Hasta ahora las oleadas de marchas para exigir seguridad en el caso de Puebla y frenar la violencia contra las mujeres que se realizó en la Ciudad de México y en prácticamente todas las entidades del país no han llegado con fuerza a Tlaxcala, donde también se viven problemas de inseguridad y se tienen registrados al menos ocho casos de feminicidios.
El gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez puede argumentar que las protestas alentadas por la inseguridad y la violencia de género existen, pero es un hecho que éstas carecen de fuerza al grado que no representan un motivo de preocupación, porque en ningún caso se ha logrado reflejar el malestar y descontento que prevalece entre los habitantes del estado.
En Puebla la semana pasada miles de estudiantes de 80 instituciones educativas salieron a las calles del vecino estado para exigir al mandatario morenista Luis Miguel Barbosa Huerta justicia y mayor seguridad, protesta que puso a temblar a las autoridades estatales porque fue una realidad que más de 70 mil personas también habrían pedido la renuncia del gobernador poblano.
En la Ciudad de México y en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, más de 80 mil estudiantes, profesionistas, indígenas, trabajadoras domésticas, científicas, amas de casa y cientos más marcharon del Monumento a la Revolución al Zócalo, gritando consignas para demandar un freno a la violencia de género, cambios en la impartición de justicia y un alto al acoso sexual en las escuelas y centros de trabajo.
La marcha fue es escaparate colectivo para dar a conocer los abusos, el machismo y cientos de casos de injusticia que llevan a cabo policías, agentes del ministerio público, jueces y magistrados para ocultar y tapar la violencia que cada día sufren y enfrentan las féminas.
Las autoridades de los tres niveles de gobierno recibieron críticas y señalamientos, incluido el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien fue acusado de recortar los presupuestos canalizados para atender la problemática que cientos de mujeres a nivel nacional padecen.
En Tlaxcala si bien hubo una marcha y protesta que llevaron a cabo más de 300 mujeres, ésta no hizo señalamientos específicos contra algún funcionario estatal o municipal y sólo se limitó a replicar las consignas del movimiento como frenar la violencia de género y los feminicidios en la entidad.
Aunque parezca ilógico, las manifestaciones que han provocado más molestia y cierta preocupación a la actual administración estatal son las que la semana pasada realizaron los trabajadores sindicalizados de la Secretaría de Salud, cuya dirigente Blanca Águila Lima está empeñada en que le cumplan su capricho de ver sin trabajo a la directora administrativa de la dependencia, Guadalupe Zamora Rodríguez.
El conflicto en la Secretaría de Salud de Tlaxcala que ya lleva varios días no ha sido resuelto por los mediocres funcionarios menistas que tienen injerencia en el tema como el responsable de la Sesa, René Lima Morales y el ineficiente y torpe secretario de Gobierno, José Aarón Pérez Carro.
A pesar de todo, en Tlaxcala hay tranquilidad, y eso no se puede negar.
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