El peculiar priísta pasaba días enteros con su amigo el gobernador, mutilando nóminas, y también planeando el que pudiera ser su primer negocio en serio, “por dar tanto a la caus”, el Plan de Desarrollo Estatal, a cargo de un despacho amigo.

Uno se pregunta las causas por las cuales un priísta con nivel de doctorado, alcanza calificaciones tan bajas tras, “cumplir con un encargo”, como lo es el Plan de Desarrollo Estatal (PDE).

A Noé Rodríguez Roldán, lo encontró realmente bajo la encuesta recién aplicada por el PRI entre los militantes que conformarían la lista cercana a la realidad, con aquella que obedece a estimaciones teóricas y, en el peor de los casos, a simpatías personales (o compromisos) del gobernador Mariano González Zarur.

Hablo de la encuesta de posicionamiento de aspirantes a las candidaturas al senado de la República, en la cual, Noé se fue al sótano.

Apareció el peine

Resulta que la lejanía de la realidad tlaxcalteca plasmada en el mencionado documento – el cual se habrá de aprobar de todas formas en unas cuantas sesiones del Congreso- ni siquiera pasaría por el escritorio del calpulalpense, porque en realidad fue encargado a un despacho recomendado por Carlos Rojas, cuyo papel en el gobierno de Tlaxcala nadie sabe con precisión, a no ser que se trate de la gente de Finanzas, encargada de entregar generosamente recursos a este extraño colaborador del señor Manchis.

Lo malo es que la consultoría esa que le platico está conformada por puro fuereño con la idea de venir a Tlaxcala a descubrir escenarios como para telenovela de Televisa y a considerarnos como unos indígenas bien pobres, gobernados por un atractivo equipo de güeritos, todos ellos bajo las órdenes de un patrón bien guapo (aunque bastante arrugado).

Esa apreciación tan fuera de contexto golpeó la imagen de babyface, el talentoso aunque proclive émulo de Enrique Peña Nieto,  a pasar largas horas en la estética (por aquello de dar su mejor cara a las cámaras) aunque el contenido de su trabajo, sea acorde con el PDE que tanta polémica despertó entre los legisladores.

Por qué Rojas no da la cara

El achicamiento de la burocracia tlaxcalteca tiene como uno de sus artífices a Carlitos Rojas, acompañante de planta del gobernador- hacendado, los primeros meses de su administración.

Con su trayectoria en el PRI, uno imaginaría a ambos personajes planeando grandes cosas para el estado, pero no acordando encargar a un despacho equis la elaboración del PDE.

Digo, ¿pues que no se hicieron cientos de foros, de cuyas conclusiones habría quedado un trabajo de respeto?

Más claro ni el agua. Hay un interés extraordinario del priísta ese que le platico por participar activamente en el progreso (¿?) de Tlaxcala (es decir, como que ya era hora de que Carlitos hiciese su primer nego en serio), aunque en esa maniobra correspondió a Noé, pagar los platos rotos.

La casa por la ventana en los 30 años de la desaparición de Sánchez Piedras

Por orden del amo, se prepara una celebración, casi como el bicentenario, para recordar el 13 de junio la memoria del querido Don Emilio Sánchez Piedras, a 30 años de su desaparición.

Se me hace raro que el señor Manchis así lo haya organizado, si hace tres semanas (el día de las mamás) se declaró huérfano de padre político.

Mire usted: del discurso de Sánchez Piedras, ojalá sus descendientes nos conviden un poco, pues para ser honestos las actuales generaciones –que conforman la principal masa electoral- sencillamente no conocieron la obra de tan respetable tlaxcalteca.

Ahora bien: Mariano González Zarur, fue tan mal visto por Sánchez Piedras y familia, cuando rompió el matrimonio con la respetable señora Beatriz Sánchez Santiago (hija de don Emilio), que su acelerada iniciativa por rememorar hoy a quien fue su suegro, a quien le compartía secretos de la política, pero en cuanto pudo le aplicó la ley del hielo por ingrato y frívolo, resulta algo así como lavar culpas de un particular con el dinero del pueblo.

Y por otro lado, elevar a prócer la memoria de Don Emilio, francamente no corresponde al señor Manchis, por su locuacidad, por su deslealtad y por su incontrolable temperamento.

Mire que si algo tenía el querido Don Emilio, eran actitudes de sabia parsimonia ante los reiterados desafíos por su pensamiento congruente con la parte de historia que le tocó vivir.