Hace falta pasarse de listo para tratar de sorprender a la Corte con una maniobra, a todas luces fraudulenta, que intenta jugar con el tiempo para ver la cara a los integrantes de esa Superioridad.

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Ni diez meses aguantó la polémica Ley de Pensiones Civiles, vigente desde enero de este año tras un aparatoso proceso de aprobación. Una cascada de amparos solicitados a la Justicia Federal colapsará a dicho ordenamiento, así que era necesario un plan emergente, para no protagonizar el enésimo revés legal.

Una nueva ley sería la solución. Alguien con una perspicacia fuera de serie lo propuso: ¡ganar en tiempo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación!

El escenario no puede ser mejor: un Congreso aislado de la furia burócrata, alegando enojo por aquellos huevazos atribuidos a integrantes del Sindicato Siete de Mayo. Y ante la insensibilidad del presidente de la Mesa Directiva, Tulio Larios, fue anunciado el enésimo frente: correr a los sindicalizados que participaron o facilitaron el acceso a los portadores de la hueviza.

O sea, un pleito equis, para maquillar una maniobra ye. ¿No advertirán que Tlaxcala ha cobrado notoriedad, incluso con los magistrados integrantes de la SCJN?

Esto me suena a fraude. Es como querer pagar la prima del seguro tras haber participado en un accidente vial. No se vale. Aunque sí se puede hacer.

Y desata la tempestad entre grupos. La policía está lista con los toletes y los gases para aplastar cualquier agresión -así llaman a las acciones de los burócratas- pero los inconformes son huesos duros de roer.

Entre encargados de la gobernabilidad, el director de Pensiones, y quien alienta a ambos a seguir por la senda de lo absurdo, el estado vive una de las peores crisis políticas en su historia.

Pero falta una voz como la de Tulio Larios, que ordene a las fuerzas del orden desatar la violencia contra este conglomerado, molesto por el fraude que se plantea como una aventurada apuesta de la administración. Nada tiene que perder, pues el caso está perdido ante la instancia superior. Así que la confusión generada a partir de los huevazos es ganancia.

No todos los diputados están de acuerdo con la versión de Tulio. Pero al fin y al cabo este representante popular tiene la facultad de llamar vulnerable a la Legislatura, y de victimizar a la Asamblea.

La congruencia sería el antídoto para hacer invulnerable al Congreso. Pero, al haber unos que aceptan fortunas y otros que quieren más, entonces lo que debería ser un desempeño ejemplar de Poderes, se convierte en un juego de dados en un entorno de cinismo e impunidad, ineficiencia y agotamiento que acercan a la entidad al borde del precipicio.

Al mismo golpeador del gobierno, Orlando May Zaragoza, se le ve hastiado. Acaso sus ingresos lo han llevado a reflexionar sobre la inconveniencia de repartir macanazos ante chasquidos que solamente entienden sus razones, en este caso, demasiado expuestas porque el estado tiene poco que ganar aprobando una ley que abroga a otra, siendo que hay un proceso ante la Corte que involucra a la primera.

Es violencia de más.

Son ganas de complicarse la existencia. Son los coletazos que tira el dinosaurio, herido de muerte por sus propios vicios y sus propias acciones.

Pero todos pagamos los platos rotos.