Esto es la guerra; nadie en sus cabales podría lograr una relación decente con un gobernante de mecha corta.

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¡Nadie más que yo puede citar a los partidos políticos!… Yo, yo y yo… En Tlaxcala tenemos un severo problema de culto a sí mismo. El gobernador Mariano González Zarur, no dimensiona las consecuencias que le puede acarrear la humillación pública hecha al representante de la Secretaría de Gobernación, Alberto Banck Muñoz.

Lo puso en un brete. Si guarda silencio quedará de manifiesto que el mandatario tlaxcalteca se arrogó la potestad de demoler personajes, sin tomar en cuenta su jerarquía o trascendencia. Si cometen el error de cruzar por alguna de sus frecuentes crisis de ira, de seguro sentirán la candela.

Ante la eventualidad que Banck Muñoz, demandase un mínimo de respeto a su representación, subirá al encordado aquél desafío de: «a mí, ni el Presidente me regaña» (acompañado del infaltable: «todavía no nace quien sea capaz de regañarme»). Y en la esquina contraria nuevamente aparecerán las ironías logradas por el Estado Mayor en las visitas del presidente Peña Nieto a Tlaxcala.

De nueva cuenta aparecerá esa fina y mordaz silbatina, cual intervención quirúrgica, en el peor momento para el mandatario afectado.

Este grave cuadro psicopático demuestra la pésima compañía que significa una conducta volátil cuando de por medio hay trabajos de precisión.,

Con el perverso esmero de quien aguarda el siete de julio la recomposición de su azarosa conducta, sobrevienen los clásicos cuadros neuróticos que potencian los problemas, ahondan conflictos y disipan logros.

Mire que convocar a los partidos políticos y frente a sus representantes humillar al representante de Gobernación demanda las formas de un candidato a una prudente estancia en el Batán.

Requiere también la valoración del Legislativo para discutir serenamente las capacidades (o falta de ellas) para seguir en el cargo más importante de un estado.

Farmacia, hormona, temperamento y sificientes dosis de inseguridad completan el cuadro, el dramático cuadro de quien hoy llama a hablar bien a la hora de reunir a su partido con los de enfrente, y en el primer descuido, ¡zaz!, los descontones.

Perderíamos el tiempo si buscamos una solución simple (aceptación, confiar su problema a otra persona y pedir ayuda a Dios)

No, esta es la guerra. Del muy particular ejecutivo, contra todo lo que se mueva, sea chico, grande o regular.

Quien no lo asuma será historia. No hay otra forma de relacionarse con políticos de esta clase.

Y si tiene alguna duda, le recuerdo que hace unos días el columnistas más marianista arremetió contra el candidato del PRI en Apizaco y su equipo, como si la intención impedir que de la pelea por ese ayuntamiento.

¿No que no los tenían guardaditos?

Hablar del sub-gerente del gobierno el mismo que visita al psicólogo porque lo mencionan en columnas, es referirnos al cargamento del cemento detenido ayer.

Recuerda usted el caso de los tráileres cargados con cemento que quedaban embodegados.

1.- O los están sacando a estas alturas, dentro de acciones francamente burdas para encauzar el voto.

2.-O se trata de otras entregas en calidad de delitos, porque estamos en época de veda electoral.

Si el cemento está duro, no hay duda, se trata del que mañosamente metían a las naves que hoy han dejado de albergar plantas productivas.

Si está fresco hay que indagar.

Nos queda claro que no se trata de programas bajo la potestad de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), sino que corresponden a otros de carácter local. Pero a estas alturas, de gente informada y partidos con la vista aguzada, nadamás a un tarugo (mediocre y viejito) se le ocurre meter el hombro para ayudar en la campaña.

El caso tiene que llegar hasta las instancias más altas.

Sabemos que en Tlaxcala, una voluntad inquebrantable hará hasta lo imposible para que al contrario, el delito detectado por vecinos de Tzompantepec, parezca una acción celestial.

Enhorabuena a esos ciudadanos de Tzompantepec. Con ellos inicia una verdadera defensa de la dignidad.