Si no fuera por las ventajas tan visibles en los tribunales encargados de juzgar la legalidad del proceso, tal vez esta desconfianza no sería la constante en los ciudadanos.
Bueno, pues no ha habido gallo que se anime a publicar una encuesta seria, con la metodología ideal, que nos alumbre respecto a los niveles de popularidad e intención de voto de los candidatos a la alcaldía de Tlaxcala.
¿Quién va a ganar?
Creo que aquél con el equipo más experimentado, capaz de movilizarse el día de la elección ágil y eficientemente.
Me duele decirlo, pero estimo que el sucesor de Pedro Pérez Lira, saldrá de un proceso con prácticas dinosáuricas, que aquí se enquistaron pese a ser nosotros pioneros en alternancia -me refiero al ámbito estatal.
Eso sí, tenemos que reconocer al proceso electoral como una de las escasas alternativas detonantes de la maltrecha economía a causa de la cruel política laboral del actual sexenio.
Al menos las campañas dan trabajo a rotulistas, fabricantes de playeras, lonas, recuerdos, medios de comunicación. Lo malo es que quienes participan, echan toda la carne de su temperamento al asador, y lo que debiera ser la fiesta de la democracia, se convierte en oportunidad para generar odios entre vecinos, y a veces hasta integrantes de una misma familia.
¿Propuestas?
Las hay, pero han sido rebasadas por la desconfianza que infunden por ejemplo, los patrocinadores (o sea los que jalan las cuerdas a los títeres) y sobre todo por la contracampaña emprendida por sendos personajes que se asumen como los peores enemigos de su partido político: el alcalde de Tlaxcala en funciones y el gobernador del estado.
En ambos cabe la expresión: «con esos amigos, ¿para qué quiero enemigos?»… uno, con sus vaticinios antipriístas porque en el partido burlaron al hermano. El otro, jurando por esta que en el proceso todo es diáfano, pero bien que les atiza a sus adversarios, ya sea en tribunales a su servicio o con las alianzas perversas que acaban por permitirle meter la nariz en partidos como el PAN y el PRD.
Insisto, ¿propuestas?
Van de convertir a Tlaxcala en un verdadero atractivo turístico, como lo establece Paco Hernández, hasta recuperar Acuitlapilco para hacer de la laguna un proyecto sustentable, de Adolfo Escobar. Desde cobrar impuestos con base en un solo criterio para que pague más el potentado, de Antonio Velázquez, hasta superar las divisiones entre grupos y familias, de Ramiro Pluma.
Queda muy claro que los mensajes contundentes, de fácil comprensión y prolija difusión deberían coronar a las estrategias.
Los operadores sin embargo, privilegian pactar con líderes de grupos, quienes son los verdaderos beneficiados en esta temporada electoral. No es raro ver que los candidatos desfilan por la oficina o casa del mismo representante, quien maneja con suma habilidad los códigos que cambian votos por dinero u otras prerrogativas.
De los candidatos depende elevar el nivel tan bajo pues se trata, ni más ni menos que del próximo alcalde de la capital del estado.
Sin duda, el papel de Héctor Vázquez Galicia, (PAC) podría entenderse como el de más precisión, dada la vasta experiencia del ex diputado local y ex titular del Copladet, en los terrenos académico y de planeación, sin embargo, él mismo lo ha expresado… los años no pasan en balde.
La mejor defensa es el ataque
Quién mejor que el dirigente apócrifo del PRI para condenar las acusaciones, infundadas, de la oposición, como aquellas que presentaron las tarjetas telefónicas con crédito entre cien y quinientos pesos, reconocidas por el PRI y protestadas por PAN y PRD.
Con él, lo que mal comienza, mal desarrollo tiene.
Sobra decir que al auto erigirse como el partido de la legalidad, faltan a la inteligencia de los tlaxcaltecas, testigos de aquellos cobros de mala leche desde la etapa de las precampañas, pasando por las paellas rapeces, las candidaturas tasadas en miles y para cerrar con broche de oro, los discursos donde se enaltecía su invariable vocación democrática.
Vamos que volamos al siete de julio. Sin duda la elección más importante que afecta a Mariano González. Veremos si mediante la estrategia pseudo legal adelantada, el corte a priori de cabezas y demás (des) gracias de un gobierno con estas características, esta, sin duda una elección con la injerencia del estado.
Si la oposición no se pone las pilas no dudo de su aciago destino.
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