón, Navarrete… se parecen
Bueno, después de la tragedia electoral en la cual se sumieron los grupos progresistas de la política tlaxcalteca, ha salido el joven Manuel Cambrón, a expresar sus fundadas sospechas respecto a las fuertes posibilidades de que a la oposición se la esté llevando el chamuco.
No se limita para hacer un gran llamado a partidos, grupos, liderazgos, tribus, carritos de hot-dogs y a cuanto sujeto se deje, para conformar una gran alianza que pueda enfrentar a estos condenados priístas chapuceros que esta vez la supieron hacer bien chida.
¿Tiene ganas de vomitar? Vea las justificaciones de Carlos Navarrete, el gurú que pronostica la extinción de su partido en 2018 en la capital del país.
Aquí en Tlaxcala le puede pasar lo mismo si le dedica tiempo a Cambrón y a algunos presentes en la mesa que finge ser la alternativa.
Yo quitaría a Santiago Sesín… bueno lo invitaría a pasar a otra mesa, tal vez enfrente. Igual a Cambrón y a la representante de Gelacio.
Nos quieren sorprender. Son unos gandallas. Son esa clase política por culpa de la cual, la gente ya no quiere participar en la pachanga de la democracia, sancionada por hombrones de la talla de Marco Rodríguez del Castillo y Piña Olaya (jejé).
Ahora díganme, qué hacía Ángel Espinosa Ponce, asesorando a orticistas. A veces lo quiero ver como infiltrado… y otras, también.
Y qué opinar del conformismo de la dirigencia estatal de Morena, contemplando la gracia de Sánchez Anaya, el solidario perdedor que ahogó la única esperanza bien fundada del lopezobradorismo en Tlaxcala. Solo digamos que fueron la gran decepción.
En conclusión
A los opositores les hace falta acudir a un retiro organizado en el Santuario de Ocotlán, donde puedan llegar al fondo de sus tarugadas y arrepentirse, de hinojos, precisamente por haberse comportado tan tarugos.
A los priístas decirles, si con ese diez por ciento de la votación perciben el beneplácito social necesario para afianzarse como los autores de la desgracia de México, pues nuestro respeto (y un poco de repudio) a semejante nivel de maldad.
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