Por ejemplo, la Capital y Apizaco tuvieron que limitarse por la pasividad de sus alcaldes; mientras, activistas de otras demarcaciones obtuvieron sorprendentes tajadas.

Caricatura, Ayuntamientos Pasivos Superados Municipios Chicos, Adofo Escobar Jardinez, Tlaxcala Online

Al menos en lo que resta de este ejercicio, el peso del nombre -hablando de municipios- no compitió con la iniciativa de alcaldes que, superaron la distancia geográfica en relación con la sede de los poderes, y se pusieron en acción.

Mientras demarcaciones como Terrenate, Contla, Calpulalpan, destacaron en el reparto del pastel presupuestal, Tlaxcala y Apizaco, por ejemplo, quedaron se limitaron a ser pasivos testigos de aquella distribución que les dibuja un escenario contrastante con el del inicio de su gestión, cuando se imponía la dinámica de las inauguraciones.

Los alcaldes habrán de ser más creativos, inventando actividades menos aburridas que limitarse a recibir a los vecinos para, juntos planear lo que puede venir en mejores tiempos.

Por lo pronto, los ritmos frenéticos en las comunas van de acuerdo con los constantes viajes de presidentes municipales, ciertamente menos pretenciosos pero constantes, en los sitios clave como San Lázaro y el Sistema de Administración Tributaria (SAT) para estar en el momento oportuno a la hora de la apertura de los cofres.

Vale decir que rubros como la cultura y el deporte tendrán en dichos municipios un crecimiento acorde con la expectativa que, logró una verdadera descentralización y no por la aplicación de criterios de democracia a la hora del reparto de la centaviza, sino por la persuasión asumida por esos presidentes municipales, subestimados que hoy están a punto de asumirse en protagonistas de la película llamada desarrollo del estado.

El horizonte de la fiscalización

A la hora de hacer cuentas, una habrá de ser la entidad observada por el actual Órgano de Fiscalización Superior (OFS), y otra muy diferente la que dependa de quien  sustituya a Crispín Corona Gutiérrez.

Con sus altibajos pero, el auditor en proceso de dejar el estratégico lugar ocupado, vivió dos etapas: la primera, de gran influencia y hasta terror en tesoreros y síndicos, y la segunda plagada de acuerdos extralegales entre alcaldes que muy bien entendieron la dinámica del cabildeo.

Es decir, aquellas contabilidades inmaculadas como producto de una concentración plena de los tesoreros, presentadas en admirables recopiladores, se convirtieron en verdaderos laberintos cuya resolución únicamente conocían personajes de la talla de un Pedro Pérez Lira o un Carlitos Ixtlapale, buenos para echar el rollo, mejores para lograr aprobaciones en términos inverosímiles y, alegres como ellos solos para regodearse porque sus números, chuecos e incompletos alcanzaron la calidad de sorprendentes.

¿Quién vendrá a ocupar el lugar de Crispín?

¿A quién tocará lidiar con otra comisión fiscalizadora como la Acametitla, santa patrona de las causas difíciles?

Una circunstancia más como la vivida en esta legislatura no la aguantan, ni los números chuecos de quienes priorizaron el extraño diálogo con inexplicables finales felices.

Y los próximos, por necesidad pasados por los filtros de la vergüenza no deben caer en el pozo del cinismo, eso sí, con arranques de una dignidad que hasta los hace parecer representantes populares con conciencia.

Esa mitad… su efervescencia

Cierto, la decisión del CEN del tricolor, de aplicar el criterio de respaldar eventuales candidaturas ganadoras regresa al Presidente la facultad palomeadora y quita a los gobernadores de ese partido la absoluta impunidad a la hora de la toma de decisiones.

Aquí, por ejemplo hay todo un expediente de selecciones erráticas con consecuencias demoledoras, pero en el marco de una voluntad cumplida pese a su terrible costo para una militancia sometida e impotente.

Ha metido tal ruido la decisión peñanietista de intervenir en dicho proceso que, modificó el esquema de los tres muchachos esos (junior, Anabell y Ricardito) cuyos sueños de poderío tuvieron que limitarse a su auténtica realidad, hablando de popularidad.

Es un buen reinicio para los activistas tricolores. Mejor para los militantes, temerosos de confrontar la voluntad superior mariana, tan corta de miras como negada a trascender merced a un auténtico liderazgo.

Por eso el grupo ese plural encabezado por varios integrantes de la memorable LVII queda como anillo al dedo a los nuevos momentos tricolores, como espasmos previos a la expulsión del parásito en etapa plena de consolidación (o sea año y año de Hidalgo).