Pudo ser la necesaria medicina amarga que redireccionara a la tragedia bursátil del tema pensionario, pero aprobarla con la violencia que lo hicieron, la tiene a un paso del aniquilamiento.

Es muy alto el precio que el estado ha de pagar para sostener a la nueva ley de Pensiones Civiles, pues la confrontación ha sido el contexto en medio del cual el ejecutivo tlaxcalteca pretendió imponerla… a fuerzas, en estos tiempos de enorme competencia político-electoral, la vigencia de ese marco cuenta los días, esperando que aminore un poco la tremenda presión social ocasionada por ese despropósito.

Seguramente su contenido plantea una visión pragmática del gobierno, desesperado por encontrar alternativas que frenen el pozo sin fondo del ámbito pensionario, comprometiendo los ingresos de los empleados. Ni aquí, ni en China es errático el planteamiento. Se trata de una medicina amarga. Mas el error imperdonable fue su imposición.

Yerra el mandatario con ese comportamiento de rompe y rasga. Debería aceptar que aun siendo uno de los 32 hombres más poderosos del país, hay sin embargo, otros entes con igual o más influencia ante las instancias que irremediablemente han tenido que intervenir.

Mire que la petición de la escandalosa cifra de cinco mil amparos ante la Justicia Federal, sienta un precedente nacional, y de nueva cuenta nos coloca ante los reflectores, al grado que en la Cámara de Diputados se dio ya el llamamiento enérgico al mandatario de Tlaxcala para establecer un diálogo serio con los sindicatos afectados con la referida ley, sostenida a causa de su pésima operación, por débiles alfileres.

Decíamos que el precio es demasiado alto porque ha quedado para la historia la irrupción violenta de enviados del ejecutivo local, encabezados por el golpeador secretario de Seguridad Pública, Orlando May Zaragoza Ayala, en la misma sede del Poder Legislativo.

No cree usted que es un doloroso exceso ver en vivo y a todo color a un puñado de legisladores aprobando -embute de por medio- ese documento, ocultos, subrepticios, clandestinos, como si de ello dependiese una especie de guerra. Oigan, se trata del redireccionamiento de la política pensionaria, en condiciones de torpeza política, violencia y ausencia de perspectiva.

Mariano ha tenido que pagar por esos resbalones.

Desde la suspensión de su manchinforme, hasta la humillación ante Elba Esther Gordillo, al acabar el informe de Rafael Moreno Valle Rosas, llegando al exceso de exhibir su debilidad ante Rubén Flores Leal, hace unos días durante la inauguración de la avenida Gasoducto, allá por los rumbos de Atlahapa, donde a un incrédulo peseta no le quedaba más que aceptar el caluroso abrazo mariano, pese a que por ahí de noviembre, en La Cabaña de la Feria, el primero lo había llamado delincuente y el segundo, le había pelado la piña respecto a sus próximas acciones para impulsar a la causa de Lorena Cuéllar Cisneros.

Por cierto, estamos a unos días del onomástico de Flores Leal, una fecha que usa el susodicho para invitar a una nutrida concurrencia a un acto en su casa, donde hay muchos ojos expectantes, atentos a la llegada de Lorena, tal y como fue planteado a un mandatario que proponía al notario despojado de su patente, operar en el Congreso, pero desde fuera.

Ese abrazo en Atlahapa es, sin duda un mensaje. Pero quién puede comprenderlo cuando Mariano no cumplió la oferta inicial de hacerlo secretario de gobierno y, en el peor de los casos, ha colocado a su cuñado Fernando León Nava, a Marianito y al pesado de Ricardo García Potilla en las listas plurinominales del PRI, acabando con el más reciente deseo del célebre peseta.

Hay que escuchar los nuevos mensajes radiofónicos institucionales transmitios en Tlaxcala, donde se palpa el arrepentimiento del ejecutivo por haber actuado arrebatadamente ante un pueblo agotado con tantas pifias y determinado a demostrarle su resentimiento en las urnas, con un voto de castigo semejante al de la elección anterior, cuando los González no pasaron la prueba de ganar la plaza para Peña Nieto.

Sotener a la manchiley ha costado a Mariano estas humillaciones. Mostrarse débil y buscar la conciliación, aspirando a hacer de Tlaxcala un pueblo que demuestre capacidad para autogobernarse, en tanto una evidencia que dé confianza a potenciales inversionistas.

Nunca la violencia será el medio apropiado para conseguir un fin, por muy alto como puede ser la Ley de Pensiones.

Ojalá me equivoque pero ese marco legal está condenado al fracaso, a un vergonzoso reculamiento, y no por su contenido sino por la pésima forma de aprobarla.

Pero ante estas noticias no tan gratas, hay que celebrar el inicio del Carnaval de Tlaxcala, sin duda el más arraigado y multicolor del país. Pese a las tremendas molestias en la vialidad de la capital de Tlaxcala, es este evento una verdadera causa que supera diferencias y une a familias en cada pueblo, donde las camadas no entienden ni de grupos políticos como tampoco de falta de entusiasmo.

Enhorabuena a las Camadas de Huehues, a los organizadores de cada comunidad y también a nosotros, ya seamos público o alegres danzantes de esta fiesta, la más importante para nosotros y para tantos y tantos invitados que llegan a darse un baño de Tlaxcaltequidad, término creado por el querido Don Desiderio Hernández Xochitiotzin, parte innegable de nuestra rica cultura y tradiciones.