Suena a pitorreo el discurso marianista de resarcir el tejido social, y cuando la Presidencia le demuestra lo que es aplicarse en ese empeño, aquí, hay muestras de un desplome rotundo.
Nada más hay que ver el detalle en la fecha de hoy, Día Internacional de la Mujer. Mientras la enorme mayoría de quienes se desempeñan en la política aprovechan espacios para enviar merecidas felicitaciones y reconocimientos a mamás, hermanas, hijas, vecinas, compañeras, o nada más conocidas, en plazas como la nuestra, la misoginia es una constante, ya sea en el ambiente laboral o en la simple relación con las tlaxcaltecas… se palpa esa actitud entre despreciativa y desvalorizante.
Las diferencias saltan a la vista. Hoy, por ejemplo, el presidente Enrique Peña Nieto, escribió en su cuenta de Twiter: «Felicidades a todas las mujeres en su día. Son ustedes pilar de la familia y de la sociedad, del futuro y de la transformación del país”.
Aquí, en cambio, otros, pero no el mandatario estatal, se ocupan de solidarizarse con ellas. No, aquí el planteamiento es distinto, y hasta hay antecedentes de violencia, esa que suele acompañar a los espasmos previos a las crisis de temperamento, de las cuales nadie -menos las mujeres del gobierno- pueden afirmar que salieron sin raspón alguno.
Es que la diferencia en el desempeño de los viejos personajes, de los descontextualizados, con aquellos que procuran una constante hacia arriba, no solo afecta a las mujeres. Va más allá. Nos hunde en otros ámbitos, como el laboral.
Mientras la llamada Presidencia Democrática de Peña, no baja la guardia en generación de nuevos empleos, mejor remunerados y a más mexicanos, aquí, el terrorismo laboral activó el resentimiento de cientos, tal vez miles damnificados de un marianismo cruel, que parece disfrutar con las desgracias familiares de quedar al desamparo. Esos casos cada vez son más. ¿Cuántas familias han cambiado su vida con este tipo de decisiones?. Muchas, miles.
Hay el reconocimiento peñista a los ancianos. Más dinero para apoyarlos, a los sesenta y cinco, no a los setenta. Aquí en cambio, se les persigue. Se les ha colocado una etiqueta de orticistas y se les ve como delincuentes. Sólo a una cúpula de venerables senectos se les procuran delegaciones federales (Cisneros), poderosas secretarías (Munive) oficinas inoperantes y en la opacidad (Vega Crespo).
El oficio político de los priístas que regresaron a Los Pinos, y parecen decididos a no volver a dejar esta residencia, Hoy, tienen comiendo de su mano a las festivas izquierdas y a la entregada Derecha. Los convirtió en sus lamebotas. Y casa acción en la que busca el concurso de ellas, la consigue con resultados sorprendentes.
Ningún priísta, por ejemplo fue capaz de semejantes elogios a Peña, por la aprehensión de Elba Esther Gordillo Morales, como en cambio los tuvo Gustavo Madero, el líder panista más peñista que Peña.
Aquí en cambio, a los diputados se les cohecha para conseguir invariablemente resultados adversos al estado. Aprobación de cuentas públicas con marcadas deficiencias, exoneración de funcionarios, como el golpeador secretario de Seguridad Pública, Orlando May Zaragoza, vulgar y cínico invasor violento del Recinto Parlamentario.
Las consecuencias de esta asincronía es muy obvia: derrotas electorales, como la registrada en 2012, cuando la escandalosa derrota de Enrique Peña Nieto, pese a que se le habían prometido resultados fuera de serie.
Mariano demoró demasiado su arribo al poder. Mas haberlo hecho antes en poco habría modificado su comportamiento. Tal vez hoy carezca de los ímpetus destructivos que entonces, cuando no tan viejo, movían a cada iniciativa, a cada proyecto…
El saldo es negativo. Una elección se avecina y hasta el propio dirigente estatal del PRI, José Luis González Sarmiento, ha reconocido la delicada situación de su partido. Tal vez, «creceremos un poquito» ¿Tal vez?, pero si se trata del partido en el poder.
Imagine hasta dónde afecta esta crisis que el propio instituo político es el primer perjudicado del marianismo.
Para colmo nos envían como delegado nacional a las sobras del priísmo nacional, a Cavazos Lerma y su encantadora capacidad para hundir al de por sí en pique maltrecho barco tricolor, en cuyo cuerpo hay un boquete de este tamaño, ocasionado por las gentes de confianza del marianismo, que lo siguen desmantelando. Claro, como no son de aquí, ¡pobres de los militantes a los que sí les mete ruido esta debacle anunciad de su partido.
El penoso asunto de la Caiptlax
Un delicado expediente que no tarda en estallar, aglutina el comportamiento inverosímil de la comisionada Mayra Romero Gaytán, quien alardeando de una mal enfocada protección del gobierno estatal, arrasa con la credibilidad de un organismo autónomo que, precisamente busca la confianza de los ciudadanos, y no su exhibición como una frívola, romántica y etílica covacha.
Entre una delicada hospitalización, que costó miles, al descarnado uso de las redes sociales de ese organismo para denostar al comisionado presidente, un timorato pseudo académico, achicado porque lo han llamado apache, la Caiptlax es un asaqueroso ejemplo de incongruencias y alardes de grupos metidos hasta el tuétano en la manipulación presupuestal, como medida de control.
Ni la renuncia salva a estos personajes de la descalificación popular que han ganado merced a sus actitudes grotescas e insensibles, cuando el estado de Tlaxcala lo único que les demanda es seriedad al frente de la Comisión de Acceso a la Información Pública.
¿Siente usted confianza por este organismo?
Nadie.
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