Ante productores que recibieron financiamiento, el gobernador Mariano González Zarur, abrió las compuertas de la presa de ideas… debería tener más cuidado.
Además del desprecio con el cual hace el ejecutivo referencia al Congreso, hubo ayer en una de las cada vez más frecuentes jornadas de construcción de enunciados, algunos francamente de vértigo.
“No puede haber ocurrencias”. Así de corto definió a ciertas iniciativas el mandatario. “Son irrealizables”, dijo, y nunca contuvo su espíritu injerencista al cual mezcla con contenidos cuasi monárquicos, pero nada que abdique la Corona, como ayer lo decidió Juan Carlos Primero de España, al sentir que su vitalidad merma con cada día que pasa.
Y no tuvo empacho en reconocer que se ha quedado corto: “no todos podemos resolver los problemas”, expuso. Lo hizo al denostar las promesas trienales y sexenales que, en el caso suyo no las ha habido –lo garantizó- aunque a los ojos de algunos pudo haber quedado sobre la mesa el tema de la administración tan transparente como haciéndola en una caja de cristal, y sobre todo sin parientes y amigos en los negocios del gobierno.
Tontamente se han mezclado los únicos ejecutivos que él observa: el federal, los estatales y los municipales, “el problema fue la mescolanza que hubo los últimos años”.
Con ello no quisiera entender que desde la óptica de Mariano, ha sido ocioso que por ejemplo Peña Nieto meta la mano a través de la Sedesol a municipios con hambre, o que los alcaldes organizados hoy aspiren a tener trato directo con las más altas esferas en el gobierno.
Y en esa irrefrenable cascada, pese al escaso margen de ilación, hubo de invocar a su antecesor y sus elefantes blancos, “gobernar no es ganar elecciones, ganar elecciones no es gobernar y si ustedes se quieren equivocar como lo hacen cada tres años o cada seis, pues vuélvanse a equivocar”…
¡Caramba, y por qué la violencia verbal!
¿Acaso es la aceptación de la derrota a priori. El anticipo de que el electorado votará en su contra, y por lo tanto, se equivocará?
Aquí salió el tema del tobogán, “donde Tlaxcala iba atrasado y nadie decía nada, donde todos se habían conformado y, no hay que conformarse”.
Hace poco ocurrió un prolongado silencio, una súbita ausencia de memoria, inquietante para un público llevado a un máximo de tensión.
Las alocuciones estas, lo digo con respeto, merecen la pena ser analizadas por un terapeuta, porque en estas condiciones dejar libres a los demonios internos, ni abona al progreso, ni golpea al antecesor, y menos da certidumbre a la gente, que cada vez se cansa más cuando escucha este tipo de imprecisiones.
Los escenarios del PAN
¿Quién duda de la ventaja que lleva la diputada federal Aurora Aguilar, en su búsqueda de la dirigencia estatal de su partido?
Quien lo haga adolece de escasa información. O se resiste a aceptar las ventajas que a la ojiverde le han significado respaldo de Madero a su enérgico activismo, y la estrategia misma, entre autoritaria y excluyente, dictada por el líder nacional del albiazul.
La resistencia –que emana del equipo original- ha visto esta realidad y no la acepta. Supone a la polarización como peor fenómeno en el partido. Pero la línea maderista es esa. Y me recuerda a Calderón. No da tregua.
Nos dicen que un alcalde, el más visto, se reunió con la senadora Adriana Dávila y pactó lo que puede ser el escenario contrario, el que ha dado la espalda al proyecto primario y hoy reafirma esa oposición que podría no ser tan genuina.
Tuvo aquí que volver a meter las manotas el gobernador poblano Rafa Moreno Valle, y preguntar en cada municipio azul sobre el trabajo desempeñado por quien se dice el mesías.
Y salió negativo.
Y el apoyo a la güera fue como la devolución de los piropos de aquella reunión en la Plaza de toros, cuando manifestó abiertamente loas por el gobernador de Puebla, y la falta –según ella- que nos hace falta aquí un político de esas hechuras.
No es difícil adelantar el desenlace. Y lo enredado que se estaba poniendo.
Una de magistrados
Hubo Jerónimo Popócatl, de ser puesto en mejor lugar, a distancia de restorán aquél (en la Plaza de Toros) donde testigos afirman que los coñaques y los güisquis fueron mal procesados en su víscera.
A todo borracho le pasa. El exceso lo pone romántico, guarro o agresivo. Le pasó lo último. En contra de Justino Hernández. Y la figura de sujeto alivianado rodó por el suelo.
Retarse a golpes no es de magistrados. Es pleito de cantina. Y estos nos juzgan. Así no se vale.
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