No dejar piedra sobre piedra, hablando del patrimonio público de Tlaxcala susceptible de afectarlo, es una infamia más dentro del baúl de los excesos cuyo contenido nadie olvida porque va de notarías para cuates, a hospitales descentralizados y hasta el sindicato de SESA.
Los excesos del fin de sexenio son fenomenales. Digamos, lo que se libra de estos estertores de un régimen agonizante, es el maravilloso disco de Hétor Ortiz, logrando un efecto romántico, con aceptables niveles de producción. Vaya cuando sea ex, el actual puede pensar en vivir de las regalías (a lo mejor si aplicamos el fotoshop en su imagen, hasta lo mejoramos….)
Lo que sí me sorprende es la desmedida ansia poseedora de cuanto bien haya para prolongar su mandato aun en tiempos de su sucesor.
Suponemos legítima la intención de otorgar bienestar a los incondicionales, pero en estos niveles es ofensivo… autobuses, notarías, hoteles, universidades, hospitales y, ahora, sindicatos.
Poco puede hacer el también trovador (aunque muy desafinado) Domingo Fernández, para refrenar la condena de todos los sectores, al desgarrador activismo orticista, una de cuyas últimas travesuras es dar calidad de OPD a los hospitales Infantil, de la Mujer, de Natívitas, de Calpulalpan… o sea, tirarle a lo que se mueva.
Bajo la batuta del marianista diputado Piedras, los otros integrantes de la Comisión de Salud del Congreso local, condenaron la expansión de los ejércitos orticistas mediante acciones que van a perjudicar al entrante.
Creo ocioso pensar en el entrante. Se puede defender solo.
Interesa ver qué se hace con los bienes del estado. Con las organizaciones gremiales, como lo es el sindicato de Sesa.
Quién podría arrojar la primera piedra en contra de este apetito de poder. ¿El PAN?, perdón pero es el primer beneficiario. El PRI, pues se ha lanzado en legítima defensa de sus también intereses, de tipo electoral.
Pensar en quien tiene más derechos para colocar a sus amigos en tal liderazgo, si Ortiz o Blanca Águila, conviene dejarlo a la voluntad de los sindicalizados. Ya sabe que en estos menesteres, cuando menos lo esperan vienen las sorpresas.
Pero volviendo al tema de la descentralización hospitalaria, previa conformación de sindicatos en la misma, nos describe un accionar perverso, alejado de toda ética, al que poco le importa si lo recuerdan mal o lo recuerdan peor.
Ver que hasta el nuevo auditorio de la Plaza del Bicentenario, planea entregarse a la universidad pública, en calidad de un golpe más a la administración entrante, suena a cinismo en su más elevada expresión.
Por consecuencia, en el próximo informe de gobierno, sería infame destacar el importante número de obras para el pueblo. Lo correcto será ufanarse de que usando al pueblo se infligió un grave daño al patrimonio público y se engrosaron las cuentas personales propia y de los incondicionales.
No vale ser tan cínicos. Menos involucrar a mandos del pasado cuando con ellos se ha podido hasta entablar el compartimiento de elevadas causas comunes. De ahí que si bien es cierto que al diputado federal Julián Velázquez Llorente se le ofreció participar en el consejo administrativo del Hospital Infantil de Tlaxcalao, la verdad es que tal invitación fue rechazada por el ex secretario de Salud por motivos personales.
Esto habla del extravío de la brújula pues los mismo, se acaba con el compadre de la vida que con los simples mortales. Todo en aras de conservar y crecer el espectro de poder.
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