Beatriz y Alfonso, en un primer momento, son los más interesados en desmontar el aparato orticista; lo hacen a sabiendas del grave deterioro en el liderazgo de la universidad pública.
Se disputan a las generaciones en formación. De ellos han obtenido seguridad pecuniaria y el estatus que les permite su constancia.
No son portentos de academia pero, sí han visto en la posibilidad de unirse para dar la batalla a su contraparte que, bajo el nombre de Colegio Español, se reproduce en las principales plazas y, tiende a subir como la espuma.
Pero eso, han de evitarlo la conformación de un bloque de tendencia monopólica… “no somos buenos, pero somos muchos”.
Al menos, ese es su pensamiento.
Deberían sopesar a la poderosa red de mujeres, encabezada por Guadalupe Lozano Tovar, quien dotó de trabajo en los planteles abiertos, a elementos clave en cada cuadrante. Ellas, mueren en la raya en pos de este proyecto político.
Veamos el origen de dos de los principales promotores de la alianza entre instituciones privadas de educación media y superior.
Beatriz Paredes, puso hace años el efectivo para fundar a esa universidad. Lo dio a una incondicional suya, ávida de participar en política, pero… sin gracia.
Sin embargo, su constancia y sus gritos, algo lograron. Hoy vemos a decenas de profesionistas egresados de esa institución. Muchos de ellos alcanzaron el éxito, por mérito propio, debemos añadir.
Otra institución de educación superior proviene de Apizaco y su poderosa influencia bajo el liderazgo del ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya.
Lograron definir su estilo. Son lo que la región requiere.
Pero no dudo que el Colegio Español les quita el sueño.
Testigos de los positivos resultados de las alianzas partidistas en procesos electorales, pues decidieron probar los alcances de una novedosa operación al alimón, alegando cinco ejes en la formación de sus alumnos.
Hay más instituciones en este proyecto. Será importante descubrir a sus patrocinadores, pero en este momento dirijamos la mirada a un punto más, inadvertido por cierto, y relacionado con la universidad pública del estado.
Para dolor de toda una comunidad universitaria, su líder enfrenta momentos aciagos, consecuencia de los excesos a los que nadie quiere llegar.
Frecuentes ausencias de quien comandaba con esmero a esta ala del orticismo, procuraron ser tapadas con la habilidad de mandos inferiores. Pudieron, hasta que dejaron de hacerlo.
Ante esta embestida de universidades e instituciones privadas, diríamos que, defendiendo su derecho a la disputa de los jóvenes, en cuyas frentes han colocado signos de pesos, convenientemente para ellos, debería reaccionar la parte a la cual toca el turno de ser oficial.
En juego, hay más que cuotas. Y no sería el momento de bajar la guardia.
Vimos ya a dos personajes atrás de la nueva guerra declarada a los empoderados. Y como el tiempo se agota, unos y otros reafirman su vocación de pescadores de generaciones, lo mismo para administrar su dinero que, para utilizarlos como factor masivo de poder.
Es natural. Ninguno de los iniciadores de dicho movimiento muestra sus cartas.
Las vistas en este espacio pueden ser reales.
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