Aquí arrazó el PRI el siete de junio, el mismo partido que apuesta a culpar a la oposición por no aprobar la reforma electoral.
Es la hora en que carecemos de una Ley Electoral actualizada. ¿Raro verdad?, pero al manchisistema, apoyado por el Presidente que todo lo permite y a toda maña recurre –siempre y cuando su partido saque raja- le sonríe la vida y hasta lo pone a salvo de inclinarse por una minigobernatura que permita armonizar próximas elecciones con los procesos federales.
Podemos verlo desde varias aristas, pero la más acertada, supongo, apunta a la omisión solidaria de Peña ante la irresponsabilidad de un Mariano con ganas de sacar a Tlaxcala del concierto nacional, que pretende con la reforma electoral, ahorros sustanciales superando las frecuentes elecciones.
Es el plus por sumar tres curules a las encargadas de afianzar las reformas estructurales, sinónimo del autoritarismo protagonizado por ejemplo por un amenazante Emilio Chiaufet, con la reforma Educativa, y su necesidad de enfrentamiento con la Coordinadora Nacional de la Educación (CNTE).
A los maestros independientes el régimen peñista no les pasa una, pero al viejo priísta Mariano González Zarur, todo se le perdona, pues poco a poco se convierte en una leyenda para incluirla en el manual tricolor de la operación dinosáurica.
Violentar la Ley
Parte de este bodrio de acciones es el poder dado al Instituto Nacional Electoral (INE) para la conformación de los organismos públicos locales (Oples), pasando por alto la autoridad del Poder Legislativo local.
Si los diputados de Tlaxcala serán quienes tomen protesta a los nuevos árbitros en cuyas manos estará organizar las elecciones de 2016, en qué cabeza cabe que sea el INE el encargado de palomear a los nuevos integrantes.
Sólo lo podemos entender desmenuzando los tantos asuntos donde el avasallante centralismo de Peña y sus reformas se pintan solas para descomponer los organismos emanados de un importante esfuerzo basado en la democracia.
Queda muy claro que un país permisivo que envía al Ejército a las calles, exactamente el día de las elecciones, cuenta con personajes dedicados en cuerpo y alma a planear las estrategias que permitan al sexenio más corrupto de la historia afianzarse en el poder, pese a las barbaridades cometidas una tras otra.
Iniciando la etapa final
Si el señor Manchis observó un comportamiento entre arrogante y cínico los últimos cuatro años medio de su administración, lo que le resta a su sexenio lo único que podemos esperar son peores cuadros de desconfianza, seguro que su poder mengua como el tiempo se le va entre las manos.
Hablar del progreso malogrado de una entidad, del surgimiento de un puñado de ricos y del ambiente de inseguridad, pasarán a un segundo término, pues comparadas con las atrocidades que se avecinan, resultan un juego de niños.
Las cosas cambiaron el pasado siete de junio. Atrás quedó el mandatario titubeante porque no había dado una en las elecciones pasadas.
Lo que resta es una absoluta intolerancia con grupos y liderazgos que intenten llevar aires democráticos al PRI, o que tengan proyectos competitivos para la elección de 2016.
Hay de aquél alcalde que se oponga a compartir sus logros con las campañas del gober oportunista, del que se monta en las obras no gestionadas por él, pero realizadas a través de una de las máquinarias que más le produce… llamada Secoduvi.
Viene un cierre espantoso. Para los medios, los partidos, los aspirantes. Allá quien asome la cabeza y espere no ser blanco de los francotiradores del sexenio.
Los nombres
Dos personajes suenan fuerte en la etapa sucesoria.
Guadalupe Sánchez Santiago, ex cuñada de Mariano, y representante de ese PRI que pretende seguir por la misma senda del discurso sanchezpiedrista.
Noé Rodríguez Roldán, delegado de Segob en Puebla, es el otro personaje. Con la ventaja que le da el no pertenecer a los cuadros marianistas, el haber sido prácticamente un perseguido del sexenio, sin alejarse de las formas tricolores, tan vigentes como una moda vintage, casi como película en blanco y negro, a través de las cuales se obliga a la gente a chutarse producciones holiwoodescas, donde a los dinosaurios del PRI se les disfraza de políticos ultramodernos.
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