El gobernador Mariano González está más preocupado por el atrincheramiento de los orticistas en la UAT que por los obstáculos que busca ponerle un sector del PAN.


El relevo de delegados en algunas dependencias federales de Tlaxcala está lejos de representar un golpe al actual mandatario panista Héctor Israel Ortiz Ortiz.

Si bien la ex candidata del PAN al gobierno estatal, Adriana Dávila Fernández, pretende vender la idea de que esa medida es un castigo por la supuesta traición de que fue objeto por parte de Héctor Ortiz y sus principales colaboradores en los pasados comicios, lo cierto es que ella y su grupúsculo buscan posiciones para hacerle la guerra a quien fue capaz de derrotarla el 4 de julio y me refiero a Mariano González Zarur.

Y me explico, a menos de 90 días de que Héctor Ortiz entregue el mando del gobierno a su rival, el priista Mariano González, lo que menos le importa es que la administración federal de Felipe Calderón Hinojosa proceda a designar a nuevos delegados en Tlaxcala.

Las razones, es porque los presupuestos que ejercen las dependencias ya están autorizados y canalizados  y en el último de los casos porque será Mariano González el que tendrá que lidiar con ellos para que los programas del 2011 se amplíen y mejoren.

Resulta grave que el gobierno de Felipe Calderón envíe mensajes sicilianos a Mariano González, pues según el columnista de Pulso, Edgardo Cabrera, la candidata perdedora  logró colocar a sus incondicionales en el Centro SCT, IMSS, Conafor y Oportunidades, sin que ninguno de los nuevos funcionarios haya salido a desmentir que responde a los intereses de la señora Dávila.

Lo anterior, quiere decir que el gobierno federal lejos de mandar a funcionarios con el perfil para desempeñar los cargos, envió a amigos de Adriana Dávila para apuntalar, en los próximos meses, sus posibles aspiraciones de contender por un cargo de elección popular en el 2012.

Es obvio que ese grupúsculo del PAN comandado por la señora Dávila buscará desde algunas dependencias federales bloquear el trabajo del próximo gobierno para cumplir con las amenazas que hiciera el pasado 3 de agosto a través de un desplegado publicado en El Sol de Tlaxcala.

Según ese escrito la ex candidata estableció: “Que “no será ni invisible ni anónima” y que regresará a la actividad política el 9 de agosto, cuando ponga en marcha sus oficinas de atención ciudadana para “luchar y lograr el relevo generacional que tanto hace falta al estado”.

Y agregó: “Los invito a ver el pasado con agradecimiento, el presente con pasión y el futuro con esperanzas. No seré obstáculo para ningún gobierno, pero sepan que, en caso de ser necesario, alzaré la voz con toda responsabilidad para que Tlaxcala prospere”.

Además, la panista dijo en ese desplegado que  los habitantes que votaron por ella avalaron una nueva forma de hacer política, donde no tuvieron cabida las mentiras, la difamación y tampoco se lucró con el dolor de las familias.

Aclaró que ella y su equipo de campaña nunca recurrieron a las mañosas prácticas del pasado – que hoy fueron utilizadas – de traer ciudadanos de otros estados a votar con credenciales falsas, sembrar grupos de choque o lograr que personas ya fallecidas emitieran su voto.

La estrategia de Adriana Dávila para hacerle la guerra a Mariano González es tan burda que refleja claramente su forma de hacer política, bien dicen que por eso se codeaba y se habla de tú con los legisladores federales ubicados en el Bronx de la Cámara de Diputados.

Sin embargo, a la panista que rompe barreras se le olvida que se enfrentará al segundo tlaxcalteca con las mejores relaciones a nivel nacional, de ahí que difícilmente Mariano González tratara asuntos con los delegados si es que puede hablar con los secretarios de estado.

En lo personal creo que Mariano está más preocupado por el atrincheramiento de los orticistas en la UAT que por los obstáculos que busca ponerle un sector del PAN que cada vez está más confrontado con todos los actores políticos de Tlaxcala.