Como puede usted ver, un poder superior cambió críticas por apoyo… imagine usted: un millón de pesos para obra, en manos de los legisladores. ¿Para obra?, sí, aunque constitucionalmente corresponde al Ejecutivo, hoy así se cuece la política en Tlaxcala.

Con la controvertida reforma al Poder Judicial, aprobada este martes por unanimidad en el Congreso, lo más sorprendente no es la reducción en el número de magistrados, o el que sólo uno detente el poder en la Sala Electoral… no, aquí lo escalofriante es la unificación de criterios en el Legislativo, a través de la presunta compra del voto de cada diputado y diputada, a quienes harían llegar un millón de pesos, “para obras”.


Así que los integrantes del legislativo tienen ahora la facultad de financiar guarniciones, banquetas, redes de agua potable, drenaje, electrificación… oiga, cuántas cosas se pueden hacer con un millón de pesos, pero esas facultades corresponden al Ejecutivo, verdad… dígame que no estoy soñando porque jamás en la vida había sido testigo de semejante deformación constitucional en el capítulo de equilibrio entre poderes.

¿Qué ha pasado con los panistas y los perredistas y, aquellos legisladores con un criterio propio?

Temo decir a todos ustedes que, sucumbieron ante el cañonazo de un millón (otrora de 50 mil), pero,  ¿dónde quedó su representatividad?, ¿dónde está el sistema de pesos y contrapesos, parte fundamental del llamado equilibrio entre los integrantes del gobierno?

Ya entiendo. La falta de obra a lo largo de estos primeros once meses de administración obedece a un tema ajeno al progreso del estado.

Ante la pasividad de los demás poderes, se permitió al que ha resultado más astuto de lo pensado, caer en una espiral de retroceso, tan dañina para la democracia, tan cínica y autoritaria, pero tan determinada a no dar tregua en sus afanes depredatorios que, aquellos en posibilidad de oponerse fueron seducidos por el sonar de las monedas, y aceptaron formar parte del juego que hemos de recordar como la etapa de la disonancia en pleno concierto nacional y global coronados por la modernidad.

Si en otras latitudes caen los regímenes autoritarios, aquí por el contrario sólo hizo falta activar el mecanismo del reparto de millones para aplaudir de pie cuanta deformación sea propuesta a la ley suprema que, habrá de quedar como rebozo parchado, muy a pesar de la historia que le precede para llegar a ser lo que hasta hoy pudo, día en que comienza su horadación.

Hay opiniones que coinciden, por ejemplo con la falta de actividad en la Sala Familiar, de tal forma que al fusionarla con la Penal, habrá un ahorro sustancial de recursos.

Desde luego, ver el monólogo en que devino la Sala Electoral, con un solo magistrado tomando ahí las decisiones, es de lo más vergonzoso.

La reforma es compleja, cruel y despiadada. Hay que estudiarla a profundidad para entenderla.

Aquí lo abyecto tiene que ver con la forma en que se aprueba. Mire que romper con la armonía entre poderes aprovechando la insaciabilidad de quienes ahogaron su activismo y su manera de pensar a cambio del millón ese que le platico, y así permitieron la unanimidad, me tiene con la boca abierta y creo que algunos paisanos míos estarán en las mismas.

Ni modo, se echaron nuestros caballos.

Y respecto al régimen autoritario en ciernes, ojalá no despierte esa creciente inconformidad social que, según vemos, optará por pasar por alto a quienes se dijeron sus representantes.

¿Qué sigue?

Pues ya lo vimos, verdad. Elevar a rango de Secretaría de Asuntos Jurídicos, el escritorio de donde han salido tantos yerros. Probablemente silenciar, por ley, a quienes detentan alguna forma de hacerse escuchar, en fin lo propio de los regímenes concentradores de poder, donde hay un mando superior asistido por un incondicional. Y de ahí hacia abajo, todo es mirar al tejido social por encima del hombro.

La transformación del estado es un hecho.

Que sea para bien, pues ahí están los asegunes… ya ve lo que ocurre en el Poder Judicial gracias al concurso del Legislativo.

Si no hay obra, por lo menos ya sabemos adónde se dirigieron esos recursos que en otras circunstancias habrían servido para levantar los cimientos del Tlaxcala que todos deseamos.

Según lo podemos ver, la historia es muy distinta.