El otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional que gobierna Tlaxcala se resiste a morir y su agonía seguramente será prolongada unos meses más, porque difícilmente alguien que esté en sus cabales puede pensar que esa fuerza política está trabajando en la entidad para recobrar su presencia dominante y disputar en los comicios del 2021 los diferentes cargos que estarán en juego como la gubernatura, las diputaciones federales y locales, así como las alcaldías y las presidencias de comunidad.

Los principales líderes locales del destartalado PRI como Roberto Lima Morales y Fabricio Mena Rodríguez, el hermano poderoso del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, ofrecieron ayer por la tarde una conferencia de prensa donde, según ellos, informaron que mantienen un trabajo permanente y una política de acercamiento no sólo con los militantes del partido, sino con los ciudadanos a fin de recuperar la empatía que existía entre el tricolor y las personas.

La pantomima de Lima Morales y Mena Rodríguez quizá buscaba sorprender a la ingenua secretaria de Gestión Social del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Lorena Piñón Rivera, a quien antes de sentarla con los medios de comunicación la llevaron, según la versión de esos chafas líderes, a diferentes actividades partidistas cuyo sello principal fue la clandestinidad, como si la intención fuera esconder con quiénes se reunió y qué y cuántos apoyos entregaron.

Resulta insultante la postura de esos dos deslucidos dirigentes priistas que no pueden hablar de buscar un acercamiento con la militancia cuando ellos y el actual mandatario cerraron las puertas del gobierno a los miembros del ex partidazo que trabajaron en la campaña para ganar la gubernatura en el 2016, lo que sin duda generó una gran molestia y decepción que dos años después se reflejó cuando el PRI controlado por Marco Mena fue aplastado en Tlaxcala por Andrés Manuel López Obrador y Morena.

El PRI en Tlaxcala bajó la tutela de los hermanos Mena y de su lacayo Roberto Lima está desmantelado, desarticulado, carece de rumbo y de un trabajo serio y permanente que busque revivir a ese partido, pues sólo se necesita ver la lista de sus precandidatos a la candidatura al gobierno del estado para comprobar que salvo la actual alcaldesa capitalina, Anabell Ávalos Zempoalteca, los demás nombres que se manejan son puros petardos que no asustan a nadie y que la verdadera militancia priista no ve con buenos ojos por ser marionetas o inventos del joven mandatario.

La lambisconería que Fabricio Mena y Roberto Lima mostraron con Lorena Piñón y su dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito” para los cuates, sólo demuestra que ese par de bribones ya tiene puesta la mira en una candidatura a una diputación local, el primero por el distrito de la capital y el segundo por el distrito que abarca los municipios de Chiautempan y Tlaltelulco, lo que deja entrever su enorme ambición por mantenerse vigentes una vez que Marco Mena deje el poder en agosto del 2021.

El PRI está jodido si piensa que con las tontas posturas fijadas por la secretaria de Gestión Social del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Lorena Piñón, ese partido recobrará fuerza y credibilidad en Tlaxcala.

Según ella los priistas corruptos ya dejaron el partido para buscar otras opciones como Morena. Aseguró ante los medios de comunicación que en la actualidad en ese instituto político sólo existen honestos e impolutos militantes, pero más le valdría revisar con quién se sienta porque no sea que un día de estos le demuestren que no es así.

Sabrá la ilusa Piñón Rivera que un “destacado” priista de esta entidad adquirió no hace mucho dos lujosos automóviles Mercedes-Benz, de los cuales uno es común verlo por las maltratadas calles de Tlaxcala y otro por las avenidas de la ciudad de Puebla donde tiene su residencia una ex poderosa ex funcionaria de la Secretaría de Educación Pública de un apellido cien por ciento tlaxcalteca.

Si el salario de ese “honesto” miembro del Comité Directivo Estatal del PRI en Tlaxcala le da para esos lujos, entonces ahora entiendo porque Roberto Lima se resiste a dejar la dirigencia de ese partido y se opone a entregar esa posición a Noé Rodríguez Roldán que tiene más de dos meses esperando que le cedan ese cargo luego que coordinó en la entidad la campaña de “Alito” para convertirse en el líder nacional del ex partidazo.

Lo que pasa en el PRI da pena.