Un tráfico más de recursos públicos irrumpe en el escenario de los discursos que llaman a tregua entre partidos, pero dan rienda suelta a la infame y ventajosa actuación de uno solo.

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Aunque intentaron ocultar el supuesto tráfico de fertilizante en comunidades rurales a cambio de copromisos, personales o grupales para votar por el tricolor este siete de julio, este salió a la luz, y con ello, de nueva cuenta quedan evidenciados programas federales y estatales (aquí estarían involucradas Sagarpa y Sefoa).

Es grotesco que en municipios como Altzayanca, se tengan detectadas las entregas de entre uno y dos sacos de fertilizante a pequeños productores que, a causa de la terrible sequía que los afectó el ciclo agrícola anterior, reciben lo que les ofrezcan, pese a que tengan que prostituir su credencial del Instituto Federal Electoral.

El llamado del Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) a una tregua entre partidos simula y atenta contra los electores, contemplando los rostros de cándida perversidad puestos por una presidenta consejera de ese organismo que, nos dicen, ha podido lograr la ofensiva sumisión ante un ejecutivo cuya vida política va en los resultados de los comicios del siete de julio próximo.

El tráfico de fertilizante se suma a los tráileres de cemento detenidos por petistas cerca de Apizaco y a las tarjetas telefónicas que motivaron la muy molesta risa burlona del señor jaibo, don Manuel Cavazos Lerma, un político de vasto expediente que nos vino a demostrar aquí al ranchito, lo que pueden hacer los elementos rapaces, a veces un poco cínicos y otras… más.

Y podemos entender la inflexibilidad mariana hacia el representante de la Secretaría de Gobernación, pues de los tiempos absolutos en materia de control depende el relativo bienestar del funcionario non de Tlaxcala, bajo cuya conciencia se haya esta estrategia maligna del toma todo en la perinola del poder indigno.

Nadie esperaba la irrupción del líder de la bancada panista en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villarreal, quien de manera claridosa y evocativa dijo estar, «hasta la madre», con las acciones del gobernador Mariano González Zarur y del alcalde de Tlaxcala, Pedro Pérez Lira.

Si con el fuero constitucional que lo arropa hubiese puesto sobre la mesa los temas del cemento, el fertilizante y las tarjetas, su estancia en estas tierras habría sido aún más productiva.

Eso sí, no desaprovechó la oportunidad para criticar a su propio partido, acostumbrado a la onda grupera, dijo, aludiendo a la marcada división interna.

Para nadie es un misterio el extraño comportamiento de la senadora Adriana Dávila Fernández, cáustica y de una autodestrucción de su propio partido que, no puedo dejar de imaginarme que podría actuar en colusión con aquél que por ahí de 2010 fue su adversario en la urna, pero con el tiempo se convirtió en ventajoso aliado, y generoso si recibe ayudita para desmantelar todo lo que huela a competencia para su maltrecho partido.

Mientras todo esto acontece, nosotros las familias en las ciudades y en las comunidades no cesamos de ver las carotas de los candidatos, hoy todos unos sujetos llenos de moralidad y buenaventura, en pleno ejercicio de la labor seductora para, en unos cuantos meses, dar el cambiazo como el vivido por el señor este de la tauromaquia que se la pasó seis meses hibernando sus rencores pero en cuanto asumió funciones dio rienda suelta a sus facultades de tlatoani de los setenta.

Ánimas porque en el instituto con sede en San Manuel les caiga aunque sea tantita conciencia y se apliquen a fondo para refrenar esta etapa entre simulatoria y canalla con la cruz en la diestra y el acero en la siniestra, y todavía pensando que somos tan tarugos que no nos damos cuenta.