Héctor Ortiz llegó a registrarse al PAN como quien llega a la casa hecha por uno mismo, no sé, para ocasiones como esta, donde aquél regalito a los albiazules se ha de convertir en el cuartel general de su campaña a senador.
Tan desafiantes y tan dependientes, los panistas de Tlaxcala vivieron este miércoles el episodio non del afilamiento de lanzas rumbo a la elección federal de 2012. Su principal patrocinador, Héctor Ortiz Ortiz, no perdió más tiempo y, entregó su documentación para formalizar su palomeo en el proceso interno albiazul.
El ex gobernador de Tlaxcala llegó con un nutrido séquito del llamado orticismo, al edificio que él les regaló en tanto acto simbólico de la singular mezcla: PRI-PAN-orticismo. Y con esa suficiencia se aventuró a hablar de las tres alternancias en dieciocho años… yo diría que ese lapso contiene las tres caretas del PRI, desbordado de su sede y adquirente de franquicias para imponerse al propio PRI.
En 1998, Alfonso Sánchez Anaya –tricolor hasta el tuétano- puso el mal ejemplo de rebeldía y compró al Partido de la Revolución Democrática (PRD), al grado que con el tiempo hasta se ha labrado una imagen reformista dentro del socialismo mexicano. O sea, ejerció liderazgo y capacidad organizativa aprendida en su alma mater, por cierto con la innegable influencia de su ex jefa y formadora, Beatriz Paredes Rangel.
Para 2004 tocó el turno a Héctor Ortiz Ortiz, quien del polvoriento edificio de Lira y Ortega 8, pasó al adefesio de sede panista, por el rumbo de la Central Camionera. Y ganó la gubernatura. Y se prometió dotar al partido ese… ah sí, al PAN, dotarlo de una casa decente adonde algún día llegaría a hacer lo que ayer, o sea a expresarse con la seguridad de quien ha adoptado el papel de discreto proveedor, a condición de contar con el trato deferente propio de un padrino (de grado, decimos en los pueblos de Tlaxcala). Olvidaba decir, aquí Beatriz también tuvo la oportunidad de pigmentarse para meter mano negra al resultado.
La historia de 2010 es muy reciente y conocida por casi todos. Mariano González Zarur, aprovechando lo que le dejaron de partido gana la gubernatura. Jamás restaría mérito a su candidatura, pero de no haber sido por la intervención lo mismo de Beatriz Paredes que, del propio Ortiz, aquél cotejo juliano habría tenido otro destino.
González Zarur, castigado por la arrogancia de sus compañeros de partido armó un rompecabezas con piezas de su primo Sánchez Anaya, y también de Ortiz. Ya sabe usted de su cambiante temperamento. Luego desconoció a todos y se alzó como único involucrado en el raro gane del tricolor. Por eso ha de ser que los priístas de hoy temen su intervención en el partido, pues con él nunca se sabe… bueno sí, lo único cierto es que generalmente la riega. Cosa de tiempo.
El nuevo mapa panista
Quienes dividieron ese partido en dos factores, orticismo y adrianismo, deberán actualizarse porque una nueva corriente se incrustó en el partido desde aquella penosa dimisión, en julio de 2010.
Minerva Hernández Ramos quiere la rebanada de pastel que le corresponde, tras aquella deprimente adhesión a la candidatura de Adriana Dávila. Cierto, también toma en cuenta el cambio de chaqueta, de perredista a panista, en su desempeño como senadora de la República.
Hoy, reclama una candidatura a la diputación federal. Y todo indica que le darán el tercer distrito electoral, para que ella misma sea la abanderada.
He ahí el primer, digamos conflicto, porque el patrocinador albiazul tenía reservada esa posición para su leal Edilberto Sánchez Delgadillo. Caballerosamente, no tiene más alternativa que hacerse a un lado porque se trata de mantener el equilibrio en el partido y de sumar, antes que ser causa de enconos.
Primero y segundo distritos contarán –según entiendo- con abanderados de Adriana (en el primero, el camionero Víctor Fernández Ordoñez) y de Ortiz (tal vez su hermano el ex rector de la UAT, Serafín Romero, o el ex alcalde Victor Hugo Cahuantzi González).
El PRI ya publicó su convocatoria
El inconveniente liderazgo del primer priísta del estado conlleva nubarrones durante las simulaciones llamadas convenciones de delegados, para sacar a sus abanderados a diputados y senadores.
Saben que la imposición en un partido del cual han salido personajes para tres alternancias en dieciocho años, puede ocasionar una nueva ruptura, pero en condiciones muy distintas por cuanto desventaja, porque ahora sus adversarios cuentan con experiencia y lana como para taparle todas las salidas.
De todas formas no deja de sonar el nombre de Joaquín Cisneros Fernández, Anabel Ávalos, Noé Rodríguez Roldán, Lorena Cuellar Cisneros y hasta el ex gobernador José Antonio Álvarez Lima, para conformar la mancuerna tricolor al Senado de la República.
Para acallar los miedos del priísmo, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) anuncia la labor inteligente de reconocida encuestadora para evaluar a quiénes llevará como favoritos a la mencionada convención de delegados.
Si se cumple lo que el CEN ofrece, entonces Mariano González, no tendrá más que disciplinarse no le aunque echen abajo sus fobias y sus miedos de permitir el crecimiento, por ejemplo de Lorena Cuéllar Cisneros, quien está más que dispuesta empeñar su alma si es preciso para ser senadora y luego, candidata a gobernadora.
Su activismo discreto pero incansable puede dar dolores de cabeza al señor de los conciertos caros.
En el terreno de las diputaciones federales, hacen todo lo posible por llamar la atención, en el primer distrito: Guadalupe Sánchez Santiago, Ubaldo Velasco Hernández y Silvestre Velázquez Guevara. El segundo parece estar reservado para el beatricista Enrique Padilla Sánchez, en tanto que el tercero podría corresponder al magisterio tlaxcalteca, como parte de la alianza con Nueva Alianza, tejida desde el centro del país, como una de las estrategias tricolores para abatir el daño causado por personajes intensos, como Mariano González Zarur.
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