A los diputados locales se les han ido casi todas las oportunidades que han tenido para aprobar leyes de avanzada o modernas. Ahora les urge sacar adelante una reforma electoral que no propone nada nuevo y lo único que busca es establecer como obligación para los partidos políticos la alternancia permanente de género en las candidaturas a diputados locales, alcaldes y presidentes de comunidad, dejando fuera de ese proceso la nominación para gobernador de Tlaxcala.

Si la mencionada reforma que es “analizada” prospera en los términos en que está, nuevamente serán mujeres las que encabecen la lista de candidatas a diputadas plurinominales y será hasta las elecciones del 2024 cuando los hombres puedan ocupar los primeros lugares para acceder por esa vía al Congreso del Estado.

Los cambios en la norma electoral pretenden eliminar la camisa de fuerza y la injerencia que tiene el desprestigiado Instituto Tlaxcalteca de Elecciones para determinar los municipios y distritos donde se debe registrar varón y en que otros mujeres, atiendo variables como el número de votos alcanzados en los últimos comicios, si hay competencia o no, el número de ciudadanos inscritos en el padrón y otros criterios.

Según la reforma y en caso de que sea aprobada en los actuales términos en que se encuentra, en Tlaxcala donde gobierna el PRI a través de la alcaldesa capitalina Anabell Ávalos Zempoalteca estaría obligado a proponer como candidato a un varón para los comicios del 2021 y en Apizaco donde gobierna el PAN con Julio César Hernández Mejía el blanquiazul tendría que registrar a una dama.

Ese criterio sólo se establecería para las elecciones de diputados locales, alcaldes y presidentes de comunidad, situación que al parecer ya tiene el consenso de la mayoría de los legisladores.

El punto que ha generado cierta inconformidad es en un artículo transitorio que considera por “única ocasión” la obligación de registrar en el primer lugar de la lista de diputados plurinominales a mujeres, tal y como sucedió en las pasadas elecciones y que terminó por sobrerrepresentar a ese género al ocupar 15 de los 25 espacios disponibles en el Congreso del Estado.

Si un partido político sólo va a contender en los comicios del siguiente año por 40 municipios, entonces deberá registrar a 20 mujeres y 20 varones, es decir, no podrá registrar a 30 hombres y 10 damas y argumentar que hizo eso porque en los ayuntamientos donde no competirá tenía previsto llevar como candidatas a señoras.

Lo que se busca es que un solo género tenga una marcada mayoría como sucedió en los comicios del 2016 en donde resultaron electos como alcaldes 54 hombres y sólo 6 mujeres que hasta ahora gobiernan Tlaxcala, Tlaxco, Axocomanitla, Texoloc, Acuamanala y Emiliano Zapata.

La reforma electoral en Tlaxcala no tiene nada nuevo y más bien está dando el pretexto para alentar discusiones estériles que no conducen a nada, porque es claro que los diputados han optado por cancelar la posibilidad de llevar a cabo cambios de avanzada como podría ser la obligatoriedad de establecer cuotas de candidatos para jóvenes, adultos mayores y personas con discapacidad.

Aunque aún existe tiempo para concretar cambios relevantes e importantes en esa legislación, porque el plazo para poder modificar esa norma vence el 5 de septiembre, la realidad es que no se ve mucho interés en concretar una reforma de gran calado.

Las más interesadas en concretar los cambios en materia electoral son la petista Irma Garay Loredo y la panista Leticia Hernández Pérez, quien apoya con todo esas modificaciones por instrucciones de su dueña la diputada federal Adriana Dávila Fernández que se muere por seguir acumulando en su trayectoria cargos plurinominales, de ahí que quizá ya está pensando en llegar al Congreso de Estado, situación que le resultará muy complicada y hasta difícil porque desde hace unos meses simplemente dejó de tener el control del PAN en Tlaxcala.

Tenga presente que en la entidad la reelección para diputados locales está permitida siempre y cuando sea por la misma vía en que resultó electo, de ahí que Irma Garay no pueda ocultar su felicidad por el consenso que empieza a tener la reforma electoral que para ella es un traje a la medida.