El llamado de la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, a sus funcionarios para que eviten distracciones y abandonen la calentura electoral rumbo a los comicios del 2024, debe ser tomado muy en serio porque no vacilará en aplicar correctivos a los adelantados y a los que insistan en utilizar sus posiciones para sacar provecho político.
La mandataria es una política ortodoxa y sabe que para avanzar en esta carrera es indispensable la disciplina, la lealtad y los resultados. Ante las prisas que había entre miembros de su gabinete y uno que otro funcionario federal para figurar políticamente, la morenista sin recurrir a la dureza verbal o la descalificación pidió a sus colaboradores concentrarse en su trabajo y esperar los tiempos electorales.
Cuéllar Cisneros está consciente que muchos se han dejado llevar por la inercia de la política nacional que está centrada en la sucesión presidencial y especialmente en las corcholatas de Morena que buscan la candidatura para convertirse en el próximo mandatario del país, sin embargo ella intuye que aún no llega el momento para hablar en Tlaxcala de los aspirantes al Senado, a las diputaciones federales y locales, así como a las alcaldías y a las presidencias de comunidad.
Lo importante es que la actual administración entregue resultados, para lo cual es elemental que los funcionarios estatales estén concentrados en su trabajo al que le deben dedicar el 100 por ciento de su tiempo, sobre todo cuando en casi cinco meses se estarán cumpliendo dos años de gobierno y los ciudadanos y las ciudadanas quieren ver la transformación del estado.
Ojalá el mensaje de la gobernadora sea asimilado y entendido por el adelantado Alfonso Sánchez García, secretario de Infraestructura, quien hace unos días declaró que estaba interesado en buscar un cargo de elección popular para los comicios del 2024 y que además no para de sostener reuniones políticas con ese fin, mismas que son encabezadas y coordinadas por su papá, el ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya, que a su vez impulsa las aspiraciones de su engreída nuera, la diputada local Marcela González Castillo, considerada como el “Plan B” de esa familia que está obsesionada con recuperar el poder.
La calentura electoral les pegó a varios adelantados, de ahí que no les quedará otra más que esperar los tiempos y la ansiada señal o bien tendrán la posibilidad de renunciar a sus cargos y emprender su aventura sin estar en la órbita de influencia de la mandataria, como lo vienen haciendo la diputada federal Dulce Silva Hernández y la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, quienes al no pertenecer al grupo político de la gobernadora se mueven de manera independiente, una para buscar la candidatura que le permita llegar a la Cámara Alta del Congreso de la Unión y la otra para conseguir la nominación que le garantice su reelección.
Salvo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y la gobernadora, Lorena Cuéllar Cisneros, que cuentan con posicionamiento, arraigo y un importante respaldo ciudadano en la entidad, en Tlaxcala no hay figuras políticas de peso o con trayectoria vinculadas a Morena o a sus partidos aliados que por sí solas les alcance para conseguir una nominación y después ganar una elección, razón por la cual los aspirantes a los futuros cargos de elección popular deberán disciplinarse si es que quieren ver sus sueños hechos realidad.
Los siguientes días será claves para observar si los funcionarios entendieron el mensaje o no, pues seguramente no faltará quien lo minimice y siga su proyecto político de buscar un cargo en los comicios del 2024, lo que podría provocar nuevos ajustes en el gabinete legal y ampliado, que según la mandataria, por el momento ya no se tienen previstos más cambios.
Hasta ahora hemos visto a una gobernadora prudente y tolerante, pero eso no quiere decir que llegado el momento aplique correctivos y frene las aspiraciones políticas de uno que otro acelerado que no sólo está pensando en los comicios del 2024, sino en los del 2027 cuando se llevará a cabo la sucesión en Tlaxcala.
Lorena Cuéllar está observando, midiendo lealtades, probando la disciplina de sus colaboradores y sobre evaluando los resultados de sus colaboradores, elementos que serán claves para determinar quién tendrá futuro político en este sexenio y quién verá frustrados sus sueños.
Al tiempo.
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