Ningún gobernador hizo lo que el de Tlaxcala: colocar a su hijo –que se llama igual- en la coordinación de la campaña del candidato priísta a la Presidencia, Enrique Peña Nieto; parece ser el premio de consolación por haberlo dejado fuera de la lista plurinominal al Congreso de la Unión.
¿Quién mejor que Marianito para coordinar la campaña de Enrique Peña Nieto en Tlaxcala? Pues nadie. Tal vez había militantes como Noé Rodríguez Roldán, esperando desde hace mucho esa oportunidad, pero ya sabe usted, al rato lo contentan enviándolo a Baja California (es muy posible, eh) a organizar lo que tanto quiso hacer en su estado.
Joven, chaparrito, apuesto, aunque un poquito pasado de peso, González Aguirre, sumó su nombre a los golden boys, y se prepara al reto de su vida: llenar la expectativa de su progenitor quien a través de él hace suya una labor donde habrá recursos, y el derecho de picaporte con el probable próximo presidente de México.
¿Tiene el perfil para semejante responsabilidad?
Y a quién le interesa si el mismo candidato adolece de una impreparación escandalosa (el ejecutivo local no se queda atrás).
La coordinación de la campaña de Peña Nieto en Tlaxcala es, sin duda, el premio de consolación otorgado al hijo del gobernador de Tlaxcala, por haberlo dejado afuera de la lista de candidatos plurinominales a diputados federales.
En el partido vieron con ánimo el que Marianito se hubiese mantenido al margen de dicha lista. Su presencia habría ensanchado la de sí endeble oferta de candidatos, con elementos tan corridos como Joaquín Cisneros, tan impopulares como Guadalupe Sánchez Santiago y con adversarios tan temidos como Lorena Cuéllar Cisneros.
Es en estos momentos cuando se esperaba una operación efectiva y discreta de parte del gobernador. Su protagonismo, sin embargo, se impuso por enésima vez y colocó el nombre de su vástago (idéntico al de él) en una posición de relación directa con el abanderado al Ejecutivo.
Es una especie de cercanía adelantada con quien él apuesta la vida a que llega a la Presidencia. Ningún gobernador priísta hizo algo parecido a lo que el de Tlaxcala, en parte por la seriedad con la que toman la elección federal, y también porque se han mantenido en el poder, o sea no tienen esa hambre voraz exhibida por los de casa.
La cuarta circunscripción –en la que se incluye Tlaxcala- tendrá la coordinación de la ex senadora por Tabasco y ex alcaldesa del municipio de Centro en esa entidad federativa, Georgina Trujillo Zentella. El DF estará coordinado por el ex diputado federal Oscar Gustavo Cárdenas Monroy, en cuyo currículum presume haber sido secretario del medio ambiente en el Estado de México, consejero estatal, nacional, líder de su partido y alcalde de su natal Jocotitlán.
Guerrero –también dentro de la cuarta circunscripción, tendrá como coordinador de la campaña de Peña Nieto al ex senador y ex candidato a gobernador Héctor Antonio Astudillo Flores, quien habrá de pedir licencia a la presidencia municipal de Chilpancingo para dedicarse de lleno a su nueva responsabilidad.
En Puebla, el coordinador de Peña Nieto será Alejandro Armenta Mier, ex secretario de Desarrollo Social en el gobierno de Mario Marín y ex alcalde de su natal Acatzingo.
El ex diputado federal Jorge Meade Ocaranza, con experiencia en los gobiernos federal y de Morelos se encargará de coordinar la campaña de Peña en su estado natal.
Y el joven Marianito, novillero y entusiasta hijo del gobernador de Tlaxcala, hace poco nombrado miembro del Consejo Político Nacional del PRI nos hará los honores en nuestra pequeña entidad federativa.
¿Su experiencia, es suficiente?
Pues, como le encanta organizar corridas de toros y lo hace muy bien cuando se trata de hacer negocio en la Feria de Tlaxcala, considero que sí es capaz de organizar sonoras pachangas al candidato tricolor.
Al no contar con un rotundo historial en el terreno laboral, el afortunado coordinador peñanietista seguramente contará con un amplio equipo de asesores, una de cuyas primeras recomendaciones habrá de ser la cercanía con la poderosa ala comandada por Beatriz Paredes Rangel, con quien su señor papi, mantiene un tremendo pleito desde los tiempos de Sánchez Piedras (aunque al aparecer en público hacen como que se aprecian mucho).
¿Tendrá su nombramiento un impacto negativo en los abanderados?
Yo creo que sí. La imagen de junior, distanciado del aula y muy avecindado en el antro, se engrosa con algunos excesos cometidos cual hijo de mandamás en un estado muy chiquito.
La sana distancia entre partido y gobernador había funcionado convenientemente. Candidatos y candidatas veían mucho mejor al pequeño patrón fuera del estado de Tlaxcala, tal y como su señor papi lo había colocado luego de palpar la reprobación popular por andar jalando al pegostre descendiente.
Y lo que son la cosas, verdad… estando afuera fue distinguido con el cargo y ha de regresar, guste o no a su papá (¿usted cree que le disguste?).
Me pregunto qué ocurrió con el discurso aquél de toma de protesta: “A partir de este día, en Tlaxcala no habrá familiares ni aviadores mantenidos con recursos públicos”.
A lo mejor esas palabras entran en la diferenciación aquella: “lo que dije como candidato puede ser distinto a lo que piense como gobernador” (en otras palabras… como digo una cosa digo otra).
El caso Chiautempan
El secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública, José Juan Temoltzin Durante, ya reconoció que el presunto secuestrador Antonio Solano, se desempeñaba como parte de su equipo de seguridad, al desempeñarse como sub procurador de justicia, en el sexenio de Héctor Ortiz Ortiz.
En aquellas fechas no se exigían exámenes de confianza, como ahora. Pero invariablemente, asegura JJ se condujo de forma apropiada.
¿Entonces qué lo animó a perpetrar el escandaloso plagio, junto con el primer regidor de Teolocholco y un agente de sus confianzas?
Pues ni cómo defender al alcalde de Chiautempan. Digo, el priísta es producto del voto popular y no puede evadir su responsabilidad ante un pueblo que demanda autoridades confiables.
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