Unos tronaron como ejotes: ASA, Ortiz, Adriana, RMV… Otros hicieron el ridículo de su existencia: Adolfo, Santiago, Orea, Daniel Romero.

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¿Ganó el PRI o perdió la oposición? Parece un juego de palabras, pero son dos ideas distintas. El PRI del señor Manchis, recurrió a toda maniobra posible para dar la batalla. Pero la oposición se mantuvo pasiva, y se convirtió en cómplice solidaria de un marianismo con tres triunfos electorales, carísimos económica, legal y socialmente.

Y viene el dilema moral, ¿vale más tener un mayor número de diputados o que esos representantes populares impulsen cosas positivas para la gente?

Por lo pronto en Tlaxcala hay fiesta tricolor. Mariano ganó tres de tres distritos y hoy puede pavonearse ante el presidente Peña Nieto, como un sobresaliente mapache con acciones rotundas y anticipadas –terrorismo laboral y descuentos involuntarios- que alcanzó el suficiente mérito como para palomear a su sucesor o sucesora.

De lo que cada vez me convenzo más, es que ninguno de los tres virtuales diputados federales salidos de la contienda de ayer, satisfaría los requerimientos de esta nueva versión, ni tan mariana, ni tan peñista, ni tan dependiente de la militancia.

Quién pierde, quién gana

  1. En el distrito 01 ha sido escandaloso la derrota sufrida por el ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya. Una desconocida le pegó dos a uno. Y conste que Morena –el partido de ASA- se hizo con el mayor número de diputados federales, por ahí de 48… ¿raro, verdad, que un colmilludo ex gobernador haya sufrido semejante revolcada? Otra damnificada es la senadora Adriana Dávila Fernández, quien personalmente operó la campaña del ex alcalde Orlando Santacruz, un sujeto con demasiados fantasmas en su pasado como para aspirar a colocarse en le élite de quienes pueden contender por la gubernatura.
  2. En el distrito 02, que Alejandra Ramírez Ortiz, haya descendido a la tercera posición, hace el gran perdedor al grupo comandado por el ex gobernador Héctor Ortiz. Complica el escenario al diputado Serafín Ortiz y muestra la gravedad de las fisuras opositoras ante el avasallante Mariano, con todo y sus yerros, sus viajes internacionales dilapidatorios, y sus pies sobre el cuello de miles de burócratas. Aquí también pierde el gobernador poblano, Rafael Moreno Valle, y la esperanza depositada en el alcalde de dos aromas, Adolfo Escobar Jardínez, cuyas acciones fueron tan efectivas como la reforma educativa con el desempeño del sector. Bueno, hasta lo vieron operando en el tercer distrito, ¿qué hacía allá?
  3. Tomás Orea dio el changazo de su vida en el distrito, coto de la Izquierda. No lo dio solo. Lo acompañó la senadora Lorena Cuéllar Cisneros y el sinónimo de fracaso cuyas corbatas amarillas no mejoran su pésima genética: Carlos Navarrete. Otra que se fue al hoyo es Lilia Caritina Olvera Coronel, protagonista de su impopularidad. Puede que su descenso también arrastró al orticismo que jamás dejó de apoyarla, como quien echa dinero bueno al malo.
  4. Los grandes ridículos de la política tlaxcalteca responden a los nombres de Manuel Cambrón, presidente siempre cuestionado de un Partido de la Revolución Democrática (PRD) cuesta abajo en su rodada, y de Carlos Carreón, el mayordomo de la seño Adri, bueno para poco y malo para mucho.

Comienza la sucesión

En las diecisiete entidades que fueron a las urnas hubo hechos destacados que, comparados con lo ocurrido aquí nos llevan a profundas reflexiones. Por ejemplo: mientras las candidaturas independientes triunfadoras, como la de Jaime Rodríguez Calderón “el Bronco”, nos hacen pensar en su valía para la elección de 2018, los escasos votos de Daniel Romero en el distrito tres, nos obligan a ver la miseria de personajes que pudieron haber vendido su causa a un charrismo tricolor tan útil como el número de votos sustraídos mediante sus escasos seguidores.

Dos gubernaturas afectaron al gran elector de Tlaxcala. Sonora, donde Javier Gándara, supuesto candidato del señor Manchis (entre otras cosas le mandó bola de camisetas) no pudo contra la fuerza del PRI con Claudia Pavlovich y su gran patrocinador Manlio Fabio Beltrones.

Como quien dice, las malas manchi relaciones con los grandes personajes del tricolor, que lo inventaron, lo hacen un objetivo de ese PRI que no perdona hasta cobrar cada afrenta.

Otro manchi perdedor es el abanderado tricolor por Michoacán, Chon Orihuela, cuyo amigo común con Manchis, el profe Mario Armando Mendoza, no dio una aquí, y tampoco allá. A tiempo se deshicieron de él, aunque nos dicen que nunca dejaron de cotizar ni en las nóminas, y menos en finanzas, porque hubo que ser generoso con la ayuda para la campaña.

Conclusión

El tricolor no ganó en Tlaxcala debido a proponer candidatos con liderazgos indiscutibles. Los hicieron ganar muy a la fuerza, carecen pues de la fuerza suficiente como para incorporarse a la nueva fila, para suceder al temperamental ganadero a quien últimamente le dio por importunar en las mesas de café del portal grande.

La oposición perdió porque nunca fue capaz de superar los odios entre sus liderazgos. Odios que seguramente fueron ensalzados por un Mariano muy interesado en mantenerlos tan divididos como finalmente lo consiguió.