Mariano ha tenido que aplicarse a fondo, dejar la pereza que lo invadió en los dos primeros tercios de su gobierno, cuando olvidó que fue la gente la que lo llevó al gobierno
Cuando Mariano vivió su pesadilla en el limbo de la política –nadie lo tomaba en serio- entonces, tocó todas las puertas que pudo e hizo alianzas hasta con el diablo. El resultado lo conocemos, convenció a muchos de votar por él, y les aseguró un cambio de fondo.
Cerradas las puertas del PRI, el hacendado buscó una oportunidad en la Izquierda. Y tuvo respuesta.
Para entonces, el Revolucionario Institucional se percató que González iba en serio. Las fuerzas ocultas de ese partido decidieron entonces quitar el seguro al portón. Y Mariano entró, pero no iba solo. Llevaba un séquito de liderazgos, la mayoría del PRD. Con ellos, ganada la elección se dedicó a gobernar.
Qué fabuloso… llegaba sin compromisos (mejor dicho, las circunstancias le permitieron sustraerse de ellos) y se dedicó a la dolche vita, como en su momento ocurrió con Vicente Fox, quien llegó gracias al hartazgo contra el PRI, pero una vez entronado se dedicó a gozarla del brazo de Martita.
Al señor Manchis eso le costó muy caro en las dos elecciones anteriores. Lo más aparatoso le ocurrió en 2012, cuando seguro estaba que ganaba Andrés Manuel la Presidencia. Nada hizo por impedir que Peña Nieto tuviera los peores resultados en Tlaxcala. ¿Resultado?, perdió tres senadurías. En 2013 no le fue mejor. Su terrible soberbia lo llevó a conservar sólo un diputado en el primer distrito electoral federal… su ex cuñada Guadalupe Sánchez Santiago.
Algo tenía que hacer en 2015. Dedicó largas horas a reflexionar sobre sus dos anteriores fracasos y llegó a una conclusión nada sorpresiva… tenía que aliarse de nuevo con aquellos liderazgos que en 2010 lo hicieron gobernador.
Alió de nueva cuenta al PRI-mariano con los liderazgos que siempre tuvo sentados en su mesa pero que los había olvidado: Narciso, Gisela, Andalco, Molina y hasta Antonio Mendoza, quien entregó sus influencias en el PT a sumar votos por Anabell Alvarado.
Los resultados son elocuentes. Por cierto se dieron en la coyuntura generada por Manuel Cambrón, quien había abierto junto con Santiago Sesín un boquete a su partido. Y esperaba limpiarlo de esas viejas tribus, enquistadas en el gobierno estatal.
La quinteta tricolor
Han comenzado a sonar los nombres para suceder a Mariano, y este tiene que inclinarse por alguien, esperando aparejar su voluntad con la de Peña Nieto. Hoy, con el resultado de la elección, al menos conserva su derecho de veto. Pero veamos los nombres que más suenan:
1.- Marco Antonio Mena, una especie de político híbrido, sumiso e incondicional, que ha recorrido el tapete marianista, de secretario de turismo a líder del PRI, pasando por el Congreso. Se halla lo suficientemente castrado como para no mostrar signo alguno de liderazgo en lo que puede ser su camino a la gubernatura.
2.- Ricardo García Portilla, el cachorro adoptado… sin pedigrí pero voraz académico que llega a San Lázaro presumiendo los dos doctorados que por cierto, poco hicieron por él para ganar la elección. Es un pequeño engrane al que podrían sacrificar, conscientes de la impopularidad que lo persigue y lo caro que cuesta colocarlo a la mesa donde se alega la sucesión.
3.- Noé Rodríguez Roldán, una especie de correo entre el peñismo y el marianismo; pesadilla de García Portilla y actual delegado de Gobernación en Puebla. Parece vivir una eterna senda de pruebas, dolorosas y difíciles que le han costado dejar la secretaría de Gobierno y otros encargos donde le fue condenado su soltura de boca a la hora de hacer futurismo.
4.- Anabell Ávalos Zempoalteca, bien vista por Peña Nieto para hacerla candidata, pero expuesta a la misoginia mariana mediante su poder de veto. Pese a la entrañable relación con los González, estos le hicieron la vida de cuadritos hasta conseguir echarla del gabinete, cuando fungía como secretaria de Gobierno. Mucho influyó García Portilla en esa acción, hoy sin embargo, se vuelven a ver las caras en la plena etapa sucesoria.
5.- Guadalupe Sánchez Santiago, una política de clase premier, con el sanchezpiedrismo por las venas pero, un poco oxidada por los años. Le asiste contender casi por el derecho que le da la fotografía con el bien recordado de su padre, y a la que en su momento también Mariano aludió… si ya esos fueron gobernadores, nomás falto yo.
No son los únicos
Creo que lo raro del marianismo da para pensar en otros nombres. Falta un buen trecho para la elección de 2016, pero a Mariano cada día lo quieren menos… okey, para algunos ya despide algún olor a cadáver.
Pues no tarda en definir el juego. Seguro lo hará acompañado de la alianza infalible que lo hace subir al podio. Por ahora va con chica sonrisa, tras haber conseguido los tres distritos para la nueva Legislatura bajo cuyos retos está consolidar las famosas reformas estructurales.
“Aiga sido y lo que aigan costado”, pero las tres diputaciones las ganó. Y nadie lo ha cuestionado.
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