Insiste en hacer del gobierno un patrón y a los productores verlos como acasillados y cuando muy a la fuerza se ha escuchado alguno de sus discursos, viene el remate, alardeando la promoción de inversiones para que cada quien se emplee…

La gira de trabajo del gobernador Mariano González, por Altzayanca, realizada ayer domingo, registró reiterados mensajes para conformar lo que tiende a ser un nuevo entramado electoral, bajo el nuevo estilo marianista, entre un egocentrismo muy marcado y, formas poco amables para formarse en las nuevas filas con la promesa de recibir apoyo.

Por ejemplo, ante productores del campo, González Zarur, ofreció –anteponiéndose a sí mismo- entregar sumas desde 500 pesos, 600 o hasta mil, “dependiendo como venga la producción”.

Es decir, cómo productor búscale como puedas, pero obtén cosechas abundantes, entonces veré –nótese el culto a sí mismo- si te doy 500 o mil, según lo estime con base en parámetros de humillación, pero con un elevado nivel de lealtad y, de sumisión, como parte de las tres eses, (sumarse, sumarse y sumirse) condición inalterable si se desea incorporarse a las divinas huestes del amo.

Oiga, un productor no deja su vida en el campo pensando en conmover al amo para que le dé sus 500 o sus mil si de plano lo ve tan dispuesto.

Una asignación arbitraria de estímulos claro que genera incertidumbre, pues depende del ánimo del tlatoani. Además, un productor requiere de liquidez en este momento, cuando el temporal le ha vuelto a poner una compleja agenda de lluvias.

Creo que los mecanismos que buscarían seducir a los productores para sumarlos y sumirlos adolecen de un lenguaje poco convincente, sustentado en el criterio de un hacendado quien, se obstina en dar a la autoridad un rol de patrón y a los productores, el consecuente papel de acasillados, sólo que ahora en lugar de completar la raya con pulque, aplica su decisión muy personal para ofrecer quinientos, seiscientos o mil pesos, dependiendo del grado de sumisión.

Estamos ante una visión retro de la política, resistente a ver como iguales, como ciudadanos que son, a los productores, a los ancianos, a los ancianos, a las mujeres…

De esta gira, considero memorable la siguiente frase, dicha a ciudadanos de Las Cuevas: “aquí estoy para que platiquemos y en algún momento enfrentemos juntos los problemas”.

“En algún momento…”, y por qué no, “siempre”, “invariablemente”, “con la constancia y la vocación del Estado”, bueno, esta última sonó muy retórica, pero si de ello está compuesta la propuesta tricolor.

“En algún momento”, habla de que no en todo momento se cuenta con la autoridad para encarar los problemas.

Si analizamos estas frases, sabremos que tras ellas hay marianismos (cuando Fox era Presidente, a sus locuacidades se les llamó foxismos) con objetivos difusos desde una perspectiva social, pero muy concretos desde el interés particular de quien los emite.

Tome nota por favor: “dependiendo como venga la producción”, “en algún momento enfrentemos juntos los problemas”, “para los campesinos que de veras trabajan”…

Me hace pensar en la esencia del albur que, siempre busca usar (sexualmente) al contrario y para ello recurre a los juegos más creativos de palabras.

Que el señor Manchis, utilice mensajes raspositos pues es muy su estilo, verdad pero, como “miembro bajo protesta” (pues no tiene papá político) del partido cuya máxima es la justicia social, me parece alevoso que tras los dardos ya citados líneas arriba, nos remate el discurso con aquello de alentar las inversiones públicas y privadas, para que cada quien se procure su propio trabajo.

Mariano padecerá la desconfianza social perenne por el conflicto que vive entre el compromiso con la gente, más que promovido en mesiánicas apariciones personales de Humberto Moreira, y la visión del hacendado, dibujando a un patrón con orejas de lobo estepario, en el mismísimo poder ejecutivo local, por cierto, visto a través de su cristal, como el coordinador de los esfuerzos de los otros poderes, sí señor así lo ha dicho.

En consecuencia, marianismos, serán las muchas ocurrencias convertidas en problemas, aprovechando el fuero de gobernador.

Por ejemplo, advertir a, “sus subordinados” que tienen una pata afuera del gobierno si es que no dan el ancho.

A ver, dispone de algún parámetro para decir tal o cual secretario (ok, subordinado) se va porque no ha demostrado capacidad en el encargo conferido.

Al día de hoy, tal amago no ha pasado de ser un marianismo.

Lo grave es que los marianismos también abundan en materia legal. Desafíos a otras autoridades, alardes de grandezas jurídicas, cuando no dispone de un equipo supremo.

La vacuna contra los marianismos es amarga.

Tiene que ver con poner los pies sobre la tierra. Con desaparecer la telaraña esa que te lleva a verte como un ente etéreo, como tejido a mano en hilo de oro, cuando la teoría política te obligaría a anteponer la inteligencia, el análisis, un real compromiso con la gente.

Para estos estilos, el silencio sería lo mejor.

Una pulcra imagen lograda con un máximo esfuerzo haría falta tras accionar el mute, en tanto una necesidad sagrada para sacar al buey de la barranca, que entre más se mueve, más se hunde.