Supuso que el pueblo lo aplaudiría al verlo andar por las calles de este municipio, pero al degustar una bebida con “el pollo” apareció un comerciante agraviado y, sin decir agua va, le ha soltado tal clase de derecha que, al suelo se fue el aspirante a gobernador y últimamente a un amparo de la justicia federal.
Quedó en intento, persuadir a la justicia federal, de que el Congreso de Tlaxcala cometía una injusticia al destituir al alcalde de Apizaco, Alex Ortiz Zamora, en tanto se aclara su delicada crisis administrativa y legal, por más de tres millones (pero de dólares).
También quedó en intento, según gente informada, la convocatoria al cuerpo edilicio apizaquense para boicotear la toma de protesta del primer regidor, Ayax (en serio, así se llama) para que no pudiera retomar las riendas de una de las alcaldías más vapuleadas de la República Mexicana.
Lo que no quedó en intento fue el desquite de un comerciante (de los muchos agraviados con saña) cuando encontró al político galeno, en los brazos del dios Baco, en una de las cantinas más tradicionales de la comaraca… sí hombre la cantina del famosísimo “pollo”.
Al verlo, aquél individuo, le ha asestado tal clase de descontón que, abundaron estrellas y demás visiones propias de la gente sometida a un chingadazo en serio.
No es motivo de sorna lo acontecido a quien gobernó Apizaco, pero los hechos ahí están y, las lesiones no sólo son de naturaleza política y legal, sino también física. Muchas cosas al mismo tiempo, como uno no lo desea para nadie.
Lo grave de este asunto radica en que, ayer miércoles a eso del medio día, cuando se conoció el rechazo judicial a las intenciones de Ortiz Zamora, por alcanzar la gracia del amparo, la alcaldía se quedó así, sola, como evidencia de un delicado vacío de poder.
Y los ciudadanos apizaquenses, qué culpa tienen de este caos. Ellos cuentan con su autoridad, porque para eso lo eligieron.
La crisis no queda ahí. Se trasladó al Congreso del Estado, donde tampoco había, ni diputados, ni funcionarios (creo que el secretario parlamentario había ido por las tortillas) para recibir la notificación y dirigirse a Apizaco a tomar protesta al señor Ayax, de tal suerte que tan importante demarcación no quedase a la deriva.
Oigan, qué falta de responsabilidad.
Se ve la prisa de estos funcionarios y políticos por decir adiós a sus obligaciones para dedicarse a disfrutar de su aguinaldo adelantado, claro, de sus envidiables bonos de fin de año y de todo lo que huele a dinero ganado sin mayor esfuerzo, mientras la mayoría de los mortales, a quienes nos llaman el pueblo, pues andamos viviendo al día.
De Tlaxcala para los municipios de México, este es un ejemplo.
Sí, de cómo no tienen que ser las cosas para que la gente no se sienta decepcionada de sus gobernantes.
Y de los municipios hacia Tlaxcala, pues las gracias por hacer semejante servicio.
Con el debido respeto, vaya desde aquí una expresión de ánimo al maltrecho Ortiz Zamora, para reponerse físicamente y encarar, como es su obligación, los compromisos a los que seguramente ha de aclarar ante las autoridades.
Para el alcalde entrante de Apizaco, Orlando Santacruz Carreño, la sugerencia de asumir el cargo con la mayor seriedad, para restañar las tremendas heridas de una comunidad hastiada por la liviandad imperante en el palacio municipal, al cual no le vendría mal una limpia, digamos del fabuloso brujo de estos lares, Rodolfo Rodríguez “El pana”.
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