La estrategia es mantener gorditos a los diputados pues, legalmente el pueblo es la carabina de Ambrosio.
¿Cómo explicar a los colegas en el segundo besamanos-informe de gobierno que según el encuestador priísta, Liébano Saenz, se ocupa el último lugar en confianza, conocimiento de problemas y acción para solucionarlos?
¿Cómo decirles que a lo largo de estos dos años nos volvimos expertos en organizar sensacionales pachangas en el Centro de Convenciones, pasando por el arco del triunfo la obligación constitucional de informar el estado en que se encuentra la entidad, en la sede del Poder Legislativo?
Bueno, la médula de esto que nos ocupa se llama retroceso y se aprecia mediante escasas obras, nula calidad de vida y una estabilidad sostenida por alfileres.
Nos gustaría sentir orgullo por una sola obra de este sexenio. Y sentimos frustración porque nos la hemos pasado de la foto de la Dinastía González a las pésimas noticias de carácter electoral, sin hacer a un lado al negociazo conocido como la Feria de Tlaxcala. Donde pronto se conocerá quién era el mero mero dueño de los antros que operaron en ese evento.
En el sexenio de los despidos suena hipócrita hablar de un alza en la calidad de vida. Bueno si se trata de la vida de los funcionarios no me cabe la menor duda que hoy, guisando en su cocina con manteca se la pasan chévere, como los diputados (no todos… casi todos) acostumbrados a pagar cuentas de primer mundo en almacenes para rico… arbolitos de navidad de 60 mil pesos… nacimientos importados más o menos del mismo precio. (Y dónde creen ustedes que han de quedar chicos arconzotes que actualmente se arman en Palacio).
Por eso hemos llegado a una sesuda conclusión (je), la estrategia del ejecutivo no es quedar bien ante el pueblo, sino generar las condiciones para pasar de panzazo ante los representantes del pueblo, haciéndolos dependientes de una vida a la que no pertenecían pero a la cual, una vez probada la miel, es imposible renunciar.
Y todo pasa… Cuentas torcidas, presupuestos inflados, iniciativas con dedicatoria, en fin, un contexto contrario a la Presidencia Democrática pregonada por el priísta Enrique Peña Nieto, para el cual es ilustrativo contar con aldeas como esta, donde el cuento de la abyección cotidiana puede taparse con un informe fingido de gobierno en el lugar ajeno, mientras los encargados de exigir cumplimiento de la ley retiran las chinguiñas a causa de las interminables juergas mediante las cuales gastan la centaviza a cambio de su voto.
En el colmo de los excesos, vía Oficialía Mayor -propiedad de un tal Ubaldo Velasco- autorizan la aplicación de una encuesta, de más de 25 millones de pesos (se lo comentamos ayer) para descubrir los motivos por los cuales el gobierno y su partido andan que no los calienta ni el sol.
Como si no supieran.
Basta recordar que es la Oficialía Mayor donde se fomenta el endurecimiento de tráileres de cemento adquiridos con recursos federales para apoyar a los más pobres. Ah, y también se compran viajes fantasma de materiales pétreos, según el dictámen del Órgano de Fiscalización Superior (OFS) que usted y nosotros conocimos, documento que, ni sepultado tres metros bajo tierra fue imposible de rescatar, para darnos una idea de las causas que llevaron a Liébano a calificar a este gobierno como el peorcito del país (bueno, en algunos rubros comparte créditos con la agonizante administración de Andrés Granier, quien por cierto cedió la plaza al perredista Arturo Núñez).
Pero en algo hay que gastar el dinero que a manos llenas podemos extraer de la fuente federal para que esta vez sí entreguemos buenas cuentas a Don Peña, no vaya a ser que nos vuelva a pillar haciendo negocio con el primo Sánchez Anaya para nadar de muertito y dándose por vencido aun antes de la llegada del ciclón del sureste, un tal AMLO, que aquí en el pueblo arrasó (pues claro, si no tuvo oposición, aunque esa oposición tenía las pacas de dinero para organizarse… bueno eso ya pasó verdad).
Así que por segundo año consecutivo llega la hora de presentar el informe del no hay.
Sin rumbo, sostenidos por la delgada cuerda que significa un líder gruñón con altibajos patológicos y temblores mañaneros (y también por la tarde y noche) pues no es que nos dirijamos al precipicio. Hace rato que nos encontramos en él.
Recuerdo a Tulio Hernández Gómez en alguno de sus momentos lúcidos, haciendo la siguiente reflexión: «todavía no nos lleva la chingada… nos ha arrastrado buen trecho pero, insisto, todavía no nos lleva». Claro, esta brillante frase salida del otrora filósofo del xaxtle -hoy en mala condición- no aplica porque esa señora de la que habla de plano nos ha arrastrado al lugar 27 como estado atractivo para la inversión privada, según lo reconoce la bella Adriana Moreno Durán, y al lugar 32 en el tema de la confianza social hacia su líder.
Por si no lo ha notado, la estrategia del marianismo tiene otros objetivos:
1.- Tener un Instituto Electoral a modo para recurrir al topillo como carta bajo la manga.
2.- Actuar con base en la información obtenida mediante la encuesta aplicada con recurso federal, con carácter oficial, pero con intención electorera.
3.- Contar con una instancia electoral (la Sala Electoral) con una sola opinión, ícono del autoritarismo mediante el cual puede darse carpetazo a los potenciales candidatos necios que aleguen haber sido víctimas de trampas durante el próximo proceso electoral.
4.- Atesorar lo más que se pueda y actuar con la cabeza fría y la tripa hirviendo, para aguantar hasta el último momento y no soltar prenda si no hay posibilidades reales de triunfo. Ello asegura conservar la pachocha y no gastarla en esos mugrosos pedinches que se organizan para vender su voto.
5.- Mantener sedados y bien gordos a diputadas y diputados. Su ayuda es vital. Y en caso de que su misma gordura les impida actuar con agilidad, entonces recurrir al infalible madrazo en la mesa. Ese sí que funciona en sistemas como este.
¿Y al pueblo?
El pueblo legalmente es la carabina de Ambrosio. Se trata de hacer alcaldes a los diputados incondicionales y legisladores a los presidentes municipales extraídos de la peor escena de La Ley de Herodes. De hacer candidatos a los que tengan dinero para pagar su campaña y no la hagan cansada porque el Junior del sexenio ocupe la presidencia del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI, en lugar del ya no gris, sino verde botella parda, como ha resultado un tal Arévalo a quien ya le pesa el encargo de peón en esa tienda de raya llamada PRI.
La contra campaña
En este escenario hay personajes, entre oportunistas y listos que afirman: bueno, me han puesto en charola de plata una ruta para recoger inconformidades… pues en la guerra y en el amor todo se vale.
Y ahí tiene usted a la senadora Lorena Cuéllar Cisneros, haciendo campaña adelantada, nagativa pero efectiva; sobreactuada aunque obvia; ante mujeres, ancianos y campesinos.
La hoy senadora perredista ya empieza a brillar en su bancada y en la Cámara alta. Su iniciativa de ayer para crear el sistema único de salud cuenta con el respaldo de todos. Lo mejor es que hasta le ganó hasta al nuevo presidente de México esa idea.
En esta entidad ha usted de saber que hoy el deporte para los políticos brillantes es cosechar odios en contra de quien se esmera en ser, «el mejor gobernador de la historia de Tlaxcala».
Ahí los tiene usted. Por un lado los orticistas, cachando «polecías corridos» y burócratas resentidos.
Y por el otro, la senadora Lorena y su aire de candidez, con discursos bien simples, promoviendo su imagen de la forma que se pueda pero, sumando otros resentidos.
Así nos tocó vivir, con una intensa división de opiniones, con un gobierno sin brújula y con un pueblo que cada día llega al hartazgo por la brillantez con la que son administrados sus bienes.
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