Esta es la consecuencia de la política de opacidad que ha convertido al contralor en un chambeador para corregir la plana a decenas de irresponsables funcionarios.
Alcanzo a notar rasgos de superficialidad en las declaraciones del contralor del ejecutivo, Hugo René Temoltzin, para quien las observaciones por casi 380 millones de pesos, hechas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) no merecen mayor atención.
La cantidad no es menor; es consecuencia de la opacidad y de esa política autocomplaciente propia de regímenes como los que hoy han devaluado nuestra moneda a casi dieciséis pesos por dólar.
Son sexenios accidentados, poco claros y con el supuesto que cuando las crisis los agobian, se da pie a las decisiones autoritarias y al silenciamiento de las voces críticas.
Según Temoltzin, de los casi 380 millones, solo 22 millones están en condición delicada, mas ello no significa que deban ser restituidos a la Secretaría de Hacienda, sino perfeccionar la documentación… pecata minuta.
Este tipo de explicaciones restan credibilidad al mermado sistema mariano, visiblemente agotado… hastiado de las obligaciones inherentes al poder, y con muchas ganas de arrojar la toalla, pues el decrecimiento también cansa.
Es aquí donde los manchi desplantes y los manchi regaños confirman su ineficiencia.
¿Para qué sirve un mandatario de agrio carácter, si sus subordinados le han tomado la medida y con frecuencia activan los códigos que les permiten sacar raja de los corajes marianos?
Entonces, enrarece el papel del contalor. Del ente perfeccionista e intolerante con las cuentas chuecas, al muchacho chambeador, para solucionar los errores de otros, y para sacar la cara por ellos ante instancias superiores a las que poco les interesan los estilos jurásicos de administrar presupuestos.
El desencuentro
Por consecuencia se oprime el botón del autoritario diálogo de sordos entre gobernante de Tlaxcala y un pueblo demandante de un gobierno por lo menos buen administrador.
Y surgen los apagafuegos.
El vocero Raymundo Vega Crespo es uno de ellos. Tan crítico de su antecesor Domingo Fernández, cuando tomaba el micrófono para asumir protagonismos efímeros y pasajeros.
Hoy, lo tenemos dando verdaderas conferencias magistrales (¿?).
Los subordinados no están distanciados de los medios. El gobernador sí, desde la crisis de seguridad que tiró a Orlando May Zaragoza. Esa fue la esencia de una enredada serie de declaraciones que culminaron en dos cosas: 1. No a las entrevistas banqueteras. 2. Sí a las entrevistas que han superado los filtros del culto mariano y el visto bueno del declarante.
A ver a quién interesan entrevistas a modo.
Promociones en un marco de simulación rotunda, pues mientras el contralor sube y baja escaleras para comprobar 377 millones, el beduino entronado se dedica a contar historias de un estado ejemplar en la entrega de sus cuentas.
¿A quién interesa sumarse a la ilegalidad de los informes ciudadanos, nombrados así para justificar la ruptura de protocolo consignado en la Constitución?
Llegada para llenar el hueco
David Flores Leal ha llegado, también como apaga fuegos a la dirección general del Colegio de Bachilleres.
Ahí urge un mando con la contundencia suficiente como para acabar con la corrupción en las horas asignadas, el amiguismo y demás actos de corrupción que tienen hasta el copete a la comunidad bachiller.
¿Lo va a lograr?
Ojalá. Porque un arribo a semejante cargo, para seguir con el intenso gris de sus puestos anteriores, más que solución suena a sustracción de la realidad.
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