Esta es la iniciativa que más hemos disfrutado los comunicadores, se necesita valor para polemizar con este tema y por eso, ¡aplausos al líder estatal del PAN!


Con sorprendente parecido al tristemente célebre decálogo de la ignominia, propuesto por el perredista Alfonso Sánchez Anaya, en el sexenio de Héctor Ortiz, no podía faltar el paladín dispuesto a batirse a duelo con los representantes de los medios de comunicación.

Para el vocero del gobierno, Domingo Fernández Ahuactzi, la administración de Ortiz es harto tolerante.

Pues yo creo que el humanismo adoptado como sello del actual gobierno no le permite asumir posturas distintas.

Pero en esa creencia, no son compatibles las ideas lanzadas por un veterinario –con el debido respeto para los profesionistas de la Medicina, Veterinaria y Zootecnia – que por profesionales de la política debidamente preparados para no resbalar y caer en la inmundicia.

Foco de críticas de sus mismos compañeros de partido, el señor Alberto Jiménez Tecpa, acopió valor para presentar, vía su bancada la Iniciativa de Ley de Responsabilidades para la Publicación, Imprenta y Cualquier Medio de Comunicación en el Estado de Tlaxcala.

Consultado seguramente con dos vacas y tres mulas, la imbécil propuesta sugiere a los diputados su visto bueno para que funcionarios de todos los poderes que lleguen a ser aludidos por algún periodista, a proponer el despido de este, entre otras sanciones.

En otras palabras, la pseudo iniciativa propuesta de manera personal por el todavía líder albiazul se alza como parte de los consejos editoriales de los medios y sin ser invitada a las mesas de redacción antepone criterios medievales para juzgar el trabajo de los comunicadores.

Bueno pues es lógico que el señor Jiménez Tecpa impulse este tipo de iniciativas si su intelecto no le da para comprender el significado del concepto Yunque en tanto esa radical corriente que en su momento Álvaro Delgado, describió con una claridad que sobresalta.

Mire que apreciar a los miembros del yunque como una especie de seres de acero, con una dureza extrema para el quehacer político, sólo puede emanar del dócil desempeño de quien aguardaba cual gazapo entre las jardineras del Parque Xicohtencatl a que Adolfo Escobar y Fellipe Flores Pérez, lo llamasen a su nuevo empleo, como presidente del CDE del PAN.

Eso es lo malo de colocar en estos puestos a muchachos con un intelecto en el contexto del regateo extremo.

Crearon a un monstruo que con el tiempo se hizo fanático de Manuel Espino, de quien tomó la rebeldía pero omitió el pensamiento, de quien tapizó con fotografías el CDE de su partido, pese a vivir los tiempos de Calderón.

Mire usted, dirigir a un partido que ha ganado los retos electorales en los que ha participado, sin mérito alguno, está cañón.

A Jiménez Tecpa le tocó ser el mayordomo de un corporativo compuesto por corrientes, grupos e individualidades. De él esperaban el discreto actuar de un criado decente, pero al paso de los meses se volvió respondón.

Le pasó lo que a los obreros hastiados de lo mismo. Y en su caso la inmovilidad lo convirtió en un hombre de iniciativas.

Si, de iniciativas como la de la ley esa, rechazada por la bancada panista, pitorreada por el resto de legisladores y aquí entre nos, disfrutada por nosotros los comunicadores… hombre hay que tener valor para convertirse en noticia aprovechando asombrosos niveles de brutalidad.